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El hombre que acercó el conocimiento

Isaac Asimov, el escritor y divulgador científico, fue un adelantado a su tiempo y nos enseñó que íbamos a estar rodeados de máquinas. En su honor, se celebra el día de la ciencia ficción.

Por Mariano Medina
| 21 de enero de 2019

El futuro llegó, hace rato. Ese fragmento de la canción de “Los Redondos” sonó en todos los parlantes del país. Y esa frase de mediados del 80 nunca perderá la vigencia. Isaac Asimov empezó con sus escritos de ciencia ficción en los años 50 y le dio más fuerza a esa consigna.

 

Los robots existen y si bien todo lo que proyectó Asimov no se cumplió al pie de la letra, adelantó que íbamos a depender de las máquinas. De hecho, hasta esta nota merece su agradecimiento.

 

La clave de este escritor ruso era su formación: utilizó sus conocimientos para divulgar los hechos científicos y, además, darle un anclaje más humano. Sobre todo con los androides, como puedo verse en la película “Yo, robot” de 2004 y que fuera protagonizada por Will Smith.

 

El licenciado en Filosofía y Letras, Máximo Damián Morales, sostuvo que el éxito de Asimov se debió a que se trataba de un “científico de verdad”. “Fue un gran divulgador que escribía mucho. Sus libros tienen un estilo claro que no pierde rigurosidad en la que un lector promedio puede entender. Promulgó la ciencia ficción, en las revistas ‘pulp’, una publicación de difusión masiva y con costo accesible. Fue un maestro del género por lo que representaba”, sostuvo el escritor de 45 años.

 

“Me introduje en el universo de la ciencia ficción gracias a la ‘Serie de la Fundación’, que leí porque mucho de Star Wars está inspirado en esos libros. Después leí la saga de los Océanos de Venus, que es muy divertida y fácil de leer”, comentó el presidente de la Asociación Fandom San Luis, Jorge Giménez Roca. Los buenos ratos pasados frente al papel y la tinta lo llevó a organizar el Día de la Ciencia Ficción, que se celebra todos los 2 de enero, en honor al nacimiento de Asimov en 1920.

 

La “juntada friki” se realizó el pasado 5 de enero, donde la ONG aportó libros, juegos de mesa (como el Carcassonne de Star Wars) y charlas sobre la ciencia ficción.

 

 


El padre de todos. Isaac en su elemento: una mesa, papeles, lapicera y su inventiva.

 

 

Morales también coincidió en que la “Serie de la Fundación” es una de las mejores de la literatura, por la mezcla de los hechos históricos con los ficticios y mezclando la coctelera con las ciencias sociales, más que nada.

 

Pero si la ciencia ficción, que ya perdió algo de ficción, tiene algo que agradecer a Asimov es la introducción de los robots en sus cuentos. El cerebro positrónico es un artefacto tecnológico ficticio que opera como una unidad central de procesamiento para los androides, y les dota de cierta forma de conciencia. “Ese concepto es fundamental, es como las ideas de Star Trek-La nueva generación. Es obligado para cualquier lector”, reconoció Morales. En Shangai, China, se encuentra el restaurante “Robot.He”, el primer comercio de comida atendido por máquinas. El futuro llegó.

 

“Me acuerdo que en el 2000 se hizo un congreso de ciencia ficción en donde se hablaba de qué había llegado y qué había pasado con la ciencia ficción. Por ejemplo, no tenemos autos voladores pero la tecnología se metió en nuestras vidas de forma imperceptible. Si observás, para un nene de cinco años un celular es algo normal pero yo, ahora con 45, si en mi niñez tenía un teléfono de línea en casa era un privilegiado”, explicó sobre la diferencia temporal. Resaltó que a principio de año dio una charla entre Buenos Aires y San Luis a través de una videoconferencia, algo impensado años atrás.

 

“No nos interesa cómo funciona la tecnología pero la utilizamos para los hechos cotidianos”, dijo Morales sobre la verdad de los que nos interesa, la ayuda de aparatos electrónicos para nuestra vida diaria.



