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El incumplimiento más patético

Por redacción
| 17 de diciembre de 2017

Abundan en todos los medios de comunicación, y son particularmente elocuentes en las redes sociales, afirmaciones que describen serios incumplimientos por parte del Presidente de todos los argentinos, respecto de sus promesas de campaña. No son solo objetivos no alcanzados. En muchos casos son objetivos alcanzados, pero exactamente en un sentido contrario al prometido. Para comenzar con cuestiones concretas y de fácil comprobación: ha desaparecido el “Fútbol para todos”, cuando expresamente se señaló que esto no sucedería. No se pretende aquí emitir juicios de valor acerca de cada cuestión. Lo real, es que se prometió una cosa, y se hizo exactamente otra.

 

Las variables macroeconómicas de la Argentina muestran un comportamiento preocupante. Hay un déficit comercial alarmante. Existe un alto déficit fiscal. La tasa de interés es elevada, y da lugar a múltiples especulaciones financieras. Se mantienen altos niveles de inflación, aumentan los precios y los valores de esos incrementos ya superan la previsión oficial manifestada de un modo concreto en el cálculo presupuestario 2017. La deuda externa  crece mucho y a diario. Esta cuestión es muy delicada, ya es reconocida y preocupa a muchos economistas, incluso a los afines al paladar del gobierno. Este rubro deja de manifiesto algunos comportamientos muy particulares. La deuda externa fue motivo de las más diversas miradas, y generó y genera serias dificultades al país. En estos dos años el gobierno nacional la incrementó casi sin pausa. Y fueron muy pocas las voces que hicieron foco en esta cuestión. Valga el reconocimiento al Gobernador de San Luis, que en cada oportunidad que le fue posible, alertó sobre el indebido crecimiento de los compromisos con el exterior. Incluso, en la reciente reunión en el Congreso con motivo del Pacto Fiscal, expresó con toda claridad que se pretendía arreglar el frente interno de manera de poder seguir contrayendo deuda con el exterior. El desempleo es elevado, y nada se resolvió en materia de pobreza y de indigencia. Si se pretende juzgar transparencia y lucha contra la corrupción, las demandas han quedado insatisfechas por la presencia de fuertes denuncias, que por el momento no encuentran en la justicia, la celeridad necesaria. Claramente, no la misma que está caracterizando el avance de causas cuyos protagonistas son de otro signo político. Cabe aclarar que estas mismas causas, hoy de andar vertiginoso, otrora padecieron la sugestiva lentitud que la misma justicia les impuso. Está claro que el deterioro es importante. El panorama no se presenta demasiado alentador. Lo que cuesta admitir, sobre todo en lo que  a la economía se refiere, es que se pretenda hablar de sorpresa. Ni el origen político del actual primer mandatario, ni su formación, ni su prédica a lo largo de su actuación pública, permitían vislumbrar una gestión diferente. Por lo menos en lo que a sus planes refiere. Si alguien lo esperaba cercano al socialismo, deberá revisar sus lecturas políticas. Si alguien creía que lo social iba a teñir su agenda, es evidente que  no lo conocían, o estaba mal informado, o que creía de un modo exagerado en los cambios de ideas y de personalidad. Macri, es Macri, siempre lo fue. Y esto, independientemente, de promesas incumplidas. Independientemente, de mentiras electoralistas. Para aclarar, no es el giro que allá por los noventa tuviera Carlos Saúl Menem. Es otra cosa.

 

La violencia debe ser condenada en todas sus formas. Siempre. No es nunca la solución. Es un problema en sí misma. La paz social es un altísimo valor para cualquier sociedad. Los ciudadanos deben actuar con seriedad. Los gobiernos con firmeza, con prudencia y con  muchísimo sentido común. Gobernar es muy difícil. Requiere eficacia y certeza. No es una actividad que permita improvisar. Los errores se pagan muy caros, y los pagan todos. Las ecuaciones económicas pueden dar el resultado que sea. Los gobernantes no se pueden guiar por algoritmos matemáticos, muy sostenibles desde la teoría, pero muy frágiles al contraste con la realidad. De todas las promesas incumplidas, la de ayudar a superar la famosa brecha debe ser, quizá, la más patética.

 

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