15°SAN LUIS - Miércoles 17 de Abril de 2024

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La reconstrucción de Chile

Del otro lado de la cordillera planean modificar la carta magna, que data de 1980. La pandemia retrasó los planes, pero más tarde o más temprano el país tendrá una nueva Constitución.

Por Agustina Bordigoni
| 12 de abril de 2021

Tras un pospuesto plebiscito que intentó sacar al país de una crisis política que explotó en 2019, Chile elegirá a los 155 miembros de la Convención Constituyente que modificará la Carta Magna, que data de 1980. La pandemia retrasó algunos de estos planes, pero es seguro que más tarde o más temprano el país tendrá una nueva Constitución. Con eso se espera no solamente que la norma sea más acorde a los tiempos que corren, sino también —y mucho más importante— que pueda comenzar a cerrar heridas que continúan abiertas.

 

En Chile, como en América Latina, el constitucionalismo pasó por diferentes etapas. En muchos casos fueron convergentes, en otros no tanto. Todavía Panamá (1972), Chile (1980), Honduras (1982), El Salvador (1983) y Guatemala (1985) conservan sus documentos de los años de dictadura.

 

Podríamos decir, entonces, y si los ubicamos en períodos, que los países de la región se encuentran incluso hoy transitando alguno de estos momentos.

 

 

1- El período “experimental”.

 

Mientras en Europa la primera etapa constitucionalista se puede ubicar luego de las revoluciones burguesas del siglo XVIII, en América Latina ese período se dará luego de las revoluciones independentistas.

 

De ahí que los intentos por crear un derecho constitucional en ese momento estuvieran centrados precisamente en consolidar la independencia y el poder autónomo conseguido (o lo que es más importante, no perderlo). “Todas las constituciones dadas en Sudamérica durante la guerra de la independencia fueron expresión completa de la necesidad dominante de ese tiempo. Esa necesidad consistía en acabar con el poder político que la Europa había ejercido en este continente, empezando por la conquista y siguiendo por el coloniaje: y como medio de garantir su completa extinción, se iba hasta arrebatarle cualquier clase de ascendiente en estos países” (Bases y puntos de partida para la organización política de la República, Juan Bautista Alberdi).

 

Fue precisamente un constitucionalismo experimental en tanto se crearon diferentes figuras para cumplir ese objetivo: los “Senadores visitadores” (guardianes de la moral) en Chile de 1823 son un claro ejemplo de ello.

 

Pero también, durante esta etapa, los cambios entre normas más conservadoras o liberales fueron constantes: a la Constitución chilena de 1823 le siguieron las de 1826, 1828 y 1833. Lo mismo sucedió en Colombia (1843 y 1853) y en México (1824, 1836 y 1843).

 

 

2- La etapa fundacional (1850-1917)

 

Una vez pasado el período de consolidación de la independencia, se hacía necesario pasar a una siguiente etapa constitucionalista.

 

Este tiempo estuvo marcado por la prioridad de afianzar el crecimiento económico de las naciones recientemente independizadas. Ejemplo de esto fueron las constituciones de Argentina y México (1857), de Colombia (1886) y de Brasil (1891).

 

El nombre de “fundacional” a este momento de la historia se debe a que en él se redactaron las normas más influyentes y estables del constitucionalismo latinoamericano. Surgieron como resultado de un acuerdo entre liberales y conservadores (en puja por el control durante el período anterior). Esos acuerdos implicaron también la creación de un sistema de pesos y contrapesos entre ambos sectores, que adquirieron mayor o menor preponderancia dependiendo del país en cuestión. Sin embargo, la balanza se inclinó hacia lo económico y olvidó la cuestión social.

 

Durante este período se crearon los poderes centralizados que continúan vigentes hoy.

 

 

3- El constitucionalismo social (1917- 1980)

 

En los inicios del siglo XX las constituciones se abocaron a la “cuestión social” pendiente en las etapas anteriores, y comenzaron a tratar el tema de las libertades políticas, culturales, económicas y sociales. Allí surgieron algunas como la de México (1917), vigente hasta nuestros días.

 

Luego de la mexicana, las constituciones de Brasil (1937), Bolivia (1938), Cuba (1940), Ecuador (1945), Argentina y Costa Rica (1949) incorporaron los derechos sociales a las garantías constitucionales.

 

 

4- Los derechos humanos en la Constitución (1980-2000)

 

En esta etapa sobresale la cuestión de los derechos humanos como motivo fundamental de la actualización de la Carta Magna. Las reformas de finales del siglo XX incorporaron nuevas garantías, fundamentalmente en un contexto en el que las dictaduras habían dañado sensiblemente su ejercicio. Uno de los grupos a los que se apuntó con estos nuevos derechos fue al de las comunidades indígenas, otro de los asuntos pendientes de las etapas anteriores del constitucionalismo.

 

Dentro de este período se encuentran las normativas aprobadas en Nicaragua (1987), Brasil (1988), Colombia (1991) Paraguay (1992), Perú (1993) y Argentina (1994).

 

Por temporalidad, sin embargo, también se ubican las de Chile, El Salvador y Guatemala, todas ellas bajo gobiernos dictatoriales.

 

 

5- Las constituciones del siglo XX

 

Las constituciones de Venezuela (1999), Ecuador (2008) y Bolivia (2009) se encuentran en la etapa que muchos autores llaman “nuevo constitucionalismo”.

 

El período está caracterizado fundamentalmente por la incorporación de nuevos derechos para quienes estaban excluidos: pueblos indígenas, mujeres, y los llamados de “tercera generación”, incorporados en algunos casos en la etapa anterior. En lo que refiere a estructuras de poder, podemos afirmar que continúa siendo la misma que la establecida durante el segundo período.

 

 

Hacia un Estado Constitucional

 

Está claro que lo que suceda en Chile a partir de ahora no solamente marcará el cambio de una norma. Para que un Estado sea realmente constitucional hace falta que esas normas sean legítimas. Así, y solo así, estaría garantizada su validez y cumplimiento.

 

La transparencia del proceso, la capacidad de adaptarse a los nuevos tiempos y la participación ciudadana serán fundamentales, a partir de ahora, para inaugurar una nueva etapa en el constitucionalismo chileno. Y, quién sabe, en el de toda la región.

 

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