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La crisis obligó a cambiar los hábitos de consumo

Las costumbres y preferencias de la gente mutaron a raíz del alto costo de vida. Las estrategias que adoptaron distintos actores para hacer rendir su dinero sin morir en el intento. 

Por redacción
| 30 de septiembre de 2018
Distribuidoras.Ahora los consumidores buscan precios en las mayoristas. Foto: Martín Gómez.

Un ojo avizor, la calculadora a mano y la resignación de aquellos gustos que se dan los comunes mortales cuando los sueldos llegan a sus cajas de ahorro. A ese combo, completo, apelan desde hace meses los puntanos con tal de aguantar la durísima crisis económica que azota al país. La inflación galopante, la suba de las tarifas de los servicios y la presión de cumplir con las deudas contraídas son el explosivo cóctel que desdibujó las sonrisas de los sanluiseños, pero a la vez, los obligó a modificar sus hábitos. Muchos, o todos, para mal. El Diario de la República dialogó con decenas de consumidores de productos y servicios de todo tipo, con gerentes de empresas que comercializan elementos de la canasta básica, almaceneros, economistas y también con responsables de financieras y sus opiniones, como los viejos caminos que conducen a Roma, coincidieron en que la gente apeló al ahorro extremo, la reducción de los gastos familiares menos importantes y a la elección de segundas marcas como herramientas para soportar los cachetazos que les prodiga el bolsillo. No hay otra.

 

En todos los supermercados, que ostentan una guerra de precios y promociones en el afán de contener sus clientelas o captar nuevos consumidores, es notable la baja en las ventas. Solo el recorrer de los pasillos a cualquier hora denota que hay mucha menos gente. Pulular con el carrito por las góndolas es, ahora, llamativamente más cómodo.

 

En San Luis, la recesión es notoria y nadie tiene la exclusividad porque el mismo comportamiento puede observarse en todos los supermercados. Leonardo, un joven empleado de un supermercado céntrico lo explica sin tapujos. “La gente ya no lleva el carro lleno. Compra para unos días o para el día siguiente. No se trata de especular. Lo hacen porque cuidan su plata o porque tienen poca. Hay que estirarla al máximo”, reflexionó en una breve charla con El Diario mientras reponía mercadería.

 

Para muchos el principal problema no es la suba de los productos de la canasta básica, sino los costos de los impuestos, sobre todo las facturas de gas natural y energía eléctrica. “Me llegan boletas arriba de los mil seiscientos pesos en una casa donde vivimos tres personas. Lo que más usamos son el televisor y el lavarropas porque nos cuidamos de apagar las luces en las habitaciones cuando no estamos en ellas. Ya se me juntaron dos boletas. Cuando cobre voy a pagar al menos una para evitar que me corten la luz”, expresó José, un jubilado que cobra el mínimo.

 

Las experiencias son diversas, pero cada una apunta a lo mismo: a adaptarse al dinero con el que cuentan y aguantar a la espera de que lo más cruento pase rápido. “El trabajo mermó muchísimo. La gente toma taxis cuando está realmente apurada o los agarró la lluvia en la calle. Yo me las arreglo con unos clientes que tengo fijos y a los que les hago precio. Pero entre combustible y repuestos la mano viene muy brava. Ahora se usa el micro aunque haya que esperar mucho o se saca la bici”, reflexionó Daniel Fernández, un taxista que suele parar en la esquina de Pringles y San Martín.

 

Adiós a los "gustitos"

 

Un aliciente, un bálsamo dentro de tanto estrés y presión laboral y económica suelen ser los pequeños gustos o algunas salidas que los sanluiseños suelen hacer cuando el pago de sus sueldos llega a sus billeteras. Salir al cine, a cenar, un desayuno en un lugar lindo, una escapada de fin de semana a un sitio cercano puede ser otro pequeño lujo. Pero cuando hay que ceñirse el cinturón, esas licencias mínimas son las primeras en pasar por la tijera.

 

"El movimiento aflojó un montón. Nosotros trabajábamos re bien. Especialmente desde los jueves hasta el sábado a la tarde-noche. Venían muchos grupos de amigos o amigas, también gente que salía de sus obligaciones a cortar la semana. Pero eso ahora ya fue. La mano está durísima. Toman un cafecito, un cortadito o una cerveza y listo", reveló José Luis, un mozo de una de las confiterías más concurridas de la Vía Rivadavia, en el microcentro puntano.

 

El asado del viernes por la noche entre amigos o compañeros de trabajo y el del domingo con la familia, poco a poco comenzó a retroceder en las costumbres sanluiseñas. Incluso hay cambios de receta y menú. "Desde hace mucho tiempo los cortes de asado se fueron a las nubes. No hay dudas de que es un gusto argentino. Nos cuesta renunciar a él. Nunca vamos a dejar de comer asado, pero ahora lo hacemos una vez al mes o dos como mucho. Lo vendo cada vez menos, cuando la gente cobra viene, lleva y se da el gusto. También, para abaratar un poco lo combinan con pollo. Y hay gente que prefiere hacer pollo al disco, es más barato. Hoy el precio de la carne está prácticamente dolarizado y la ganancia de uno es cada vez menor", sentenció Pedro, propietario de una carnicería de calle Riobamba. 

 

La opinión de nuestros lectores en las redes sociales

 

En nuestra web, los lectores opinaron sobre las formas que adoptaron para capear la escalada de precios y revelaron qué cambios hicieron para cuidar sus recursos. Ambas encuestas fueron a través de las redes sociales Twitter y Facebook y cientos de personas dejaron sus impresiones.

 

La consulta vía Twitter contó con cuatro consignas y en el top quedó "Reduje gastos" con el 47 de las preferencias. Detrás, con un 26 por ciento se ubicó "Busco ofertas/descuentos". Le siguió "Menos salidas recreativas" en un 23 y la opción "Saqué un préstamo" cerró con un 4 por ciento.

 

En Facebook nuestros lectores contaron cómo agudizan su ingenio para "aguantar" el incremento de los precios y la caída del salario.

 

Mirta Toranzo: "Cambiamos varios hábitos. Ahora conocí marcas alternativas (Piporé o Primer Precio). Casi no miro vidrieras para no sufrir ni desear en vano... ¡jajaja! Solo gastos necesarios", contó la mujer.

 

Elena Ruta: "Reduje las salidas en el auto porque sale muy cara la nafta. Buscar precios de la carne, la verdura, toda clase de alimentos. Ahorrar en luz y gas. No comprar ropa ni calzados de marca".

 

Marianella Pereyra: "Toda clase de hábitos. Vivo en un recuerdo de 2001".

 

Valentino Mod: "Dejé de soñar con tener una casa, dejé de pensar en irme de vacaciones, solo trabajo para que las mil familias que nos gobiernan en la Casa Rosada se hagan más ricos".

 

La bronca y las estrategias de los lectores de El Diario de la República quedaron muy en claro y directas. 

 

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