15°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

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Honestidad brutal

“Te quiero, pero te llevaste la flor y me dejaste el florero”, dice una de las canciones más famosas de Andrés Calamaro. Digamos que fue casi una premonición de lo que generaría en miles de fanáticos que hoy sienten que poco queda de ese cantante que supo generar tanto con sus letras y acordes. El tiempo de El Salmón ya pasó y sucedió justo en el momento en que el hombre superó al cantante.

 

La trayectoria de Andrés Calamaro es indiscutible, también lo es su talento y su inconfundible voz. Son pocas las personas que no han coreado con las emociones en la mano: “¿Sentiste alguna vez lo que es tener el corazón roto?”. De hecho es imposible leerlo sin ritmo. Pero detrás de las letras, los discos, los recitales y casi tres generaciones que crecieron con sus canciones hay un hombre que no supo ni quiso decontruirse y, lo peor, tampoco fue consciente del lugar que ocupa como comunicador en la sociedad.

 

¿Se puede separar al artista de su obra? Es una pregunta que siempre revuela. La respuesta es muy personal. Cada uno sabrá si quiere escuchar lo que canta una persona que, cuando se baja del escenario, critica la Ley de Cupo Femenino, asegurando que no hay suficientes mujeres músicas con talento para cumplirlo y completarlo. ¿No será, quizás, que cuesta admitir y abandonar privilegios?

 

O que culpa a las mujeres que lograron contar y denunciar los abusos que vivieron. Cuando Lucas Carrasco, el periodista condenado por violación, se suicidó, el cantante escribió en la red social: “Lucas... caramba, qué putada. Hay que decirlo, no era violador ni delincuente. Lo condenó la ley del hashtag ... El odio al hombre, la estética del rencor. LA VÍCTIMA CARRASCO ... Sabemos que es así” (sic). Al periodista, en realidad, lo condenó la justicia, después de un juicio donde lo declararon culpable.

 

Andrés también aseguró no ser misógino ni machista y dijo que cada vez que una “muchacha lo señala como dinosaurio da un paso atrás por los derechos y la igualdad”. Parece que desconoce que las mujeres estuvieron mucho tiempo con miedo de señalar y fue justamente cuando juntaron coraje y lo hicieron que comenzaron a avanzar y sanar.

 

En el caso de que hagamos un esfuerzo y justifiquemos algunas letras con la excusa de que eran de otra época (“Soy propietario de tu lado más caliente / Soy dirigente de tu parte más urgente / Soy artesano de tu lado más humano / Y el comandante de tu parte de adelante”) aún así Calamaro termina poniendo en evidencia que el que es de otra época es él. El tiempo de El Salmón ya pasó, perdonen la honestidad brutal.

 

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