Flor de candombe y la marcha del "Recorrido de la llama"

A varias cuadras de distancia resonaba el ruido de los tambores y los gritos de las mujeres, como el de las vikingas antes de ir a la guerra o las chamanas al iniciar un rito de sanación. Y así lo hacían porque anteayer, en el Día Internacional de la Mujer, las integrantes de Flor de Candombe no solo pidieron justicia y derechos igualitarios, sino que parecían querer hacerse escuchar por aquellas mujeres que ya no están.

Pasadas las 18, cuando un grupo bastante grande de personas ya estaba reunido y listo para escucharlas, unas cincuenta mujeres salieron de La Tambora y coparon la calle con colores, tambores y baile.

Con los primeros golpes de los palillos sobre el cuero de los tambores, fue prácticamente involuntario para quienes habían ido comenzar a mover el cuerpo al ritmo de la percusión, en la que predominó el candombe que por momentos lo fusionaban con cumbia. Se acomodaron en tres filas, y con las bailarinas en la cabeza de la marcha, empezaron su peregrinación hacia la plazoleta ubicada en avenida Italia y Almirante Brown.

A paso lento, pero constante, el público pudo disfrutar de los fluidos movimientos de las tamboreras, que estaban vestidas con polleras en tonos amarillos, blancos y violetas, color que representa la lucha de la mujer. En el frente iban las bailarinas que disociaban los brazos de sus cuerpos, al ritmo de las mujeres que las acompañaban con tambores, gorros de colores y flores pintadas en sus cuerpos.

Todas ellas llevaban alguna forma de manifestación feminista, ya sea con maquillaje verde, brillos o el pañuelo de la Campaña del Aborto Legal, Seguro y Gratuito atado a algunas de sus muñecas o colgados sobre sus instrumentos.

Como los festivales de protesta de la comunidad afrodescendiente en New Orleans, la manifestación se movió en bloque, pero siempre con alegría y música. “Mezcla de cuyana y africana esa cuerda es de amor y guerra”, era la frase que repetían las tamboreras  e inmediatamente se interrumpía el ruido de los tambores.

Luego, se coordinaban para aullar, al igual que lo hacían sus antepasados ranqueles y comechingones, mientras que otras mujeres vestidas de blanco recorrían las filas de las artistas con palo santo y bañaban sus cuerpos del humo que salían de las vasijas. En ese momento los edificios y el asfalto parecían desaparecer y se transformaban en el suelo que pisaron cientos de años atrás los integrantes de los pueblos originarios.

Casi una hora después llegaron a destino, allí se pusieron en ronda, con los tambores en el medio, y alzaron los puños al cielo al mismo tiempo que cantaban canciones feministas. Finalizaron con el tema “Un violador en tu camino” y le agradecieron a todos los que fueron por acompañarlas en lo que llamaron “El recorrido de la llama”.

 Luego, se formaron ronditas de mate en la plaza para disfrutar de una merienda tardía y de los toques improvisados de tambores.