Lyon, la ciudad de los dos ríos que nos regaló Saint-Exupéry

Si París es soñada, como repite la mayoría que sucumbió ante su encanto, Lyon es la tierra de los soñadores. Y hay pruebas que lo avalan. La capital de la región de Auvernia-Ródano-Alpes es la cuna de Antoine de Saint-Exupéry, el autor de “El Principito”, y también de Auguste y Louis Lumière, los padres del cine. Pero el aporte cultural de la tercera ciudad más grande de Francia no se agota ahí, continúa al aire libre
y se deja ver en sus calles, en su arquitectura, hasta en las colinas que la rodean y en el Ródano y el Saona, los ríos que la atraviesan
en su centro como una columna vertebral.

Lyon está a menos de 400 kilómetros de París. Si están en la capital parisina y quieren ir hasta la ciudad de Saint-Exupéry, sin vaciar la billetera en el intento, la mejor opción es hacerlo en micro. En Oui.sncf, la página web de la red ferroviaria francesa, pueden comprar boletos desde 15 euros hasta 43. Pero, si además quieren ahorrar en tiempo, ya que un viaje en bus puede durar hasta once horas, en el mismo sitio de internet podrán hallar, si tienen suerte, billetes de tren por 45 euros y así reducirán el trayecto a solo dos horas.

Si bien la ciudad lionesa es más serena y menos turística que la de las Luces, no es precisamente chica. Tiene medio millón de habitantes. Aunque nunca deja de ser un gusto perderse en sus calles, quienes no cuentan con mucho tiempo para recorrerla pueden moverse en colectivo o metro. Una de las paradas de dos de las cuatro líneas de metro que tiene es un buen punto de inicio de cualquier tour: la plaza Bellecour. Además de ser la plaza peatonal más grande de Europa, con unos 62 mil metros cuadrados, es el corazón de la ciudad. Fue fundada en honor al rey Luis XIV, de quien hay una ecuestre estatua en el medio de la plaza. Pero el monumento que suele llevarse todas las miradas es el que hay en una esquina del paseo, el dedicado al autor de “El Principito”, ubicado a metros de la casa donde nació. Durante el invierno suelen instalar en Bellecour una gigantesca noria. 

Desde la plaza, hacia el oeste, podrán ver del otro extremo del Saona, sobresaliente, en la cima de una colina, la basílica Notre Dame de Fourvière. Una delicia de la arquitectura, levantada en el siglo XIX, en la que confluyen el estilo románico y el bizantino. Para llegar hasta ella hay que superar cuestas y escaleras o tomar el funicular. Ahí, donde está el funicular, siempre sobre la ladera de la colina, está el barrio renacentista y medieval por excelencia de la ciudad: el Vieux Lyon. Allí también está la Catedral Saint Jean. Construida entre los siglos XII y
XV, en ella convergen elementos románicos y góticos. Perdió buena parte de sus esculturas en las Guerras de Religión, pero todavía
conserva su gran joya, el reloj astronómico.