22°SAN LUIS - Viernes 29 de Marzo de 2024

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Entre el complejo sojero y la nueva Ley de Semillas

La semana pasada, en la primera parte de la entrevista que realizamos con el Ministro de Agroindustria de la Nación, Luis Miguel Etchevehere, hablábamos de dos temas bien actuales y que tienen que ver con políticas públicas para el campo y, en especial, para los granos. En esta segunda entrega, profundizamos con el funcionario sobre otras producciones que integran al sector más dinámico de la economía nacional y que también están registrando problemas y pidiendo soluciones. 

 

—Semanas atrás hubo una marcha frente al Ministerio, acompañada por la Federación Agraria Argentina, que pidió respuestas por el Monotributo Social Agropecuario. ¿Qué es lo que está pasando en torno a este tema?
—La verdad es que el Monotributo Social Agropecuario es un subsidio que se viene dando, de manera gratuita, desde hace 10 años. Quienes estaban anotados en ese plan no pagaban el costo del monotributo y, además, tenían obra social, jubilación y la posibilidad de facturar hasta 107 mil pesos por año. Es decir, por esta misma categoría, el trabajador de otra área paga $1.100 por mes y quienes estaban dentro del Monotributo Social Agropecuario, nada. Lo que hicimos fue averiguar si estaba realmente funcionando, si estaba dando resultados y pedimos el reempadronamiento de los beneficiarios. El único requisito que debían presentar era una factura del último año. Aquellos que cumplan con este pedido van a seguir teniéndolo de manera gratuita hasta fin de año. La diferencia está en que a partir del 1º de enero de 2019 dejará de ser gratis y tendrá un costo de $260 por mes.
 
—Además de lo que sucede con el Monotributo Social Agropecuario, ¿cómo está el resto de la Agricultura Familiar? 
-El área está muy activa. De acá a fin de año tengo 110 eventos de Agricultura Familiar en los cuales vamos a entregar fondos a verdaderos agricultores familiares. Hacemos lo mismo que con el monotributo, somos muy exigentes en el control de quiénes son los beneficiarios de esa plata que sale del Estado y cómo va a mejorar la producción o el entorno del productor que la recibe. Todos los programas de la Subsecretaría siguen, pero cuidando la plata porque somos conscientes de que debemos ser muy exigentes con el dinero que aportan aquellos que están pagando impuestos.
 
—En el Ministerio hubo muchos despidos. ¿Van a seguir?
—Lo vamos a seguir reestructurando, nuestro ministerio sigue la misma lógica que el resto. Creemos que tenemos que tener un Estado eficiente, que el productor sienta que hace la diferencia. Que en lugar de ser un peso, sea una ayuda; que ponga condiciones para que la producción pueda seguir progresando, generando empleo y ayudando en la reducción de la pobreza.

 

—Hay otra crisis que ya es estructural y que todavía no tiene solución. ¿Qué va a pasar con la lechería?
—Va a pasar lo que podamos construir, lo que estamos haciendo con toda la cadena.
 
—¿Por qué cuesta tanto?
—Hay muchos temas a considerar. Por ejemplo, somos conscientes de que esta devaluación que le vino bien a tantos sectores, a la lechería le subió algunos costos. Entonces en momentos así juntamos a la mesa de competitividad, buscamos las herramientas necesarias. Una puede ser el Banco Nación con sus líneas de crédito. Pero en el trasfondo, lo que estamos haciendo es tratando de dialogar y de ponernos de acuerdo en qué tipo de lechería queremos. Pensamos que no hay que apuntar a una lechería que hable de saldos exportables, porque eso es nefasto, ya que cada vez que se incrementa la producción se inunda el mercado interno, baja el precio y ahoga al productor. A lo que tenemos que apuntar es a una lechería de cara a la exportación, pero eso todavía tenemos que pulirlo. Especialmente en las empresas más chicas, en las Pymes.
 
—¿Pero qué hay que hacer para que eso le llegue rápido al productor?
—Por un lado, hay que trasparentar la cadena, evitar que haya posiciones dominantes y abrir mercados para que haya competencia. Sabiendo que vos como industria podés vender mejor la leche en polvo, que podés colocar tus productos afuera, tenés que competir para quedarte con esa leche. Y para eso tenés que pagar más que otra usina. Y eso se traduce en mejor precio para el tambero.

 

—Pero cuesta…
—Está bien, pero queremos soluciones de fondo.

