Rendir cuentas en cualquier posición

Entre los muchos errores que se le atribuyen a Donald Trump, quizás ninguno sea tan delicado para su futuro, como el enfrentamiento a las mujeres que lo denuncian por acoso sexual. El mundo de la segunda década del Siglo XXI, exige rendir cuentas acerca de la conducta de los hombres respecto de las mujeres.

Esa exigencia está largamente argumentada en siglos de opresión, de violencia, de maltrato, de menoscabo. En siglos de considerar a la mujer “una cosa”, o una propiedad inmutable. El hombre que hoy está sentado en el sillón más importante del mundo también debe rendir cuentas, porque la historia lo exige.

Pero, el presidente de los Estados Unidos, arremetió contra las mujeres que lo señalan de acoso sexual, denunciando “falsas acusaciones e historias inventadas” y atacó agresivamente a una senadora demócrata, alegando en una formulación ambigua que ella “haría cualquier cosa” por dinero.

Ese “cualquier cosa” es un eufemismo rabioso de Trump para considerar prostituta a la senadora en cuestión. Disimulado o no, es lo que piensa. Habrá que reconocerle entonces al presidente su coherencia en los conceptos a los que adhiere. También es hora de considerar el discurso desde otro lugar.

Lejos de apaciguar la controversia o despejar dudas, su virulenta respuesta, que provocó un aluvión de reacciones indignadas, podría ayudar a arrojar un poco de luz sobre su comportamiento con las mujeres.

Tres de ellas se juntaron para contar que fueron sexualmente hostigadas por Trump antes que se postulara a la presidencia e instaron a los legisladores a abrir una investigación sobre el comportamiento del mandatario: Rachel Crooks, Jessica Leeds y Samantha Holvey, quienes ya denunciaron a Trump durante la campaña presidencial del año pasado, aparecieron en la cadena de televisión nacional NBC para exigir que el presidente sea responsabilizado por sus actos.

Crooks, ex recepcionista en la Trump Tower de Nueva York, afirma que Trump la besó en la boca en 2005 después que ella, que entonces tenía 22 años, se le presentara. Leeds dice que Trump la toqueteó en un vuelo comercial, en tanto Holvey alega que el presidente se comportó de manera inapropiada cuando concursaba en el certamen de belleza Miss USA, al aparecer tras bastidores cuando ella y otras mujeres estaban desnudas.

Trump contraatacó en Twitter, señalando a sus opositores demócratas de incitar a las mujeres a hablar con periodistas sobre el presunto acoso: “A pesar de las miles de horas desperdiciadas y de la cantidad de millones de dólares gastados, los demócratas no han podido mostrar ninguna connivencia con Rusia, así que ahora están pasando a las acusaciones falsas y las historias inventadas de mujeres que no conozco y/o nunca conocí. ¡Noticias falsas!”, tuiteó.

A comienzos de la semana, 54 legisladoras demócratas pidieron investigar al presidente. “No podemos ignorar la multitud de mujeres que han hecho acusaciones contra Trump”, escribieron en una carta dirigida a la comisión de investigación de la Cámara Baja, en un gesto esencialmente simbólico ya que la comisión como la cámara están dominadas por la mayoría republicana.

Es probable que, de iniciarse una investigación, y que la misma llegue hasta la verdad; pueda comprobarse la inocencia del presidente de los Estados Unidos. O pueda comprobarse la veracidad de las acusaciones. Hay un tema central, sin embargo, que trasciende la enorme importancia de culpabilidad o inocencia. Ese tema es la aceptación de que ante las acusaciones (falsas o reales), es necesario rendir cuentas.

Es muy importante que empresarios, políticos, religiosos, hombres de la cultura, profesionales; lo que sean, rindan cuentas. Es muy importante que lo haga el hombre que detenta el mayor poder. Es saludable y no requiere otra explicación.