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El déficit social fortalece a la COVID-19

Por redacción
| 20 de octubre de 2020

Casi la mitad de la población de Asia y el Pacífico no tiene ninguna cobertura de protección social y esa carencia pesa a la hora de encarar los efectos de la pandemia de COVID-19, señaló un informe de dos organismos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

 

El estudio fue preparado por la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico (Cespap) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

 

A pesar de su rápido ascenso económico en las últimas décadas, pocos países de esa parte del mundo habitada por más de 4.600 millones de personas cuentan con sistemas de protección social de cobertura relativamente amplia, según el informe.

 

La mayoría tiene sistemas de protección social débiles, plagados de deficiencias, con alcance y escala relativamente limitadas.

 

Menos de la mitad de la población de la región, 46 por ciento, está bajo al menos un esquema de protección social, y si se excluye a China la cifra se reduce a un tercio, 34 por ciento.

 

La vejez es la única contingencia en la que está cubierta la mayoría de la población (72 por ciento, aunque 59 por ciento sin China), mientras que la cobertura de los niños, el desempleo, las lesiones laborales y la discapacidad grave están por debajo de un tercio.

 

La cobertura es ligeramente superior, 46 por ciento, en las prestaciones de maternidad (36 por ciento sin China), y solo una de cada cinco personas vulnerables, aquellas que no contribuyen ni se benefician de los esquemas contributivos, está recibiendo alguna forma de beneficio no contributivo.

 

Además hay diferencias subregionales, pues en Asia del norte, del este, central y el Pacífico alguna cobertura social llega a entre el 73 y 78 por ciento de la población, pero solo al 33 por ciento en Asia sudoriental y al 24 por ciento en la meridional.

 

La ausencia de sistemas de protección que funcionen bien agrava la desigualdad y la pobreza.

 

Según la (ONU), hasta ahora, la mayoría de los programas de lucha contra la pobreza no llega a las familias más pobres, y la pandemia amenaza con revertir casi una década los progresos alcanzados en la erradicación de la pobreza.

 

Solo en 2020 los estimados del Banco Mundial preveían que en Asia-Pacífico 35 millones de personas podrían salir de la pobreza, de las cuales 25 millones en China, pero la tendencia se revirtió bajo el impacto de la COVID-19.

 

El informe recuerda que muchos países enfrentan además altos niveles de desigualdad, exacerbados por la pandemia, y el envejecimiento de la población, la migración, la urbanización, las catástrofes naturales y el cambio climático, así como el avance tecnológico, están agravando esos desafíos.

 

Un factor que sostiene esa brecha social, según Cespap y OIT, es la inversión insuficiente en protección, menos de dos por ciento del producto bruto en muchos países, si se excluye la salud, mientras que el promedio mundial es del 11 por ciento.

 

Otro factor es la elevada prevalencia de empleo informal en la región, que representa cerca del 70 por ciento de toda la fuerza de trabajo.

 

Existe la necesidad de aumentar el gasto público en los sistemas de protección social para evitar el estancamiento de los progresos sociales y económicos alcanzados en la región en las últimas décadas. Porque el déficit social fortalece a la COVID-19.

 

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