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La exclusión y el determinismo

Por redacción
| 27 de abril de 2019

Una de las formas en que se manifiesta la desigualdad es haciendo que la localización sea una limitación para el logro socioeconómico. La igualdad de oportunidades implica que el lugar donde una persona nace o elige vivir, no debe determinar su acceso a oportunidades o la capacidad de vivir una vida decente. 

 

Este es el punto de análisis central que esgrime Luis Felipe López-Calva, director regional del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), al advertir que mientras existe una tendencia a medir indicadores de prosperidad a nivel nacional, estas estadísticas ocultan muchas de las importantes desigualdades que existen dentro de los países.

 

En efecto, se ha demostrado, que la desigualdad global y la desigualdad entre los países, disminuyó desde la década de 1980, la desigualdad dentro de los países aumentó.

 

Si bien muchas medidas tradicionales de desigualdades territoriales contemplan las disparidades en el Producto Bruto Interno (PBI), es importante pensar en cómo se manifiestan las disparidades espaciales más allá del ingreso.

 

Quizás más relevantes que las desigualdades en el PBI per cápita son las desigualdades en la provisión de bienes y servicios públicos. “En los países desarrollados, a medida que viajás largas distancias, observás un perfil muy diverso de la actividad económica, pero una calidad bastante uniforme en términos de la oferta y el acceso a los servicios públicos”, dijo.

 

“En los países en desarrollo, el paisaje a medida que viajás muestra un perfil muy homogéneo de la actividad económica -falta de diversificación- y una calidad y acceso muy heterogéneos a los servicios públicos, comenzando con la infraestructura”, ejemplifica el funcionario de la ONU. El Estado debe actuar como punto focal de identidad colectiva y debe responder por igual a las necesidades de todos los ciudadanos, independientemente de dónde vivan dentro del territorio.

 

Para el analista, “desafortunadamente, la presencia del Estado tiende a ser discontinua a través del espacio”. El Estado y su eficacia en la prestación de servicios públicos a menudo se distribuyen de manera desigual, lo que deja a muchas regiones sistemáticamente desatendidas y a sus poblaciones excluidas.

 

El Estado es, de hecho, “discontinuo”, y estas “discontinuidades del Estado” se manifiestan en múltiples dimensiones y describen de manera acumulativa la “densidad” del Estado sobre el espacio.

 

Los datos del recientemente actualizado Índice de Desarrollo Humano Subnacional (IDHS), muestran cómo las desigualdades territoriales en el desarrollo humano cambiaron durante el período 1990-2017 en América Latina y el Caribe. Al igual que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) nacional, el índice IDHS combina medidas de educación, salud e ingresos.

 

Para medir las desigualdades territoriales, se utiliza una medida simple de la brecha entre la región con el mejor desempeño en un país (el índice subnacional más cercano a 1 representa la presencia estatal “más alta” medida por el resultado) y la región con el peor desempeño en ese mismo país (índice subnacional más cercano a 0 indica la presencia “más baja”).

 

En promedio, en los países de América Latina y el Caribe las desigualdades territoriales en el desarrollo humano se están reduciendo. Sin embargo, al mirar los índices por separado, pueden verse tendencias ligeramente diferentes. 

 

En un enfoque a nivel nacional, es posible ver una imagen más matizada de lo que está sucediendo dentro de los países individuales de la región. Aumentan las desigualdades territoriales. Este es el caso en países como Nicaragua, Bolivia, Venezuela, Belice y Ecuador. Aunque se han producido reducciones particularmente grandes en países como Honduras, Brasil, Haití y la República Dominica.

 

Si bien las desigualdades territoriales se redujeron en promedio, el progreso es desigual y aún existen grandes brechas en muchos países.

 

Eso significa que el nivel de desarrollo humano en la región con mejor desempeño en el país es de al menos 16.6 puntos porcentuales más alto que el nivel de desarrollo humano en la región con peor desempeño en el país.

 

La exclusión, producto del centralismo, es un indicador de la desigualdad. En Honduras, en Argentina, en Brasil, o en Bélice. La exclusión por el determinismo geográfico. Lamentable. 

 

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