En un lugar azul

Es inconfundible la gran publicidad de "La Vesuviana", una antigua casa de pastas de la provincia, pintada sobre la pared. Y también lo son las tribunas amarillas y rojas de la Sociedad Española que dejan en claro el escenario de un recital inolvidable.

La voz en off de Roy Quiroga, baterista de Los Ratones Paranoicos aporta más claridad: "Veníamos de tocar en la cancha de River con los Stones y al poco tiempo estábamos otra vez en boliches más chicos".

El documental "Rocanrol cowboys" a principios de este mes se estrenó en Netflix y regaló a los puntanos un increíble pasaje de nostalgia rockera.

El show en la Sociedad Española, en algún momento de 1996, fue un descalabro de descontrol, con Juanse absolutamente poseído por sus demonios más oscuros y la banda en proceso de separación. Pero nada de eso se notó en el show puntano.

En retrospectiva, lo dicen los protagonistas en el audiovisual de Netflix: para cuando tocaron en San Luis, el desgaste de la banda era muy marcado y estaba casi en un punto de no retorno, sobre todo entre Juanse y Sarcófago y Pablo Memi, el bajista, el primero en abandonar el barco paranoico.

En el documental hay varias imágenes del caliente recital paranoico en San Luis que reflejan también el momento de ebullición que vivía la juventud puntana por entonces. El show que dio Juanse en aquella ocasión, con su habitual subida a las torres de sonido y el desafío constante con la muerte, colaboró para que el caos se hiciera presente, incluso con algunos disturbios sobre calle Colón.

San Luis no es un lugar más en la historia de la banda y mucho menos en la vida de su líder. En una gira previa a ese show en la Sociedad Española, Juanse conoció a Julieta Testai, una puntana que lo enamoró y que es la madre de sus dos hijos. En "Rocanrol cowboys", hay algunas imágenes en las que la mujer se deja ver y abandona su histórico bajo perfil.