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Desafíos para el futuro inmediato

Por redacción
| 18 de enero de 2022

Cuatro factores conducen a un menor crecimiento de la economía mundial este año y en 2023: nuevas oleadas de COVID-19, los retos del mercado laboral, los desafíos en las cadenas de suministros y las crecientes presiones inflacionarias.

 

La economía global crecerá 4% en 2022 y 3,5% en 2023, después de alcanzar 5,5% el año pasado, señaló el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (DESA en inglés) sobre la situación y perspectivas de la economía mundial.

 

En América Latina y el Caribe el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) será de 2,2% en 2022, frente a 6,5% de 2021, con una creación de empleo insuficiente en cantidad y calidad. En la mayoría de los países las tasas de desempleo “continúan significativamente más altas que antes de la pandemia”.

 

América del Sur crecerá solo 1,6% este año, mientras que las perspectivas de corto plazo son más favorables para América Central y sobre todo para el Caribe, donde la reanudación del turismo apoyará la recuperación económica.

 

La pandemia “amenaza con dejar cicatrices duraderas en las economías de la región, incluido un mayor desempleo y pobreza, mayor desigualdad y mayores cargas de deuda”.

 

En el plano global, la economía mejoró en 2021 por un elevado gasto de los consumidores, cierto repunte de la inversión y un comercio de bienes que superó los niveles previos a la pandemia, pero el crecimiento desaceleró a finales de 2021, especialmente en China, Estados Unidos y la Unión Europea.

 

Esta ralentización coincidió con la etapa final de los paquetes de estímulo económico y fiscal y con importantes interrupciones en las cadenas de suministros.

 

La fuerte demanda de China y Estados Unidos benefició a América Latina, con altos precios de las materias primas y un aumento de las entradas de remesas, pero la recuperación no fue suficiente para revertir los daños de la pandemia, que empujó a millones de personas al desempleo y la pobreza.

 

En las economías desarrolladas, la escasez de mano de obra agravó los problemas de las cadenas de suministros y las presiones inflacionarias. Al mismo tiempo, el crecimiento del empleo en los países en desarrollo sigue débil, en medio de un menor progreso de vacunación y un gasto de estímulo limitado.

 

El pronóstico es una recuperación lenta del empleo tanto en África como en América Latina, el Caribe y Asia occidental. En muchos países el ritmo de creación de empleo no es suficiente para compensar las pérdidas de empleo anteriores.

 

También es previsible que el número de personas que viven en la pobreza extrema permanezca muy por encima de los niveles anteriores a la pandemia y que la pobreza aumente aún más en las economías más vulnerables.

 

En cambio, el PIB por habitante de las economías desarrolladas, en relación con las proyecciones anteriores a la pandemia, alcanzará su recuperación casi por completo en 2023.

 

La dispar recuperación del empleo y los ingresos entre los sectores poblacionales agrava las desigualdades de ingresos dentro de los países. La pandemia produjo un descenso del empleo femenino, sobre todo en los países en desarrollo.

 

Esa recuperación “frágil y desigual” llama a tomar medidas políticas y financieras mejor orientadas y coordinadas a nivel nacional e internacional.

 

Cerrar las brechas de desigualdad tanto dentro de los países como entre ellos es el mayor desafío que plantea el futuro inmediato, de cara a una crisis cuyo final aún está lejos.

 

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