Aires de tinta y papel en la Feria del Libro

En un bar de frente a la plaza principal de la Villa de Merlo, Milo Lockett, Ricky Crespo y Edu Schmidt, el cantante de "Árbol" que tocó en la localidad, comparten un café y algunas risas. En la punta opuesta, en otro bar, Gustavo Romero Borri y Darío Oliva -dos poetas puntanos- leen poesía ante un público entusiasta.

Son apenas dos imágenes de la Primera Feria Federal del Libro que ayer terminó en Merlo y posicionó a la localidad durante el fin de semana largo como la "Capital Provincial de la Cultura". La realización en paralelo de la edición 27 del tradicional "Encuentro de pintores paisajistas" colaboró con esa idea.

Además de los artistas, cientos de fanáticos de la lectura recorrieron las diferentes instancias del encuentro. La carpa de las editoriales tuvo un incesante trajinar de gente que dejó buenas ventas y, sobre todo, la sensación de la existencia de un público ávido por conocer nuevos libros y nuevas historias.

La presencia de Eduardo Sacheri y Florencia Canale en la ciudad le dieron notoriedad a la jornada final, que tuvo charlas, talleres y una atractiva carpa del Programa Cultura de la Provincia con el stand ganador en la Feria Internacional del Libro que se realizó el mes pasado en la Sociedad Rural de la Capital Federal. El domo fue un atractivo extra para los chicos que hicieron largas colas para experimentar la realidad virtual.

Como el stand estaba dedicado a Polo Godoy Rojo y la tierra donde se realizó la feria es la natal de Antonio Esteban Agüero, fue inevitable pensar en un imaginario encuentro entre dos de los máximos referentes históricos de las letras puntanas. Por si hiciera falta, la feria llevó el nombre de “Catedral de Pájaros” en honor al poeta mayor.

En los bares de los alrededores de la plaza también se vivió un clima eminentemente literario. En "Lo de Urquiza" y "Don Rafael" se leyeron poesías, narraciones y hubo encuentros en los que se charló mucho sobre obras, libros y cultura.

Una de las carpas más activas de la feria fue la que congregó a los ilustradores, una rama del arte con mucha presencia en el encuentro. Humoristas, caricaturistas, dibujantes de cómics y amigos de la tinta tuvieron su propio espacio en un acierto de la organización. También lo fue el hecho de la instalación de una carpa especialmente pensada para los chicos, donde durante toda la tarde se sucedieron funciones de títeres, cuentos infantiles, payasos y mucho color.

La prueba inicial de la feria literaria merlina tuvo un experimento arriesgado al no tener presentaciones formales de libros -uno de los grandes atractivos de los encuentros de este tipo- y centrar sus llamadores en diversas charlas donde lo ágil fue el condimento esencial. Pocas reuniones duraron más de cuarenta minutos y las que lo hicieron tuvieron mucho de interés del público, que alargó esas reuniones. Otra de las generalidades que tuvo la feria fue la presencia de un buen número de escritores jóvenes, muchos venidos de Buenos Aires, que alimentaron una nueva camada en la literatura nacional. En ese contexto la grata presencia del puntano Juan Andrés Despouy lo demostró como un autor que está al nivel de cualquiera de ellos.

No faltaron, por supuesto, los youtubers y algunas experimentaciones cercanas a la tecnología como la realización de un chat literario creado en vivo y una jam de poesía que demostró la capacidad de la creación en el momento, una técnica literaria que no muchos consiguen pero que se mantiene acorde a los tiempos que corren.