Postales de la desesperación

El mejor equipo de los últimos cincuenta años pergeñó uno de los peores desmanejos económicos —de los últimos cincuenta años—, quizá el peor si se considera que toda esta destrucción de riqueza ocurrió en solo cuatro años. Los números son horrorosos. Durante la gestión de Mauricio Macri, los salarios se redujeron un 50 por ciento en dólares, se duplicó la deuda externa con la emisión de 187 mil millones de dólares, las tarifas crecieron casi un 4.000 por ciento, el riesgo país se disparó y la pobreza ya alcanza a casi 14 millones de argentinos.

Es un fracaso económico colosal. Pero el desquicio del gobierno central es también ideológico  y muestra un profundo grado de desesperación. En el peor momento de su mandato, cuando el agua empieza a entrar por las escotillas de los camarotes, Macri elige el salvavidas “populista” que juró y perjuró nunca iba a utilizar: para frenar la inflación, anunció una batería de medidas con claras reminiscencias kirchneristas que incluyen precios cuidados y tarifas congeladas. 

Nadie cree en estos anuncios. Ni la población (muy escéptica tras cuatro años terribles); ni los mercados (que, en definitiva, buscan rentabilidad y sustentabilidad más que palabras huecas y buenos modales). Y ni siquiera el mismo gobierno nacional (trascendió que solo hay doce inspectores para controlar el nuevo programa de precios cuidados en todo el país).

En San Luis, Cambiemos también recurre en los hechos a ese supuesto populismo que le encanta censurar en los discursos. ¿Cómo entender sino que  su candidato a gobernador no tenga la menor vergüenza de manipular a la gente para lanzar una  preinscripción masiva de viviendas? ¿Con qué dinero podría llegar eventualmente a sufragar ese programa? La realidad indica que, a nivel nacional, su partido se especializa en paralizar proyectos de infraestructura: la inversión pública pasó del 2,7% de PBI a solo un mísero 0,5%.    

Dos promesas de bienestar basadas en el oportunismo electoral. Postales de la misma desesperación.