17°SAN LUIS - Sabado 20 de Abril de 2024

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Todos los caminos conducen a China

Hay momentos en la historia de un individuo, de una sociedad o de un país en los que las situaciones externas, aquellas que no dependen de ellos mismos, tienen un peso muy específico sobre las realidades internas. Algo de esto está pasando hoy con la relación comercial entre Argentina y China.
La guerra comercial entre las dos principales potencias mundiales, el impacto de la peste porcina africana y el crecimiento incansable de la clase media china determinan un escenario casi perfecto para países como el nuestro.  
Por supuesto que de este escenario de base se pueden desprender dos caminos, uno muy provechoso y otro que puede derivar en la intrascendencia. Eso ya dependerá de lo que se haga hacia adentro, no de las simples contingencias externas. Y en eso debe y está pensando el empresariado y la política argentina. Porque dejar pasar este tren sería una negligencia imperdonable y un terrible error histórico.

 

 

"En el último tiempo se liberaron ventas a China de uvas de mesa, frutas, caballos en pie, arándanos y cerezas"

 


Y entre aquellos que están trabajando para que el sueño chino no se convierta en un simple cuento, aparece el embajador argentino en aquel país. El histórico político y diplomático Diego Guelar, con quien dialogamos largamente en oportunidad de nuestro reciente viaje acompañando a más de 40 integrantes de la cadena agroindustrial, una excursión que se hizo bajo la organización de Agroeducación y Canal Rural.

 

—¿Hay un  boom comercial con China? 
—Actualmente hay una intensidad de trabajo muy grande, especialmente en el área agroindustrial, donde se completaron muchísimos protocolos de exportación. En el último tiempo se liberaron ventas desde la Argentina de uvas de mesa, arándanos, cerezas, arvejas, lácteos, frutas, verduras, caballos en pie, todas las carnes; en definitiva, cada uno de los productos que querían ser exportados fueron rápidamente habilitados y ya se están comercializando en China. Por supuesto que la más importante, por volumen y valor, es la carne vacuna. En tanto que el cerdo aparece también como un producto central en términos de desarrollo futuro. 

 

—¿Hay tratativas por algún otro producto que por ahora no ingresó al mercado chino?
—Sí, por supuesto. Al ver lo que está pasando, son muchos empresarios los que se mostraron interesados. Un ejemplo claro son las nueces de pecan, cuyo mercado seguramente ya quede habilitado hacia fines de año. Lo que marca que ningún producto es menor para nuestro país y que el espectro del  mercado chino es muy amplio.

 

—¿Y la embajada que participación tiene en estas negociaciones? 
—La embajada tiene varios niveles de actuación, uno es a través de la consejería agrícola en todo lo que es la tramitación de protocolos de apertura de mercados. En este caso, por ejemplo, se contempla el trabajo con Senasa, con las agencias sanitarias, con la Secretaría de Agroindustria y la aduana china. Por otro lado, creamos cinco centros de distribución o “Hubs” en diferentes regiones de China. Estas oficinas están al servicio de los exportadores argentinos.

 

 

"Nuestros vecinos son superavitarios con China, nosotros tenemos un déficit de 7 mil millones de dólares"

 


 
—¿Qué son estos Hubs? 
—Pese a que nuestro es un país productor de alimentos y siempre le vendió al mundo, creo que la Argentina no tiene una gran experiencia exportadora. Habitualmente nos vienen a comprar commodities, lo más primario posible, pagadero al más largo plazo y al menor precio. Esa es una de nuestras principales carencias, por eso creemos que a estas equivocaciones hay que reemplazarlas por políticas exportadores serias y que funcionen. Estos Hubs son los encargados de ayudarnos a mejorar, nosotros somos los responsables de poner los contenedores en el puerto y ellos se ocupan de venderlos, cobrar y girar el dinero a la Argentina.

 

—¿Estamos preparados para este cambio en la forma de exportar?
—Es una experiencia nueva que, como decía, viene a cubrir una carencia central de la economía argentina, que toda la vida incurrió en errores importantes en el modelo exportador que nos llevaron a ser deficitarios contra una gran cantidad de países. Si miramos a nuestros vecinos, todos son superavitarios contra China y en cambio nosotros tenemos un déficit de alrededor de 7 mil millones de dólares.

—¿A qué se debe esta diferencia?
—No es por lo que nosotros le compramos a China, como muchos creen, el problema está en lo que no le vendemos, en las oportunidades que dejamos pasar todo el tiempo.

 

—Podríamos decir que es un lujo imperdonable...
—Un país con una estructura productiva como la Argentina, que además tiene una deuda voluminosa y necesidades de divisas, no tiene más opción que desarrollar sus posibilidades externas. Entonces, seguir pensando en saldos exportables es una metodología que no podemos utilizar más, es momento de entender los mercados y producir en base a lo que el mundo quiere comprar.

 

—¿Y qué es lo primero que tenemos que hacer para cambiar esta realidad?
—En los últimos tres años no hubo ninguna empresa que vaya a China a hacer un análisis de mercado, esto marca todavía la ceguera y la mochila con la que cargamos. Esto tiene que cambiar, en la administración pública y en las empresas privadas.

 

—¿Por qué pasa esto? ¿Es porque las empresas no se atreven a ser más agresivas?
—No necesariamente. Las estructuras productivas argentinas están tomadas sobre el modelo del mercado interno y ahí radica el problema. Entonces cuando hay un saldo exportable, se trata de vender al exterior, especialmente a los países de la región. Esa es la dimensión de la Argentina y esto obviamente es un problema cultural histórico muy grave que explica buena parte de los problemas políticos y económicos que siempre tuvimos. 

 

 

"Seguir pensando en saldos exportables es una metodología para desterrar. Hay que entender a los mercados"

 

 

—¿Qué es lo que más lamenta en la actualidad?
—Que un país con la riqueza que tiene la Argentina tenga más del 30% de su población bajo los niveles de pobreza. Esto explica los errores que se cometieron históricamente y que se cometen todavía hoy. La verdad es que deberíamos tener 5 o 6 veces la producción que tenemos en la actualidad. Pero son tantas las equivocaciones acumuladas que inclusive tenemos mal abastecido el mercado interno (no hay poder de demanda) y especialmente el mercado externo porque nunca globalizamos nuestra percepción del mundo.

 

—¿Estamos a tiempo de torcer esta realidad en el comercio exterior?
—Sí, estamos a tiempo, pero desgraciadamente el mundo no nos va a esperar muchos más años. Los diferentes países se van posicionando, en nuestra propia región: Chile, Brasil y Uruguay avanzan más que nosotros, y si no nos subimos al tren de la historia y del mundo, lo más probable es que nos quedemos afuera.

 

—Por lo que veo son todas pálidas... 
—No, la verdad es que no es tan así. Por suerte esta situación que estamos describiendo parece que muy tímidamente se empieza a revertir. Hay un mayor interés del sector privado por llegar a China, empiezan a ver a este mercado como posible, pero recién estamos en los albores de ese proceso.

 

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