12°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

12°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

EN VIVO

María Alejandra Barzola, una atleta rumbo a Mont Blanc

Nació en Concarán. Fue maestra jardinera. Es empleada de un hospital público. Acaba de competir en el desierto de Fiambalá, donde ganó su categoría. Es una de las pocas atletas argentinas que en agosto correrá en Francia 2018. 

Por Johnny Díaz
| 11 de julio de 2018

María Alejandra Barzola es una súper atleta sanluiseña que viene de obtener el primer puesto en su categoría en la quinta edición de Fiambalá Desert Trail Makalú 2018, que se corrió en Catamarca y es considerada una de las carreras más extensas y duras  del país.

 

Alejandra además fue cuarta en la general entre las trece mujeres que completaron la prueba, que tuvo una duración de cinco días y en la que ascendieron hasta los 5 mil metros. La nacida en Concarán hace 50 años registró un tiempo de 29 horas, 26' y 26'' para la totalidad de la prueba en el desierto Catamarca.

 

Hoy su sueño es viajar el mes próximo a Francia y participar de la competencia Mont Blanc, Francia, una de las carreras más difíciles y prestigiosas del mundo. Carta de presentación que le da su posición en Fiambalá.

 

Dice que de chica fue deportista y que empezó a buscar desafíos en distintas disciplinas. "En mi pueblo había tiempo para todo, no solo para el atletismo. Era alumna de la escuela "Eleodoro Lobos",  y cuando terminaban las horas de estudios, seguíamos juntos haciendo cualquier actividad relacionada al deporte o social".

 

"Era un hermoso grupo, entre ellos estaba Eduardo Ramosca,  con quien me puse de novia y después me casé. Él no era atleta sino que me acompañaba en todo, teníamos unos 15 años", detalla.

 

"La vida nos fue llevando ‑continúa‑ hasta que creamos el ballet Concarán, éramos unas diez parejas de baile, algunos de Merlo, yo hacía la coreografía y representamos a la provincia en numerosos festivales del país".

 

Alejandra dice que tenía dos trabajos: maestra jardinera y empleada administrativa del hospital de Concarán. Con la llegada de los hijos los tiempos se acortaron, pero siempre quería estar en actividad. Siendo docente se dedicó a trabajar con chicos con capacidades diferentes a través de pequeños emprendimientos de equinoterapia, enseñaban a los chicos a desenvolverse por sus propios medios y tiempo después inauguraron primero el centro "Amanecer" y luego otro en el hospital de la localidad, con el apoyo de los estados provincial y nacional.

 

"Me costaba mucho, era hiperactiva, el ballet y el yoga me servían para quemar energía y sentirme mejor, nos trasladamos  a Villa Mercedes y comencé a trabajar en el hospital mercedino, me dediqué a pintar en una escuela de arte y también equitación. Ahí empecé a practicar atletismo, vivíamos en un barrio muy seguro, fui incorporando, métodos y aplicando técnicas, corría, no competía hasta que un día fui a correr a San Juan, quería competir, ser participativa. El Facebook me ayudó a encontrar un montón de gente que hoy son mis amigos, incluso hacía de fotógrafa en las competencias hasta que llegó el momento en que mi hija me dijo: 'Si no te dedicaras a sacar fotos cuando corrés, hasta harías un podio'. Tenía razón y lo asumí".

 

La atleta relata que el 4 de enero de 2015, después de un intenso entrenamiento, hizo cumbre en El Aconcagua con Alberto Escudero. Partieron el 27 de diciembre y recorrieron la ruta 360, denominada así porque ese camino rodea el Aconcagua, pasa por plaza Argentina a la misma altura del refugio de Plaza de Mulas, donde los grupos se unen y ascienden hasta Cólera y de allí a la cumbre. "Fue una alegría indescriptible", manifiesta.

 

Cuenta que nunca dejó de entrenar y de seguir corriendo, pero entendió que no era lo suyo, que su vida necesitaba más contacto con la naturaleza porque esa actividad estaba más cerca de su personalidad. "Me lesionaba seguido y todo era más estructurado, sin querer me estaba condicionando, y me dije 'si no cambio, voy a perder la pasión'. Soy muy disciplinada, entreno y me exijo mucho y tuve lesiones por no planificar las rutinas, por eso opté por el trail  running, que lo veo más a mi forma de vida. Y acá estoy".

 

"Entendí que lo mío era la montaña. La paso bien y en terrenos difíciles soy feliz. Recuerdo que una vez me descalificaron por llegar tarde cuatro minutos, según nuestro cronómetro faltaban seis, pero sirvió, yo había ayudado a un compañero de ruta, eso era lo importante, lo demás para mí era secundario. Me lloré todo, me sentía impotente, no entendía que hoy en día hay que estar sujeto a la tecnología", agrega.

