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El futuro de los alimentos del mar

Por redacción
| 20 de noviembre de 2020

Los productos de la acuicultura pueden ser decisivos para alimentar a la humanidad y ayudar a preservar la salud de los océanos y de las especies que los habitan. Este es el objetivo que persigue el reporte sobre esa creciente actividad, divulgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

 


“El potencial de la economía azul sostenible para alimentar al mundo es inmenso. El océano cubre el 70 por ciento de la superficie del planeta y bajo ella está más del 90 por ciento del espacio habitable del globo”, aseguran los especialistas de las Naciones Unidas para los océanos.

 

 


Con la economía azul (desarrollo de las actividades económicas oceánicas de forma integrada y sostenible) los mares desempeñarán un papel importante en la erradicación del hambre en todo el mundo.

 


Según la FAO, ya en 2018 la acuicultura alcanzó un récord productivo de 114,5 millones de toneladas, con más de 82 millones de toneladas de productos animales (pescados, mariscos, moluscos) en aguas oceánicas y continentales.

 


La producción acuícola vegetal de plantas acuáticas, como las algas, se calcula alrededor de 30 millones de toneladas —la usan en alimentos, fertilizantes y farmacia—, a distancia ciertamente de rubros como los cereales, en los que la producción mundial sobrepasa los 2.700 millones de toneladas.

 


Como medida de comparación, la producción mundial de carne de cerdo supera los 100 millones de toneladas, la de pollo está cerca de esa cifra y la carne vacuna pasa los 60 millones de toneladas.

 

Esos volúmenes contrastan con otras cifras de la FAO, como la de que un tercio de la producción mundial de alimentos se pierde en las cadenas de comercialización y consumo, y de que 690 millones de personas en el mundo padecen hambre y decenas de millones pueden sumarse por el impacto de la pandemia de la COVID-19.

 


La acuicultura es propuesta como una alternativa para superar esas situaciones mientras aumenta la población mundial: actualmente, 7.800 millones de personas y previsiblemente, 9.700 millones en 2050.

 


Desde 2016 la acuicultura se convirtió en la principal fuente de pescado disponible para consumo humano, con volúmenes superiores a los 74 millones de toneladas que a ese fin aportaron las pescas de captura, marina y continental.

 


La FAO sostiene que el deterioro de las reservas pesqueras y la captura excesiva de peces en su hábitat natural son problemas permanentes, pues el 30 por ciento de especies “no se encuentra dentro de unos niveles biológicamente sostenibles” y otro 60 por ciento está en riesgo de caer a un nivel similar.

 


Pero con una gestión sostenible, la acuicultura podría tener un efecto transformador en la forma en que se alimenta a la población mundial. Según la FAO y los expertos, la actual cantidad de alimentos de origen marino podría multiplicarse por seis si se dan las condiciones adecuadas.

 

Sin embrago, los especialistas reconocen que persisten problemas ambientales, ya que la acuicultura puede conllevar la destrucción de hábitats marinos, el uso de productos químicos y medicamentos veterinarios perjudiciales, y la generación de residuos contaminantes.

 


Entre los desafíos que la industria debe resolver para convertirse en un pilar en la lucha contra el hambre, deben considerarse los efectos del cambio climático, la pesca ilegal (no declarada y no reglamentada), la esclavitud, la eliminación de los plásticos oceánicos y el uso de antibióticos.

 

En los mares puede definirse el futuro de la humanidad.
 

 

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