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Soja: la importancia de buscar el cultivar para cada ambiente

Nuevamente el establecimiento "Don Andrés" abrió sus tranqueras para probar cómo actúan distintas variedades de semillas en el Valle del Conlara, en una campaña marcada por la seca.

Por redacción
| 22 de abril de 2018
Entre surcos. El ingeniero Marcelo Bongiovanni (a la derecha) ofrece su campo para hacer las mediciones desde hace varios años.

¿Ciclos cortos o largos? ¿Más o menos densidad? ¿Siembra temprana o tardía? La tierra es como una hoja en blanco: para llenarla hay que vencer miedos, tomar riesgos y decisiones. Pero contar con información precisa y cercana siempre es un auxilio que ayuda a reducir, lo que se pueda, los márgenes de error ante cada campaña que empieza. Y en Tilisarao hay un campo siempre bien dispuesto a abrir sus puertas para hacer pruebas que aporten datos útiles para los productores de la zona. Una vez más, diferentes empresas semilleras aprovecharon esa predisposición y entre todos realizaron un ensayo para medir la respuesta de distintas variedades de soja a las condiciones ambientales del Valle del Conlara, ante el difícil escenario que la sequía generó esta temporada.

 

Las coordenadas de la invitación eran bien claras. En el exacto kilómetro 886 de la Autopista N° 55, no muy lejos del centro de la localidad, una tranquera se recuesta al costado del asfalto. Es el umbral de ingreso al establecimiento “Don Andrés”, una pequeña estancia que ha visto pasar tres generaciones de la familia Bongiovanni, descendientes de piamonteses que forjaron un destino a fuerza de trabajo y estudio en esas mismas tierras donde nacieron.

 

A ambos lados de la senda de ingreso se levantan, fuertes y resistentes, los cereales y oleaginosas que los propietarios cultivan y que se han mantenido firmes a pesar de la irregularidad de las lluvias que han caído en la región, al igual que en casi todo el territorio argentino. A la izquierda del caminito de tierra, reservaron un espacio para que las diferentes fábricas puedan hacer pruebas con su soja, en una estrategia donde ganan todos: las empresas pueden publicitar sus novedades, los productores tienen muestras de cómo rinden las semillas en tierras similares a las suyas y los dueños se llevan aprendizajes que luego aplican al resto del campo. Desde hace cinco años, además, el lugar sirve de lote experimental para las prácticas de los alumnos de la carrera de Ingeniería Agronómica de la Universidad Nacional de San Luis.

 

El ensayo con diferentes cultivares de soja se repite desde hace cuatro años, de la mano de "Bongiovanni Agro", la firma de los anfitriones que además se dedican a la venta de insumos agrícolas, y de la firma Bayer. Pero en cada oportunidad, se suman otras semilleras que ponen sus productos en terreno para llamar la atención de los clientes.

 

En este caso fue el criadero Santa Rosa el que convocó a una jornada para mostrar los resultados de tres variedades. La firma tiene presencia en Argentina y en países como Uruguay, Paraguay, Brasil y Sudáfrica. Funciona como una cooperativa de segundo grado y tiene más de 25 años de desarrollo genético. Su llegada a la provincia es reciente, de la mano de Alltec, una empresa que se especializa en la fabricación de coadyuvantes y otros insumos. “Queremos aumentar nuestra fuerza de venta y llegar más al productor. Nuestra idea es empezar a testear nuestras variedades en estos ambientes y obtener más datos. Nuestro germoplasma es bastante rústico, por eso tenemos indicios de que puede responder bien en esta zona”, aseguró Guillermo Allo, del Área de Desarrollo de la Semillera.

 

La concurrencia no fue la que esperaban. En plena época de cosecha, muchos productores están metidos de pies a cabeza en sus campos para lograr salvar algo de una campaña que se presentó muy complicada.

