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"Mi tío ya no lastimará a nadie más", dijo una víctima de abuso

Contó que, después de años de dolor, para ella éste es el comienzo de una nueva vida.

Por redacción
| 17 de junio de 2018
"Siento que empiezo otra vida". El relato de la joven tras el fallo. Fotos: Juan Andrés Galli/Prensa Poder Judicial.

Por momentos, J. P. no encuentra palabras para decir cómo se siente. Logra pronunciar una y se detiene. Toma aire y consigue decir, con un hilo de voz: “Tengo una alegría inexplicable. Un alivio. No sé cómo llamarlo. Son muchas cosas juntas”. Esa satisfacción que la joven de 22 años no alcanza a explicar con palabras es una por la que a nadie, en realidad, le gustaría pasar. Ella y su hermana menor I. fueron violadas durante años, gran parte de su infancia, por el hermano de su madre. A principios de semana, H. M. fue condenado por la Cámara Penal 1 de Villa Mercedes a 18 años de prisión por esos abusos. Desde entonces “siento que empiezo otra vida”, dice. Una que deja atrás los años oscuros en los que llegó a pensar que la única forma de acabar con el dolor era ponerle fin a su vida.

 

El hombre de 29 años fue sentenciado por “abuso sexual con acceso carnal, calificado por la situación de convivencia”. La pena coincide con la que había solicitado el fiscal Néstor Lucero en los alegatos, en los que resaltó la veracidad de los relatos de las víctimas y la prueba pericial científica.

 

Aunque el fallo no fue lo que habían requerido Edgar del Corro y Valentín Rivadera, los abogados de las sobrinas del acusado, quienes pidieron que fuese castigado a 25 años de cárcel, J. P. habla por ella y por su hermana cuando dice que se siente conforme. “Lo que pasó seguirá siendo parte de mi vida, pero tuvo un buen final. Se hizo justicia y este tipo, que tanto me lastimó, cumplirá su merecida condena. A ninguna otra chica le hará lo que a mí me hizo… Ya no lastimará a nadie más”, rescata.

 

H. M. fue denunciado por su hermana, su cuñado y J. P. en agosto de 2016, pero los abusos se dieron muchos antes. “Yo pensaba que habían comenzado cuando tenía tres años, pero, gracias a la terapia, comprendí que pasaron cuando tenía nueve o diez años y continuaron hasta mis catorce o quince”, contó. La represión de esos recuerdos la hizo confundirse así.

 

“Todo comenzó como un juego, en el que él me regalaba golosinas. Así llegó a regalarme hasta un secador de pelo”, narró. Empezó haciéndole “upa” en la falda. Y, con el tiempo, empeoró. Los primeros ultrajes fueron en un campo de La Toma, donde los abuelos maternos de J. y I. vivían y trabajaban. “Me sacaba a andar a caballo. Se paraba en una loma y me llevaba a una casita abandonada”, relató. Allí la desnudaba, la manoseaba y, finalmente, la violaba.

 

“Mis papás después le dieron techo, comida y cariño. Lo trataron como si fuera un hijo más. Pero nada le importó a ese monstruo, siguió atormentándome”, contó la chica. Cuando su padre trabajaba y su madre dormía, H. M. aprovechaba para tocarla. “Esperaba siempre el momento exacto. En el comedor, ponía películas pornográficas y me obligaba a verlas. Me llevaba al dormitorio de mis papás y me desnudaba”, detalló.

 

En agosto de 2016, después de que una psicóloga le aconsejara un tiempo antes que lo mejor sería ya no guardar ese secreto, J. le dijo a su padre lo que su cuñado le había hecho.

 

“Tengo algo que decirte, pero vos tranquilo… Pa, cuando era chica 'El Gordo' abusaba de mí”, le  reveló. Ni siquiera podía mirarlo a la cara cuando le hizo semejante confesión. Cuando su hermana I., que ahora tiene 18 años, se enteró de eso también decidió sacar a la luz su verdad: que ella también había sido víctima de su tío.

 

En el juicio, antes de los alegatos, el acusado decidió declarar. Aseguró que la denuncia en su contra no era otra cosa que una venganza de su familia. “Nunca pensé que mi hermana me haría esto. Nunca jamás les falte el respeto. No lo puedo perdonar”, dijo.

 

Después Miguel Agundez, su abogado, señaló que existían contradicciones en los informes psicológicos y puso en duda las declaraciones de las víctimas.

 

"Me dio risa todo lo que decía (el defensor). Yo sufrí trastornos de ansiedad, ataques de pánico, intentos de suicidios y mi hermana se cortaba, por el daño psicológico. Pero este abogado decía que hacíamos eso porque nosotras pertenecíamos a una tribu urbana, en la que los chicos se cortan y son violentos, los emos", detalló.

 

Desde que J. lo denunció hace dos años, no volvió a cruzar palabra con su tío. Durante el debate oral apenas cruzaron una mirada, pero fue un contacto visual en el que ella le dijo algo de lo que tenía guardado. Fue al final de una audiencia. "Él se dio vuelta y quedamos frente a frente. Me miró fijamente. 'Mirá, pude hablar y ahora estamos acá, en esta instancia', sentí que le decía, porque él siempre se pensó que yo me iba a quedar callada", recordó. El acusado se sintió tan incómodo que tuvieron que retirar a la joven de la sala, para que a él pudiera llevarlo la Policía.

 

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