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Visita guiada a la "fábrica" de hacer plantas

Más que un vivero es una usina de acopio y producción, donde nacen los árboles que cubren de verde la ciudad y los caminos, para sostener la política ambiental del Gobierno.

Por Juan Luna
| 02 de abril de 2018

Más de sesenta obreros hunden sus manos en la tierra y se ocupan de cada uno de los eslabones de la producción. Como en toda fábrica, el trabajo se hace a toda hora y a toda máquina. Pero no hay chimeneas en ese predio de casi dos hectáreas, el único “humo” que se disipa por los aires, imperceptible a los ojos, es oxígeno. Las paredes son los cercos alambrados que delimitan el perímetro y los muros naturales que forman las largas hileras de árboles. Tampoco hay grises, el color que predomina es el verde.

 

La revista El Campo realizó una recorrida por el Centro de Logística Forestal que el Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción tiene en Villa Mercedes. El lugar, mucho más que un vivero, es la usina donde se "fabrican" la mayoría de las plantas que tiñen los paisajes de la ciudad, sus alrededores y el resto del sur provincial. Y también es uno de los espacios claves para que San Luis desarrolle y conserve las políticas ambientales que tanto la distinguen.

 

El jefe del Programa Forestal y Frutihortícola, Juan Lavandeira, el responsable del predio mercedino, César Debenedetti, y el encargado del otro gran vivero que el Gobierno tiene en la ex Colonia Hogar de la capital puntana, Pablo Pensotti, fueron quienes oficiaron de guías en una caminata y muestra de las tareas que se hacen a la luz del día bajo una fresca mañana de marzo.

 

Con el termo y el mate de por medio, los funcionarios ensayan una descripción del Centro. "Como su nombre lo indica, desde acá hacemos la logística de plantas, forestación y movilidad de todo el centro-oeste de la Provincia de San Luis. Pero además de contener las plantas que vienen, también producimos diferentes especies vegetales a través de semillas o estacas", arrancó Debenedetti, que conoce cada centímetro de tierra como la palma de su mano.

 

Mientras comienza la charla, el canto tranquilizador de los pájaros funciona de banda sonora, sólo interrumpida de a ratos por el toreo de algún camión que cruza el portón o por los ecos que vienen desde la Autopista Nº 55 que está del otro lado del alambrado. El predio está frente al Parque Costanera, allí donde la calle Las Heras termina su recorrido, y resulta un oasis de calma y aire puro en pleno traqueteo de ciudad.

 

"De aquí también salen todas las plantas que se colocan en la Cuenca del Morro, en las plantaciones que se hacen en Villa Mercedes y Justo Daract, y todas las que se van a hacer en la continuidad del Plan Provincial Forestal, por la Autopista Nº 55 Sur hasta Nueva Galia", completa Lavandeira, en un ping pong donde cada uno aporta datos acompañados de anécdotas, recuerdos, proyectos.

 

El Centro funciona desde el año 2012 pero no fue hasta el 2016 que comenzó a reverdecer y a explotar más su potencial. Antes, el predio tenía la mitad del tamaño que tiene ahora. "Tenía una sola hectárea y necesitábamos más espacio. La mitad nueva era un terreno que estaba usurpado y que se había convertido en un basural. Lo recuperamos, lo limpiamos, hicimos camas de siembra y empezó a tomar otro color", recordó Debenedetti o "El Gringo", como lo apodan en confianza.

 

Es que los proyectos forestales que lleva adelante el Gobierno obligaron a pensar el espacio no sólo como un lugar de almacenamiento, sino también de generación. "Cuando Sergio Freixes se hizo cargo del ministerio, nos transmitió la idea de que tenemos que ser capaces de producir. Ahora ya nos están quedando chicos los lugares, por eso buscamos lugares en diferentes zonas de la provincia donde se pueda replicar lo que hacemos acá y en San Luis. Estamos recuperando viveros en Quines y Santa Rosa, queremos tener otros en San Francisco, en La Toma y en algún lugar del sur, que puede ser Nueva Galia", anticipó Lavandeira.

 

Así, con su doble finalidad en marcha, la fisonomía del Centro de Logística Forestal está repleta de bateas cavadas sobre la tierra. Son pequeñas perforaciones rectangulares que, en algunos casos se recubren con un nylon para contener el agua y que no se vaya hacia la profundidad del suelo. Hay cerca de cincuenta, con diferentes diámetros (desde 7 hasta 30 metros) hechos a fuerza de pala y esfuerzo. En esos "recipientes", colocan las macetas con plantines para multiplicar o hacer crecer.