 

—¿Podemos coincidir en que la plata que le falta hoy al tambero está en la cadena?
—Sí, pero la solución de ponerle precio a la leche sabemos que no funciona. Nosotros pensamos en abrir las exportaciones, que empiece a haber salida al exterior y, de esa manera, que tenga un mejor precio el productor, porque el industrial va a tener que pagar más.
 
—Pero el hecho de que la leche se exporte no es decisión del tambero…
—Claro, tenés razón. Pero si sos un industrial y hoy tenés un precio al que podés vender en el mercado interno y uno más atractivo en el externo, vas a vender afuera y no vas a quedarte acá para planchar el precio.
 
—¿No hace ruido que en este momento delicado que pasa la lechería estemos importando productos lácteos?
—No, primero porque es muy poco lo que se importa, y segundo porque no hay otra opción.

 

—Pero eso de que es muy poco es relativo. Hace meses, por ejemplo, decían que la importación de porcinos era muy pequeña y hoy vemos que hay cada día más y más. 
—Si querés vender hay que abrir las fronteras. Nadie te compra si no te puede vender…

 

—¿No hay riesgo sanitario en las importaciones que estamos haciendo?
—Bueno, hay protocolos sanitarios que se firman de común acuerdo y que se atienen a todas las reglas vigentes. Lo que nosotros consideramos es que hay que ser muy competitivos, no solo para vender a buenos precios afuera, sino que también, a pesar de tener el mercado interno abierto, nadie te pueda entrar. Pero bueno, eso sabemos que tampoco depende hoy de Agroindustria, tiene que ver más con una economía estable. Y en eso estamos trabajando.

 

—Claro, pero acá hay algo que hace ruido. ¿Cómo hacés para competir con aquellos países productores de alimentos que subsidian a sus productores? 
—Lo que contrarresta al subsidio, al proteccionismo, son los acuerdos comerciales. Y en eso debemos seguir trabajando como lo estuvimos haciendo en estos últimos años. 

 

—Mirando a China entendemos que ellos quieren comprar todo tipo de alimentos producidos en la Argentina. Pero lo que piden es continuidad y volumen, y eso a nuestro país todavía le falta. Entonces, ¿cómo hacemos para entender lo que realmente significa la aspiradora china y para fomentar la producción de esos bienes que ellos requieren? 
—Si hay algo maravilloso que tenemos en la Argentina son los productores, tienen un talento increíble y no hay que explicarles nada. Actualmente hay tres tipos de negociaciones con China, están los grupos de punta que ya tienen gente y sociedades allá; está el segundo grupo que son aquellos que hoy están cerrando tratos en diferentes rubros; y después viene el resto, a los cuales estamos ayudando con capacitación y mostrándoles cuáles son los pasos para exportar…

 

—Tenés que tener el producto también. Con talento solo no alcanza...
—Sí, por supuesto, tenés que tener el producto y además no dejarte abrumar. No es que todos los negocios son gigantes y si no vendés millones de toneladas no hay nada. Hay para todos los tamaños de negocios. Hay que darse a conocer y tener la gimnasia de trabajar de acuerdo a los volúmenes que uno fabrica. Tenemos además que generar confianza, que el mundo vea que contamos con buenos productos, que están disponibles y que no hay problemas en el tema sanitario.
 
—¿Y con  Estados Unidos qué pasa?
—Estamos trabajando para generar esa confianza que necesitamos y poder volver con nuestra carne vacuna al mercado norteamericano. Lo mismo hicimos con el resto de mercados que logramos abrir o recuperar para cada uno de los diferentes productos de nuestro país.
 
—Acá hay algo fundamental cuando pensamos en exportar: la informalidad de muchas cadenas productivas.
—Claro, para exportar tenés que formalizar. Cuando comenzás a exportar se dan dos o tres cuestiones, la primera es que viene el banco a financiarte; segundo, generás empleo; y para esto es absolutamente necesario no estar en negro. Y eso trae como tercer punto la posibilidad de bajar la presión impositiva. El caso de la cadena de la carne es un ejemplo, ahí pudimos blanquear muchos eslabones, bajar impuestos y creció la recaudación. 

 

—¿No te parece que todo eso que decís está un poco distante de la realidad del productor, que no para de tener urgencias como la seca o la inundación, y que por ahí empieza a sentir cierta desilusión con este Gobierno?
—Con ellos estamos trabajando mucho en las 30 mesas de competitividad que tenemos formadas, con los 535 grupos de Cambio Rural, con el INTA, Senasa y más lo que podamos hacer con el productor individualmente, siempre acompañándolos. Con un objetivo claro, hoy los ayudamos, pero en el momento que ese productor empieza a funcionar tiene que ayudar a otro.

 

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