Después del agua, más agua

Hace unos 25 años, en el video de “No chamuyés”, dirigido por el gran Raúl Perrone, Iván Noble se presentaba con el pelo largo, enrulado, remera de Charles Bukowski y ganas de enfiestarse. El anteúltimo sábado del mes pasado en el estadio Malvinas Argentinas de La Paternal, en su rol de cantante de Los Caballeros de la Quema y en el regreso de la banda, Noble se vio de pelo corto, remera de marca y más ganas de tomar un trago en su casa que de vivir un sábado de otoño al taco.

Un cuarto de siglo –en realidad 30 años si se tiene en cuenta la fecha de fundación de la banda- es un tiempo considerable para que algunas cosas cambien. En Los Caballeros de la Quema cambiaron las formas de algunos integrantes (otros fallecieron) pero las canciones permanecieron en la memoria inalterable de sus seguidores. Siete mil de ellos estuvieron en el recital de regreso de la banda el mes pasado.

En un esfuerzo por actualizar parte de su poética, Noble cambió las letras en algunos temas. Por ejemplo, donde se nombra a Sid Viciuos recordó a Amy Winhouse; donde se menciona un taxi prefirió un Uber y suplantó HBO por Netflix. Entre metáforas futboleras imposibles de reemplazar, cánticos contra Mauricio Macri y una lírica barrial que hace años estampó un estilo en el rock nacional que se desvaneció ante otros géneros, el grupo tuvo su retorno.

Desde que en 2002 la banda decidió no seguir, Los Caballeros… se juntaron solo tres veces, aunque la última fue la única que los tuvo fuera de un festival, o sea que la convocatoria era exclusiva de ellos. Un estadio similar al de la Sociedad Española en San Luis, aunque con las tribunas más amplias, los recibió con el calor que no hacía en la noche porteña.

Fue Pablo Guerra, guitarrista de la banda y según los rumores el causante de la separación, el primero en salir a escena con su armónica para ponerle clima y hacer una versión de “Volver”, el clásico de Carlos Gardel. Después vino el rock y una estampida de clásicos de la banda en un repaso por todos los discos. Por coincidencia o por mensaje, el primer tema de la noche fue “Celofán”, que tiene entre sus frases una que encajaría a la perfección con el futuro de Iván, noble caballero. “Y mi papá me avisó/ no te encamés con el rock/ cantá boleros si querés morfar”, gritó el autor que una vez resuelta la disolución de su grupo se encaminó hacia una carrera solista con auras melódicas y románticas.

Por el resto, el recital de regreso funcionó como un "Grandes Éxitos" en vivo que causó alegría entre sus seguidores y una suerte de éxtasis melancólico entre los músicos. Hubo temas de “La paciencia de la araña” (el disco más recordado de la banda), como “Huelga de princesas”, “Todos atrás y Dios de 9”, “Malvenido”, “Rajá rata” y por supuesto, “Avanti morocha”. Hubo hits posteriores como “Fulanos de nadie”, “Sapo de otro pozo”, “Otro jueves cobarde” y otros de las génesis como “Patri” –que menciona al barrio donde se hizo el recital-, “¿Qué pasa en el barrio?”, otra crónica barrial con la visión de Noble, “Sangrándonos”, “Primavera negra” y “Hasta estallar”.

De entre todos los temas viejos, la mayor sorpresa fue la incorporación en el repertorio de “A sangre fría”, una canción de su tercer disco que no hacían en vivo –según reconoció Nobledesde los primeros recitales. Las menciones literarias en las letras de la banda son otro recurso repetido, inusual en las poéticas de otras agrupaciones nacionales de esa generación.

Y de entre los más nuevos, la escucha de “Rómulo y Remo” fue otra demostración de anacronismo: entre una lista de deseos la letra pide “un buen cáncer en los huevos para los Galtieri y para los Massera” (ambos dictadores ya fallecidos) y “un safari hasta las tetas de Graciela Alfano”.

Cuando Noble pidió que levantaran las manos los asistentes al recital que tenían más de 40 años, apenas un 30 por ciento de los espectadores respondió a su mensaje. Cuando repitió la acción pero para los mayores de 50 fueron muchos menos, pero el propio Iván y el guitarrista Martín Méndez se anotaron en esa lista. La sorpresa se dio cuando el cantante preguntó por los menores de 40 y la mayoría levantó la mano. “Bienvenidas las nuevas generaciones”, concluyó.

En otro reflejo del tiempo pasado, antes de “De mala muerte”, la balada de “La paciencia…”, Noble pidió al público que sacaran sus encendedores, pero enseguida se corrigió. “¿Existen todavía?”. Fue entonces cuando prefirió que sean los teléfonos celulares los que iluminaran la melodía, de temática similar a “Hasta que haya luces de bar”, uno de los bises.

Justamente en la etapa final del concierto, el grupo dio su veredicto sobre la canción que al menos para ellos debería ser considerada la más representativa de su carrera. Luego de “Pejerrey”, el grupo arremetió con “Oxidado” y lo coronó como su tema preferido, su hit sin óxido y, posiblemente, la última canción que hayan interpretado en vivo en su historia.

La despedida de Iván fue con un “¿Quién sabe?” que dejó el tono interrogatorio a todos los visitantes. Tal vez vuelvan en un año, tal vez en dos. Tal vez no vuelvan nunca. Pero si lo hacen habrán desestimado el viejo dicho de galán –justamente ellos, seductores de los bajos fondos que dice que los caballeros no tienen memoria.