Robot.He, el restaurante de todas las máquinas.

 

 

Giménez Roca resaltó ese aporte. “La ciencia ficción es cómo pensar nuestro futuro. En los últimos años, el género trató de resurgir pero el problema es que todo lo que se escribió y las proyecciones realizadas, ya las estamos viviendo. Y no pasó nada. La ciencia ficción pasó a ser simplemente ficción”, sostuvo comparando aquellos autos voladores con los vehículos actuales manejados con caja automática, para citar un ejemplo.

 

“El más triste aspecto de la vida ahora mismo es que la ciencia alcanza el conocimiento más rápido que la sociedad alcanza la sabiduría”, consideró Asimov alguna vez. Este prolífico divulgador científico además escribió obras de misterio y de fantasía, y una gran cantidad de textos de no ficción. Firmó más de 500 volúmenes y unas 9.000 cartas o postales.

 

Asimov consideraba que el conocimiento era el poder para las personas: “En primer lugar acabemos con Sócrates, porque ya estoy harto de ese invento de que no saber nada es un signo de sabiduría”, dijo alguna vez. Fue un humanista y un racionalista. No se oponía a las convicciones religiosas de los demás, pero se enfrentó a las supersticiones y a las creencias infundadas. Su defensa hacia las aplicaciones civiles de la energía nuclear, sobre todo tras el accidente nuclear de la Isla de las Tres Millas, dañó sus relaciones con la izquierda.

 

En su último libro de no ficción, “La ira de la Tierra”, escrito junto con otro autor de ciencia ficción, Frederik Pohl, trató temas medioambientales como el calentamiento global y la destrucción de la capa de ozono.

 

El escritor murió el 6 de abril de 1992 en Nueva York por una insuficiencia renal y cardíaca afectada por el virus del VIH. “No creo en el más allá, por lo que no tengo que gastar mi vida entera temiendo el infierno o el cielo. Sean cuales sean las torturas del infierno, creo que el aburrimiento del cielo será aún peor”, sostuvo. Sabemos que se fue tranquilo.

 

 

 

DE LA TINTA Y PAPEL A LA MELODÍA

 

La literatura y la música pueden estar unidas. Alexéi Tolstoi escribió “Aelita, la reina de Marte” que salió a la luz en 1923. Ochenta y cuatro años después, el conjunto Massacre la versionó en una canción (“La reina de Marte”) que tiene 1.345.000 de reproducciones en el canal de Youtube de PopArt Discos.

 

“Aelita” transporta al lector a un mundo de paisajes oníricos, pero con una particularidad, estos no empiezan en el lejano y exótico planeta Marte, sino en la calle Amanecer Rojo de Petrogrado, Unión Soviética. Hasta que se lanza el primer cohete destino a Marte.

 

La novela plasma de manera definitiva lo que se esperaba de una utopía dramática revolucionaria. La novela de Tolstoi, lejos de exportar la revolución a otros países del mundo, la manda al espacio para empezar, al cercano Marte, poblado por una raza de descendientes de los atlantes que acogerá con alegría a los viajeros y se dejará influenciar por sus ideas y avances.

 

“Yo soy la reina de Marte/ensamblada en Hong Kong/soviéticas son mis partes/solamente de hongos/es la dieta que hago yo/se me agrandan los ojos”, reza la canción.

 

El escrito fue publicado justo el mismo año en el que el autor volvió a Rusia después del exilio, tras la revolución de octubre. Su intención no es la de ser una novela romántica o meramente propagandística, sino una temprana obra de ciencia ficción que difícilmente dejará indiferente al lector. Combina una acción trepidante, con un humor fresco y el amor; junto a cuidadas descripciones de fantásticos paisajes y exóticas civilizaciones. Tolstoi dejó, en la ficción, una imagen de la realidad humana, y más concretamente de los conflictos de la que fue contemporáneo.

 

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