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El mensajero de la armónica

El reciente ganador de un premio Gardel habla de su fanatismo por el fútbol, su interés por las culturas originarias y su gusto por la cultura cuyana. Reflexiones y reversiones de un intérprete que cambió el flete por el bolsillo.

Por Miguel Garro
| 18 de junio de 2018

Este año fue el primero que Franco Luciani no estuvo en la grilla de Cosquín desde que en 2002 fue elegido como la revelación del festival. Sin embargo, eso no desanimó al armoniquista que tomó el 2018 para recorrer el país y presentar su nuevo disco “Anda en el aire”, un exquisito trabajo donde muestra, como es una constante en su carrera, temas propios y otros de autores reconocidos.

 

El músico rosarino le debe al festival cordobés mucho del reconocimiento que reunió en su vida artística. Por eso cree que luego de 16 años consecutivos de asistencia perfecta en la plaza Próspero Molina –como solista, como invitado o como parte de un homenaje, como ocurrió el año pasado con el recuerdo al “Cuchi” Leguizamón- “un pequeño alejamiento, no está tan mal”.

 

“Hace poco, un músico consagrado me decía que todos tuvimos alguna vez un primer enero sin ir a Cosquín. Espero volver el año que viene o cuando la organización lo considere”, sostuvo Luciani, quien en 2010, el año de la edición 50, fue elegido la consagración del festival.

 

Sin embargo, el 2018 trajo una buena noticia para Franco. Su disco ganó hace pocas semanas el premio Gardel en la categoría de folclore alternativo.

 

En una charla exclusiva con “Cooltura”, el solista se reconoció fanático de Rosario Central, una circunstancia que lo llevó a conocer a uno de sus ídolos, el humorista Roberto Fontanarrosa, también enfermo auriazul. A él le dedicó su primera composición, llamada consecuentemente “El canaya”. “He tocado en reuniones donde estaba, pero creo que no llegué a mostrarle ese tema”, se lamentó el autor.

 

Como hace varios años está radicado en Buenos Aires, Luciani perdió la costumbre de ir a ver a Central, pero no la pasión por el equipo que juega de local en el Gigante de Arroyito. Para él, la simpatía está tan arraigada que aún sin que Rosario Central consiga grandes resultados hace tiempo, el público “canalla” apoya al equipo, aunque es consciente que es necesario ganar algo para alimentar a las nuevas generaciones.

 

Hablando de generaciones, Franco se considera parte de una que surgió a finales de los 2000, el momento en que se vivió “un cambio muy especial para la música nacional”. El autor menciona a Ramiro González, José Luis Aguirre, Bruno Arias (“compartíamos manager en Córdoba y nos llevaba a tocar a Buenos Aires”) y hasta “Tonolec” como parte de su camada, aún cuando todos tienen unos añitos más que Franco y direcciones diferentes en cuanto a los estilos.

 

Las coincidencias más marcadas, sin embargo, se encuentran con Fabricio Rodríguez, otro intérprete de la armónica que lidera una banda solvente y que supo intercalar entre los clásicos folclóricos, temas de otros géneros como el rock y el cuarteto. También Luciani cree encontrar puntos en contacto con sus colegas del blues, que son más numerosos. “Me animaría a decir que todos somos hijos de Hugo Díaz”, dijo Franco para recodar al notable armoniquista santiagueño que abrió el camino del instrumento en la música nacional.

 


En el verano, el músico estuvo en San Luis y se interesó por la poesía de Antonio Esteban Agüero, de quien buscó casi desesperadamente las obras completas.

 

La preferencia de la tonada

 

Cuando está en su casa en plena tarea compositiva, Franco prefiere calentar los dedos en la guitarra con una tonada. “No diría que conozco la música cuyana hace poco, lo que sí diría que es un estilo muy particular, que tiene un nivel guitarrístico muy alto, pero lo que más me interesa es el romanticismo que exige su interpretación”.

 

El cuidado instrumental del gé- nero es otro de los elementos que llaman la atención de Franco, quien mencionó a “Algarroba. com” como renovadores del estilo por la inclusión de la percusión. Luciani creció con la convicción de que la música cuyana se hacía sin batería y por eso se sorprendió al escucharla.

 

Justamente la batería fue el primer instrumento que tocó en sus inicios el ahora solista. “Cuando empecé con la armónica me encontré con varios cambios: primero que ya no era en la banda el que estaba detrás de todos, sin hablar, sino que estaba al frente y en permanente contacto con la gente. Otro fue que pasé de cargar mi instrumento del flete a llevarlo en el bolsillo”.

 

Para marcar con firmeza ese cambio, en “Anda en el aire” Luciani prácticamente no usó percusión, a excepción de una batería de Facundo Guevara que aparece en un tema.

 

Tanto en sus discos como en sus presentaciones en vivo, Franco mezcla composiciones propias con creaciones ajenas de autores que admira. Para explicarlo, dijo que son muchas las razones por las que decide versionar pero que finalmente recae en una cuestión muy simple: los temas que hace tienen que gustarle.

 

“Si hago un tango tradicional voy a Piazzolla, si hago algo folclórico, voy a Raúl Carnota, pero obviamente primero tengo que pensar qué pasa con ese tema y con el instrumento”, dijo Franco, quien recordó que uno de sus primeros tríos lo formó con el propio Carnota, un músico que lo marcó para siempre.

 

“Lo empecé a escuchar por mi papá, que era fanático. Cuando empecé a tocar con Raúl, mi viejo se puso muy contento. Hasta nos presentamos en Shangai”, dijo Luciani, quien mencionó al notable folclorista como un músico, si bien no muy popular, tal vez por decisión propia, de una enorme influencia en el cancionero nacional.

 

“Creo que él le esquivaba un poco al reconocimiento masivo, pasa mucho con los músicos que son buenos de verdad, que están por encima del resto. Tienen otras búsquedas”.

 

Una voz, una armónica

 

¿Y cuál es tu búsqueda, Franco?

 

“Tengo varias -respondió-, pero la principal es poder ser un mensajero del sonido argentino en la armónica. Pintar mi aldea, eso que se ha dicho tantas veces pero que no es tan fácil. Yo viajo mucho al exterior y siempre digo lo mismo: ‘Soy esto y soy argentino’. Y a la vez toco un instrumento universal pero que tiene un sonido muy nacional”.

 

Otro de los objetivos que mantiene a Franco ocupado en su carrera es la preservación de la música en vivo. “Nosotros paramos un poco la antena porque vemos que la tecnología hace cosas que hace unos años creíamos de ciencia ficción. Eso nos llevó a casi la desaparición de la música en formato físico y no sabemos cómo se consumirá en 20 o 30 años, lo que sabemos es que la música en vivo va a estar siempre”.

 

La cuestión, entonces, es defenderla con el cuidado de los espacios que permiten recitales y con la asistencia a los conciertos que interesan. “Hay una generación que, como con Rosario Central y sus triunfos, debe ser alimentada con shows en vivo porque si no corre el riesgo de perder el gusto”.

 

Cuando en el exterior Franco se planta en el escenario con la idea de sonar argentino también plantea una identidad posible, que en la práctica tiene su correlato con el interés que demuestra por los pueblos originarios. En el verano, el músico estuvo en San Luis y se interesó tanto por las políticas públicas de defensa a las comunidades indígenas como por la poesía de Antonio Esteban Agüero, de quien buscó casi desesperadamente las obras completas.

 

“Creo que el respeto a las culturas originarias es un tema olvidado en la educación argentina. Tenemos una educación que no contempla de la mejor manera lo que sucedió con nuestros antepasados”, sostuvo el músico quien ya sea que esté en Canadá o en Chile aprovecha la estadía para preguntar sobre las comunidades indígenas.

 

Se encuentra en todos lados con realidades más o menos parecidas. “El ser humano siempre fue imperialista –reflexionó-, pero hay una cultura mucho más presente de lo que se piensa, sobre todo en la música y en las palabras Es un pasado de culturas muy vivas, casi intactas hasta hace muy poco tiempo”.

 

De ese interés se desprende que de no haber sido músico, Franco podría haber sido arqueólogo, una inquietud que, por ahora, no está tan presente en su obra. “Puede ser que aquí en adelante haya un poco más de eso en mis discos”, sostuvo Luciani y empezó a abrir las puertas para dar sus próximos pasos.         

 

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