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Un informe de 1.356 páginas reveló miles de casos de curas abusadores

El escrito revela redes de sadomasoquismo, violaciones con uso de somníferos y hasta abusos en hospitales encubiertos por la Iglesia durante décadas.

Por redacción
| 15 de agosto de 2018

Un informe de 1.356 páginas, difundido por la Corte Suprema de Pensilvania, revela abusos sexuales de más de 300 sacerdotes a más de mil menores de edad encubiertos durante décadas por la Iglesia. Las paginas están repletas de descripciones conmovedoras y de crudos ejemplos de impunidad.

 

Uno de los ejemplos es que en la diócesis de Erie un cura confesó haber cometido en los ochenta violaciones anales y orales a unos 15 chicos, uno de ellos de solo siete años. Cuando se reunió con el abusador, el obispo de la diócesis lo felicitó por ser una “persona cándida y sincera” y por los “avances” logrados en controlar su “adicción”. Y cuando finalmente el cura fue expulsado, el obispo declinó explicar los motivos. “Nada más debe indicarse”, escribió.

 

Las investigaciones dejan a la luz una cruel tolerancia a la pederastia en 54 de los 67 condados de Pensilvania. La mayoría de los abusos se han prescrito por haberse cometido hace tiempo o porque sus autores ya están muertos. “Pese a algunas reformas institucionales, en general los líderes individuales de la Iglesia han evitado una rendición de cuentas pública. Los curas estaban violando a pequeños niños y niñas, y los hombres de Dios que eran responsables de ellos no solo no hicieron nada sino que lo ocultaron todo”, reza la conclusión de las pesquisas.

 

Otro ejemplo es el de un cura que violó a una niña de siete años cuando fue a visitarla al hospital después de que la operaran de amígdalas. Otro sacerdote le dio a un chico una bebida que hizo que no recordara qué había pasado la noche anterior cuando fue violado analmente. También hubo otro que acabó dimitiendo tras años de acusaciones, pero eso no impidió que la Iglesia le hiciera una carta de recomendación para su nuevo trabajo en el complejo Walt Disney World.

 

"Algunos niños y niñas fueron manipulados con alcohol o pornografía. Algunos fueron llevados a masturbar a sus agresores, o fueron manoseados por ellos. Algunos fueron violados por vía oral, algunos por vía vaginal y otros por vía anal. Pero todos ellos fueron ignorados, en cada parte del Estado, por los líderes de la Iglesia que prefirieron proteger a los abusadores y a su institución por sobre todo", afirma el trabajo.

 

También en la diócesis de Erie, el obispo descubrió en 1986 que un reverendo había masturbado a un adolescente varias veces en la década anterior con el pretexto de enseñarle a descubrir posibles signos de cáncer. Cuando el padre de uno de los niños abusados se quejó, el arzobispado le pidió “discreción” y que evitara buscar nueva información porque sería “dañino e innecesario”. “Es obvio en este momento que no está pendiente o se está considerando ninguna acción legal”, escribió el obispo.

 

En Pittsburgh, la cúpula eclesiástica desestimó las quejas de abuso a un chico de 15 años porque el menor había “buscado” al sacerdote y lo “sedujo” para iniciar una relación. El cura acabó siendo detenido pero, en su evaluación interna, la Iglesia destacó que, aunque el sacerdote había admitido haber llevado a cabo actividades “sadomasoquistas” con varios niños, esas eran “suaves”. También ahí mismo existió una red de curas que se coordinaban entre ellos para utilizar “látigos, violencia y sadismo al violar a sus víctimas”, según detalla el informe.

 

Los investigadores están disconformes por no haber recibido documentación reciente. Aún así, las pesquisas sugieren que, pese a las reformas prometidas por la cúpula eclesiástica estadounidense y el Vaticano, los patrones de encubrimiento no han desaparecido del todo. Por ejemplo, la diócesis de Allentown recibió en 2009 una queja de abusos sexuales cometidos en los años ochenta por parte de un sacerdote, que había tocado los genitales de un chico de 13 años. La diócesis le pidió explicaciones al cura, que por entonces ya estaba retirado, y él alegó que fue accidental. Como resultado, en diciembre de 2014, el obispo de Allentown comunicó al Vaticano que no expulsaría al cura del sacerdocio. El religioso murió al año siguiente.

 

 

NA

 

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