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El recorte, internas y la angustia de diciembre

El presidente enfrenta una carrera eleccionaria pero desconcertado por el futuro.

Por redacción
| 23 de julio de 2018

“¿Falta mucho para diciembre?” La frase de Mauricio Macri desconcertó a unos de sus hombres de confianza. Claro. El Presidente no estaba desorientado sobre el tiempo y espacio en el que vive, sino que miraba al horizonte, a ese mes que se convierte en tenebroso para los gobiernos cuando las cosas no marchan sobre ruedas, ese mes donde las carencias que alimentan las crisis parecen potenciarse. Sobre el escritorio del Presidente estaba el “paper” de cuatro páginas que había terminado de leer y que explicaba que esta vez no podría prometer, como otras veces, un mejor segundo semestre. El documento, crudo, mostraba que se vienen meses difíciles con una economía frenada y en retroceso y un mal humor social que se irá acrecentando conforme los precios sigan “acomodándose” al compás de los saltos del dólar y a medida que vayan llegando las boletas de los servicios públicos (en especial gas y electricidad), con los consumos de los meses más críticos. Será por eso, tal vez, que Macri entre semana se despachó con una nueva promesa de bajar la inflación, pero recién para el próximo año, un pronóstico temerario si se tiene en cuenta sus antecedentes fallidos en esa materia.

 

 Por más que al Presidente le guste llamar “tormenta” a la crisis, puertas adentro ya no porfía y dejó de reconocer la turbulencia económica como algo coyuntural: ya lo ve como un problema a corto plazo (piensa en diciembre y la posibilidad de un estallido) y, si las aguas no se aquietan, sabe que será una amenaza para la campaña 2019.

 

A pesar de ese escenario, Macri quiere cumplir a rajatabla con el ajuste de 300 mil millones de pesos que impone el FMI para llegar a la meta del 1,3% de déficit fiscal. En la última semana modificó la parte que le tocará a las provincias: la cifra pasó de 150 a 100 mil millones de pesos. Pero esa rebaja aun está por negociarse. Los jefes provinciales quieren ver por dónde pa-sará la tijera, aunque ya hay pistas: el gobierno nacional borrará de un plumazo unos 25 mil millones del llamado “Fondo de la Soja” que era destinado a obras públicas. También dejará de enviar el dinero del Fondo de Incentivo Docente y así se “ahorrará” otros 20 mil millones. El resto del ajuste tiene datos más vagos, pero se calcula que pasará por los ATN, obras públicas y programas sociales.

 

 Por las dudas algunos gobernadores ya abrieron el paraguas. La que más preocupada está es la bonaerense María Eugenia Vidal. En la última encuesta que repasó  vio cómo desde diciembre pasado a esta parte su imagen cayó por lo menos 10 puntos, “arrastrada” por la cercanía y comunión con el Presidente (que también viene en baja). Está desganada y sin ánimo de hacer los famosos “timbreos”.  Prefiere concentrarse en un plan de “contingencia” que ya tiene forma y que, aunque, asegura que no piensa en las elecciones 2019, huele a electoral pero además busca que sea un punto de apoyo para pasar fin de año en paz. Por eso dispuso reorientar fondos y ayudas sociales en una sola dirección: los 36 municipios (en total Buenos Aires tiene unos 135) donde habita, vive el 80% de los bonaerenses (léase electores). Y dirigido a las capas medias, disparó el “suculento” ahorro del 50% para compras en el super con la tarjeta de débito del Banco Provincia (”El banco es nuestro y puede dar pérdida”, repite entre los funcionarios de confianza la Gobernadora). Esa última medida dejó entrever la grieta que hay puertas adentro de Cambiemos porque recibió el rechazo explícito del jefe de Gabinete,  Marcos Peña. “El no gobierna la Provincia, que se ocupe de lo suyo”, disparó la Gobernadora. Además de Peña el propio presidente del Banco Provincia, Juan Curutchet, se oponía a la medida.  

 

Pero esos gestos de “independencia” tuvieron su contrapartida. La línea más cercana al Presidente se regodea con el escándalo que esta semana tuvo que enfrentar la Gobernadora: en su rol de jefa del PRO Buenos Aires está denunciada por falsedad de documento público, robo de identidad y lavado de activos a partir de la aparición de aportantes “truchos” a la campaña de Cambiemos. La primera reacción de Vidal  fue echar a un fusible: la contadora general bonaerense y principal recaudadora de la campaña electo-ral, María Fernanda Inza. “Pero el tema está lejos de haber terminado. Por un caso de corrupción similar, en España se tuvo que ir el presidente Rajoy”, comparó con gusto un hombre que responde al eje Peña – Frigerio, ambos enfrentados con el tándem que encarnan la gobernadora Vidal y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.

 

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