 

En la primavera pasada, entre setiembre y octubre, llovieron apenas unos 36,2 milímetros, según los datos de la estación meteorológica que está instalada en el propio campo de los Bongiovanni. En noviembre se sumaron otros 86,6 milímetros de agua, pero la poca humedad que había en el perfil del suelo obligó a retrasar las siembras y, por lo tanto, también las cosechas. En el medio, las heladas y el granizo también hicieron lo suyo.

 

Con ese panorama, las tareas de recolección se extenderán por lo menos un mes más y durarán hasta fines de mayo. “A mí me parecen espectaculares este tipo de jornadas, creo que en todas las zonas debería haber ensayos como éste porque son muy útiles para nosotros. Muchas veces la gente no viene, cuesta mucho que se muevan de los campos, pero creo que es importante que podamos comparar de qué se trata cada cultivo y conocer la experiencia de otros”, expresó un productor de la zona de Eleodoro Lobos.

 

Aún así, la información está disponible para los que la requieran y una vez que se coseche el lote, serán traducidos en informes que estarán al alcance de todos. “Acá se prueban variedades que hay en el mercado. Evaluamos el comportamiento en el lugar durante el ciclo del cultivo y después, el rendimiento y los componentes. Es un trabajo más fino, en el que se hace un muestreo que se lleva al laboratorio, una tarea que hacen los chicos de la facultad. Esa información se procesa y en algún momento se publica un análisis de rigor científico”, explicó Marcelo, el hombre que representa a la tercera generación de la estancia "Don Andrés", quien además trabaja como asesor agrícola y es un habitual colaborador de la revista El Campo con datos sobre las estimaciones y avances de cada campaña.

 

 

Elegir los ciclos ideales

 

Contra un viento que arremolinaba las cabelleras y hacía bailar a los tallos de las plantas, los productores se internaron entre los lotes. Eran doce las variedades de la oleaginosa que estaban plantadas, una al lado de otra, y repetidas en dos bloques. Para cada una, realizaron siete surcos de doscientos metros de largo con la intención de ver qué rendimientos, virtudes y deficiencias tenían ante las condiciones ambientales del campo.

 

Fueron sembradas el 6 de diciembre de 2017 con una densidad de 17 semillas por metro lineal. El lote elegido para hacerlo tenía un cultivo de maíz como antecesor y los rastrojos quedaban como evidencia.

 

Cada parcela estaba bien identificada con un cartel con el nombre comercial de las semillas, pero los productores no pudieron evitar tocarlos con sus propias manos, romper las chauchas y ver los granos con sus propios ojos.

 

El ingeniero Allo fue quien tomó la palabra y explicó las características de los tres cultivares que la empresa "Santa Rosa" puso a prueba en el ensayo: RA550- RA549 y RA437, “una variedad de madurez de 5 largo, otra de 5 corto y una de 4 largo”, amplió.

 

Reconocer el ciclo de crecimiento de cada semilla es importante para elegir una variedad al momento de sembrar. Por lo general, las fábricas incluyen ese número en el nombre de cada producto. “Para el ambiente, vemos que el grupo de cuatro largos se destacaron. Están teniendo un muy buen comportamiento y esperamos que cuando pase la cosechadora levante un buen kilaje”, afirmó.

 

Por su parte Bongiovanni consideró que la mayoría de las semillas, de las distintas marcas, demostraron un buen comportamiento. “Las variedades de ciclos más largos fueron las que sufrieron más, una porque se sembró tarde y porque no parece que se hayan adaptado muy bien a la zona. A priori, podría decir que las variedades que mejor se van a adaptar son las de grupo 4 y 4,5 largo. A las de 5 y 5,5, las afectó bastante la helada y van a tener pérdidas de rendimiento”, opinó.

 

Aunque todavía falta que la cosechadora pase por el lote y que las muestras vayan al laboratorio, el agrónomo anfitrión estima que la totalidad del ensayo puede arrojar rindes de entre 20 y 25 quintales por hectárea, en promedio.