 

El recorrido de la quinta edición de Fiambalá Desert Trail Makalú 2018, que atravesó senderos de montaña y desierto, uniendo las ruinas incas de “El Shincal”, ubicadas en Londres, Catamarca, con el poblado de adobe de Palo Blanco, pasando por las termas de Fiambalá y las altas cumbres entre Tatón y Río Grande. Atravesó valles, cruzó arroyos de deshielo, ascendió altas montañas, cruzó el desierto más grande de Sudamérica y durmió en pequeños poblados al pie de la Cordillera de los Andes.

 

“Todo eso y mucho más es Fiambalá”, así lo cuenta la atleta sanluiseña, en diálogo con la prensa del Campus Abierto de la ULP y con la doble satisfacción: cruzó la meta entre las mejores. “Los dos primeros días fueron de montaña, mucho ascenso y piedras sueltas, jornadas muy técnicas con muchas bajadas, senderos en zonas que supieron usar los incas. Fue a correr por unas quebradas bellísimas y al llegar a la cima bajamos a una zona amazónica increíble, en medio de árboles, senderos tapados de vegetación. Fue increíble como pasamos de piedras y una zona muy agreste, a otra de pura vegetación”, describe Barzola.

 

Alejandra se lesionó el tobillo izquierdo, casi al final del segundo día. “Fue una torcedura, cuando llegué me asistieron y pude seguir enfocada en la carrera, eso ayuda a que el dolor no invada. Y pasamos a 56 kilómetros en el tercer día. Una etapa que fue para correr, con menos altura, un terreno mezcla de piedra y zona guadalosa pero sin trepada, que me llevó casi siete horas. Fue un día con abandonos y rescates”.

 

La cuarta etapa fue Tatón. "Hizo mucho calor. Fue correr con casi 30 grados y a mucha altura. Fue criminal. Y el cierre otros, 30 kilómetros, con la acumulación y cansancio a cuesta”.

 

Alejandra cuenta que sus tareas en el Campus, asistida por el profesor Emiliano Fernández, le mejoró muchos aspectos: “Tengo mejor técnica de carrera, me ayudó en la zancada, me manejo distinto y noto ese crecimiento en la carrera. Me corrigió posturas, la pisada, cómo acomodar el cuerpo, la respiración, me ayudó un montón y hoy me siento con más herramientas y el cuerpo responde distinto. Me rinde más, me canso menos”.

 

“Años atrás el podio no estaba en mí, pero poco a poco ingresó. Siempre dije que cuando empezara la competencia se terminaba la pasión, la libertad de parar y sacar fotos… pero ojo, me paré y saqué fotos (risas). Antes, en los últimos 10 kilómetros finales decía ya está, y era como que me boicoteaba y dejaba escapar posiciones, ahora fijé a mis rivales y fui a buscar”, resume.

 

Para la atleta de San Luis, que lleva seis años intensos de participar en competencias de montaña, "Fiambalá fue una carrera en la que te florecen muchas emociones, es muy exigente, son muchas horas de exposición, pero con una organización que es excelente. Es una de las mejores en todo, tanto en recorrido, como en la emotividad que se maneja y la solidaridad, porque se juntaron desde útiles y alimentos para llevar a escuelas y lugares muy necesitados y de acceso intransitable".

 

"Los corredores hicimos una campaña que te llena el corazón, me siento bien y ahora me enfoco en Mont Blanc”, añade sobre su próximo objetivo que será en agosto. A la prueba se llega por puntos obtenidos en otras competencias, de acuerdo al grado de desnivel y complejidad, lo que permite ingresar a un sorteo.

 

Ella no deja de agradecer a las personas que le permiten entrenar entre tres y cuatro horas diarias . “A mi familia que me rebancan, que no le falte nada a nadie, hay reclamos por fechas en las que uno no está, es sacrificado y muchas veces nos aleja de nuestros afectos. Gracias a la gente de Inti Anti, al Campus, a Emiliano Fernández mi entrenador y Germán Martini por el plan de entrenamientos, al doctor Rubén Pereyra y a todos los que con una palabra de aliento hacen todo más sencillo”.

 

Hoy entrena para correr en Francia del 27 de agosto al 2 de setiembre, una de las pruebas más exigente del mundo. La elite del trail mundial se reunirá en Chamonix. Habrá cerca de 10 mil participantes en una de las cinco carreras del evento. Lanzarse alrededor del Mont Blanc es ante todo vivir una aventura, una experiencia única en la que cada atleta deberá esforzarse y superar sus límites mentales.

 

Este periplo extraordinario en el corazón del macizo de 4.810 metros de altura según la última medición de 2013, permitirá a los corredores atravesar valles y arroyos y andar en senderos en pleno  contacto con la naturaleza, en un escenario alpino único en el mundo. Alejandra Barzola, la representante de San Luis, seguirá buscando carreras, pero tiene un objetivo fijo: “Quiero hacer los picos más altos de Sudamérica. Todo junto no se puede, vamos de a uno por vez”.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo