Los brotes de cólera, a lo largo de la historia, han dejado centenares de miles de muertos, en la múltiple geografía del planeta. En la actualidad, no se sabe mucho al respecto porque básicamente es una enfermedad que se había erradicado en Occidente. Pero eso podría cambiar debido a varios factores que favorecen su propagación a escala global.
La epidemia del cólera en el noreste de Nigeria, donde actúa el grupo yihadista Boko Haram, ya suma 175 muertes y afecta a más de 10.000 personas, advirtió Norwegian Refugee Council (NRC).
La enfermedad se propaga rápidamente en los campamentos de desplazados, que tienen un acceso limitado a instalaciones sanitarias decentes, argumenta el NRC.
La temporada de lluvias agravó la situación. Y el presidente nigeriano, Muhamadu Buhari, en campaña electoral para ser reelegido, declaró el estado de emergencia sanitaria durante una cumbre sobre el acceso al agua.
En Nigeria, el país más poblado de África con 180 millones de personas, una cuarta parte de los habitantes no tiene acceso a baños y el acceso al agua corriente ha caído del 32% en 1990 al 7% en 2015, recordó el presidente de Nigeria.
La insurrección de Boko Haram -y la represión por parte del ejército-, causó más de 34.000 muertos desde 2009, así como 1,8 millones de desplazados que no pueden volver a sus hogares.
El último brote de cólera en Estados Unidos, la primera potencia económica del mundo, fue en el Siglo XIX, luego se logró erradicar gracias al tratamiento del agua para consumo y de las aguas residuales, gracias a lo cual se evitó la propagación a través del líquido vital.
Pero ahora el cólera resurge en distintas partes del mundo y puede causar muchas más muertes debido a varios factores. El cólera se contagia por alimentos o bebidas contaminadas con la bacteria causante de la enfermedad. Y debido a que se transmite a través del agua, en algunos lugares de Occidente, la gente se contagia por productos marinos contaminados.
En los países en desarrollo, mucha gente toma agua de los ríos, que otras personas han contaminado. Lo que favorece su propagación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) registró 150.000 casos anuales, en promedio, durante la última década.
El cólera sigue siendo común en lugares con malos sistemas de saneamiento o donde, directamente, no hay. En muchos países de África, América Latina y Asia meridional es una enfermedad endémica.
En los países tropicales donde no hay suficiente frío como para matar a la bacteria, más el agua subterránea insalubre que se mezcla con el agua potable, se produce un escenario que favorece la propagación de la enfermedad, desde un paciente hacia toda la comunidad.
El entorno impide la erradicación total de la bacteria, por lo que se suele encontrar en ambientes hacinados. Las tormentas y las inundaciones también impactan sobre los sistemas de suministros de agua, al mezclar agua contaminada con la potable.
Asimismo, la enfermedad resurge en zonas de guerra y campamentos de refugiados hacinados, en los que no se puede mantener la pureza del agua. Ése es el caso de Yemen y Siria, golpeados por guerras civiles, los peores ejemplos de esta situación.
El brote de cólera en Haití muestra que la enfermedad puede volver muy fuerte, luego de desastres naturales, que interfieren con la distribución de agua. Pero también la globalización favorece el contagio.
En Haití, la epidemia se disparó por la presencia de soldados de las fuerzas de paz de la Organización de las Naciones Unidas, que llevaron la bacteria desde Nepal, tras lo cual, la falta de higiene hizo que se propagara con gran rapidez. Ese brote dejó 10.000 muertos y otros cientos de miles infectados.
Bangladesh tiene cólera endémica, y la solución fue vacunar contra la enfermedad. Vietnam creó un programa para evitar que los humanos fueran vectores de la enfermedad.
La globalización puede llevar el cólera a países que la habían erradicado hace tanto tiempo, que los médicos no sabrían cómo tratarla bien. Lo que puede agravar la situación al punto que sea difícil de contener. Es un peligro real y grave.
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