 

Una de las grandes dificultades que tiene la Provincia de San Luis para la agricultura es la estrecha ventana de siembra que existe para tirar las semillas en condiciones ideales. Entre el 15 de noviembre y el 15 de diciembre, hay apenas un mes para concentrar las tareas y disminuir los riesgos de que las heladas destruyan los cultivos.

 

Por eso, elegir el cultivar adecuado para las condiciones ambientales de cada zona es clave para tener éxito al momento de cosechar. “En años así, cuando aprieta la humedad y no deja sembrar, el productor que tiene un buen manejo y una buena elección marca la diferencia”, analizó Allo. “Hay que tener más precisión, seguir avanzando y no quedarse. Por ejemplo, también hay que ver los herbicidas porque aparecen nuevas malezas más resistentes”, dijo.

 

 

Una campaña difícil

 

La 2017/2018 no ha sido una campaña fácil para los agricultores argentinos. La falta de lluvias, propiciada por el fenómeno climático conocido como “La Niña”, ha generado grandes caídas de rendimientos en casi toda la región productiva y las pérdidas económicas son enormes.

 

San Luis no ha estado ajeno a esa realidad. Con vaivenes climáticos muy pronunciados, la seca se ha hecho sentir en las diferentes zonas agrícolas. Ahora que las cosechadoras empiezan a hacer su trabajo, ya es posible advertir que habrá mermas y rendimientos inferiores a los de los últimos años.

 

“La campaña ha sido muy variable. Arrancamos con pocas precipitaciones en la primavera, con menos agua de lo normal. Eso hizo que en noviembre, cuando normalmente se siembra la soja, se haya implantado una baja proporción y que se terminara completando en diciembre”, comenzó con su análisis Bongiovanni, quien asesora campos a ambos costados de la autopista, desde La Toma hasta Santa Rosa. En el caso del maíz, las fechas de siembra también se atrasaron porque los suelos no tenían las mejores condiciones de humedad para sembrar en tiempo y forma.

 

Para los primeros dos meses del año, las precipitaciones mejoraron y acumularon casi 205 milímetros entre enero y febrero. En marzo se sumaron otros 38,5, "y eso permitió que los cultivos tuvieran un buen desarrollo", aclaró el ingeniero agrónomo.

 

Eso sí, hubo semanas con picos de mucha temperatura y algunos lotes sufrieron un estrés hídrico que afectó el rendimiento de los cultivos. "Y después completamos con una helada temprana que no estaba prevista. La esperábamos para el 10 de abril y en algunos lugares la tuvimos el 19 de marzo y en otros lugares, el 25", contó.

 

Esas temperaturas bajas tuvieron un impacto altísimo en los cultivos. A los maíces sembrados tarde los quemó bastante y produjo pérdidas de hoja. Y si bien no terminó de matarlos del todo, hubo muchos daños. En algunos lotes donde la intensidad de la helada fue más fuerte, directamente los mató y no se van a cosechar. Lo mismo pasó con la soja. Las más atrasadas fueron afectadas "y los rendimientos van a ser malos", analizó.

 

De todas formas, Bongiovanni sostuvo que hay áreas donde los rindes oscilan entre los 20 y los 30 quintales por hectárea. Esos promedios, aseguró, "están por encima de la media provincial, que se está hablando que andará en el orden de los 18 quintales". No obstante, hay que esperar a que la cosecha termine para tener números más precisos. Recién llevan levantada un 20% de la superficie sembrada y lo que recolectan primero es lo que está en mejor estado. "Así que yo calculo que vamos a terminar con resultados de 18 a 20 quintales cuando metamos todo en la bolsa, porque ahí vamos a tener de todo: soja afectada por la helada, por la sequía, por el granizo", dijo.

 

Esos valores, "hacen recordar a los números tradicionales que teníamos en la provincia. Lo que pasa es que los últimos cinco años fueron demasiado buenos, con niveles muy altos de lluvia", planteó el ingeniero, que tiene datos desde hace décadas.

 

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