 

Allí están contenidos los más de 500.000 ejemplares de los algarrobos que la provincia de Chaco le cedió a San Luis para contribuir a la remediación del desbalance hídrico que aqueja a la Cuenca del Morro. "Vienen plantines de unos veinte centímetros y acá les hacemos un proceso de rustificación. Las poníamos en una maceta un poco más grande y las cuidamos para que crezcan más antes de plantarlas", dijo el jefe del programa.

 

Sobre las rutas y autopistas de esa región de 373.000 hectáreas afectada, ya han plantado más de 150.000 de esos ejemplares chaqueños. "Pero tienen un crecimiento muy lento. Uno va por la ruta y sólo se ven los tutores. Pero la planta está. Entonces las hacemos crecer para que la gente las vea y las cuide", contó. La paciencia, es fundamental, para que las forestaciones empiecen a mostrar sus resultados en una tarea gigantesca que Lavandeira calificó como "muy positiva" hasta el momento.

 

Repartidos por el recinto, hay cuatro invernaderos de unos 10 metros, donde reposan las especies que han sido germinadas desde pequeñas semillas hasta convertirse en nuevos y vigorosos plantines. Caldenes, acacias, aguaribays y hasta algunas florales como tulbalgias, son las variedades que nacen en las bandejas bajo el refugio de los techos. También hay un sombráculo, que contiene una malla antigranizo para regular mejor la entrada del sol a la plantación y protegerlas de las siempre temidas caídas de granizos.

 

Bajo un sol que empieza a entibiar la mañana, la recorrida llega a otra de las grandes "máquinas" que presumen orgullosos los funcionarios: un estaquero que es para multiplicar las plantas.

 

"Hacían falta sauces, pero las estacas son difíciles de conseguir. Entonces se nos ocurrió hacer un estaquero propio. Es una cama larga donde ponemos los tallitos y los dejamos crecer de un año para el otro, ayudándolos con un poco de fertilizantes. La idea es que tenga la mayor cantidad de ramas posibles y al otro año, en otoño, sacar más estacas y no tener que comprarlas", contó el encargado del lugar.

 

En un año las pequeñas estacas se convirtieron en árboles de más de un metro de altura. En cada rama harán cortes de unos treinta centímetros en las ramas que serán trasplantados para que surjan decenas de nuevos sauces.

 

También hay varias bateas que sirven de almacenamiento para manojos de árboles que estaban a raíz desnuda y ahora son abrigados con el calor de la tierra hasta que les llegue el momento de ser colocados en el lugar designado.

 

"Entre el otoño y el invierno empezamos a trabajar esos ejemplares de raíz desnuda, y con las estacas que tenemos hechas, más las que obtengamos de una campaña de poda que vamos a realizar", adelantó Lavandeira.

 

Hasta que lleguen los primeros calores, a mediados de agosto, tendrán tiempo de hacer esa modalidad de plantaciones. Luego, sólo podrán usar las plantas envasadas con pan de tierra, como los algarrobos que tienen en pleno crecimiento.

 

Es que la producción está destinada fundamentalmente a cubrir las necesidades del Plan Forestal Provincial que propone llegar con ejemplares a los accesos de todas las localidades y parajes de San Luis. Para hacerlo, contratarán con la colaboración del personal de los  planes sociales y solidarios.

 

Los árboles no sólo traerán beneficios ambientales, también tienen un costado educativo. Por eso, anticipó que harán forestaciones en los predios de las escuelas. "La idea no es plantar y que los alumnos no nos vean, sino que ellos se animen a ayudar y, de esa forma, generarles el compromiso del cuidado", dijo.

 

Por eso mismo en el vivero mercedino, realizan visitas guiadas con los colegios. "Vienen muy contentos, se animaron a trasplantar y se llevan un día lindo y una buena imagen de lo que se hace", contó Debenedetti.

 

El plan forestal se completará con plantaciones en los perilagos, de la mano de San Luis Agua. Sin querer hablar de números, Lavandeira sostuvo que tienen un proyecto ambicioso, pero la prioridad es que los árboles se consoliden y tengan buenos índices de supervivencia. "No tiene sentido hacer mucha cantidad sin que se hagan los controles necesario A medida que vayamos avanzando, veremos a cuanto nos animamos", expresó.

 

Sobre el final del recorrido, el sol del mediodía ya pega en los hombros de los trabajadores. Unas sesenta personas, entre contratados y el personal de Inclusión Social y Pañuelos Solidarios, arrancan a las siete de la mañana con sus tareas. Algunos  realizan trasplantes, otros desmalezan y algunos siembran. Entre medio hay música, buena onda y la tarde llega tranquila. "Trabajar acá es lo mejor que te puede pasar. El verde, los pájaros, el aire fresco. Yo lo mantengo como si fuera el patio de mi casa", sintetizó Debenedetti.

 

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