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Se conocieron por Internet y recorrerán el país en un colectivo

Acondicionaron un Mercedes Benz modelo 93. "Hay que animarse a ir detrás de los sueños. Éste es el nuestro y lo queremos cumplir", dijeron.

Por Ayelen Anzulovich
| 10 de marzo de 2018
Fotos Denis Norambuena.

Su historia parece salida de un capítulo de una novela romántica con encuentros y desencuentros. Pero el destino los unió para que comenzaran una historia real. Adriana Furloti y Daniel Cardosa son de Villa Mercedes, pero antes de conocerse nunca se habían cruzado. Una página web de intercambio de alojamiento fue el medio para que se encontraran y unieran sus vidas. Compraron un colectivo Mercedes Benz modelo 93 al que acondicionaron para vivir y ya salieron de su ciudad con la meta de recorrer el país.

 

Adriana tiene 30 años y siempre vivió en Villa Mercedes; hija de Raúl y María, ella es la menor de dos hermanos. La joven se recibió de contadora y trabajaba en una fábrica como analista contable. Cuando decidió irse de vacaciones con unas amigas, antes de partir, hace unos seis años, se hizo un perfil en la página CouchSurfing, una red social donde la gente se ofrece para hospedar viajeros o acompañarlos a conocer la ciudad. A su vuelta se dio cuenta de que no quería seguir con su vida rutinaria. Tenía en mente dejar su trabajo. Necesitaba un cambio y estaba en la búsqueda de algo distinto.

 

Lo que no se esperaba Adriana era que en la misma ciudad hubiera alguien más con espíritu aventurero. Ahí estaba Daniel de 32 años, quien venía desde Córdoba. Un solo mensaje fue lo que bastó para que dieran los primeros pasos. “Cuando volví de mi paseo me fijé y tenía una solicitud en mi perfil. Lo vi y había pasado un mes desde que me lo habían mandado”, dijo Adriana sentada en la cocina que tiene el colectivo. 

 

“Me quedaba una semana para irme de Villa Mercedes”, expresó Daniel, quien agregó que cuando vio la contestación no dudó ni un segundo en juntarse. “Nos pusimos de acuerdo con 'Adri' y nos vimos. Cuando empezamos a charlar nos dimos cuenta de que teníamos proyectos parecidos. Ella estaba ahorrando para irse de mochilera y yo venía de recorrer el sur en bicicleta. Conocía lo que era estar en carpa, mojarme e ir con todo a cuestas. Quería algo un poco más cómodo”, reconoció.

 

En el 2015 la pareja ya vivía en un departamento que alquilaban. Igual la idea de continuar con su recorrido seguía intacta. Un día caminando juntos, Daniel, a modo de chiste, dijo: “Mirá que lindo ese colectivo, que bueno sería poder viajar en uno de esos. Para su sorpresa, su novia le contestó que sí. Así fue que los dos empezaron a formar el proyecto que tanto anhelaban.

 

“Comenzamos a soñar juntos. Tres meses estuvimos averiguando y consultando precios”, detalló Adriana, quien agregó que en un principio pensaron en una combi. “Para sorpresa nuestra estaban mucho más caras. Pero la solución estaba más cerca de lo que creíamos”, expresó mientras recordaba el momento exacto en el cual, por fin, encontraron lo que tanto habían buscado. “A siete cuadras de donde vivíamos había un colectivo Mercedes Benz modelo 93 estacionado. Automáticamente fuimos a charlar con el dueño y hasta nos sacamos una foto”, precisó entre medio de risas.

 

"Al otro día que vimos el cole fuimos y en menos de cuarenta minutos ya habíamos hecho la transferencia. Fue genial. Lo amamos desde un principio y a partir de ahí todo se fue dando. Lo bautizamos como  'El Bondiola'”, señaló Daniel.

 

Finalmente los mercedinos se pusieron en marcha y comenzaron a reciclar lo que pronto sería su refugio. “Primero empezamos sacando los asientos. Después vimos que estaba dañado porque le había entrada agua y también tenía el desgaste propio de su uso”, resaltó la joven, quien hizo silencio y recordó una anécdota. “En realidad tomamos un talonario viejo de remito y nos fijamos cuanto espacio tenía y dijimos: 'acá va la cocina, el baño, la heladera y así sucesivamente'”, aseguró Adriana.

 

Dentro del colectivo todo está distribuido de una forma en donde se puede transitar tranquilamente. En un pasillo está el baño, que tiene una puerta corrediza. También está la habitación donde arriba de la cama descansaba un gato negro. Al fondo del vehículo,  Daniel armó un taller en donde trabaja con sus artesanías. Al costado hay dos bicicletas, perfectamente acomodadas. 

 

Nada fue dejado al azar por estos entusiastas viajeros, todo está acomodado y preparado para que cada objeto tenga su utilidad. “La premisa era que estas debían ser nuestras herramientas de trabajo, nuestra casa y nuestro medio de transporte. A Adriana le gusta cocinar, por eso pensamos que también puede vender las cosas que prepare y yo tengo el taller en donde puedo trabajar con las artesanías que hago”, manifestó Daniel. 

 

Al momento de recordar a quienes los ayudaron a poner en condiciones a “Bondiola”, a Adriana se le llenaron los ojos de lágrimas. “Mi papá trabajo duro con 'Dani'. Es carpintero y sabe hacer de todo. Sin él no hubiéramos sabido hacer nada. Toda nuestra familia nos apoyó y nos acompañó en este hermoso proceso”, destacó y contó que su mamá le había mandado un mensaje. “Me escribió te extraño hoy y todos los días”, recalcó.

 

La fecha de inicio de esta aventura era el 16 de febrero, pero antes de hacerlo querían dejar todo acomodado, salir sin ninguna preocupación y nada que los atara. Cerraron el departamento, intercambiaron algunas cosas, vendieron un auto y por supuesto, guardaron todas sus cosas. “Antes de salir vivimos siete meses adentro del colectivo, queríamos ver cómo funcionaban las cosas acá. Nos preparábamos la comida y la traíamos acá. Nos fue bastante bien. Estábamos ansiosos queríamos salir ya”, resaltó Daniel.

 

Mientras Adriana seguía cebando mate, su novio contó que para costear esta aventura se van a dedicar a la venta de postales de su viaje. Las ofrecen por Facebook o vía e-mail. También van a vender artesanías. “Yo soy decorador de interiores, me gusta restaurar bicicletas o hacer trabajos temporarios. Adriana trabaja con su computadora vía online, cocina y le gusta la fotografía. Trataremos de hacer las cosas que nos gustan”, aclaró.

 

A la hora de manejar el gran colectivo las tareas se reparten aunque Daniel sonriente confesó que la joven es la que más hace. “Es un alivio porque nos vamos acompañando los dos”, expresó la pareja.

 

A veinte días de haber salido de su querido Villa Mercedes, hoy los aventureros siguen en San Luis. “En un principio pensamos en ir a Merlo, pero por una cosa u otra decidimos venir acá. Pensamos quedarnos unos días más y seguir camino para Mendoza. No tenemos fecha de regreso, sólo el  de ida. Acá tenemos todo lo que necesitamos, es nuestro hogar”, precisaron.

 

Ambos coincidieron en que hay que animarse a ir detrás de los sueños. “Este era el nuestro y acá estamos tratando de cumplirlo. No todo es color de rosa, no es fácil, pero las recompensas son muy lindas. Lo importante es plantearse desafíos y si no se puede hay que buscarle la vuelta si no es por este camino será por otro”, finalizaron.
 

 

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