13°SAN LUIS - Jueves 16 de Mayo de 2024

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Mataji

En el corazón de la práctica meditativa de la líder espiritual yace un legado de conexión y aprendizaje que se remonta a su infancia en Brasil y sus viajes a la India. Un camino de silencio que la trae a Argentina, un lugar energético por predilección.

Por Astrid Moreno
| 29 de abril de 2024

Rodeada de fieles seguidores vestidos de blanco y que hablan bajo, y con la autorización implícita de su líder espiritual, Paramahansa Sadvhi Tridevi, también llamada Mataji, arriba a los lugares sin pertenencias entre sus manos, que son llevadas por su séquito, y se sienta sobre una manta y un almohadón de estilo hindú que es tarea oficial de una de sus seguidoras. El silencio es lo que más la acompaña, a pesar de no estar nunca sola en público.

 

En una conversación íntima, Mataji comparte su trayectoria espiritual marcada por la influencia temprana de su abuelo, la exploración de prácticas meditativas y su compromiso con la transmisión de técnicas que invitan al encuentro con el silencio interior. Desde sus primeros pasos en la meditación guiada hasta la creación de su propia técnica.

 

 

―¿Cómo iniciaste este camino espiritual?

 

―No siento que hubo una expresión voluntaria, en ningún momento. Sí, cuando era chiquitita, yo me esmeraba mucho en relación al contacto que yo tenía con mi abuelo materno, en Brasil, que hacía prácticas de artes marciales y meditación. Lo tenía como un superejemplo y empezaba a practicar con él. Me sentaba y quedaba en silencio con él. Él me veía llegar, me hacía señal de silencio y yo me quedaba quietita. Cuando él falleció, yo tenía como unos once años y tenía una relación muy estrecha emocionalmente con él; la práctica me acercaba a su presencia. Lo extrañaba mucho y seguí practicando. Después, me di cuenta de que las personas tenían muchas dificultades de estar en silencio, eso era algo que a mí me salía fácil y empecé a desarrollar técnicas junto con mis formaciones académicas para poder transmitir ese silencio, que, en realidad, es imposible hacerlo. Nadie puede enseñarte a meditar, pero con mi ilusión en ese momento y por falta de experiencia, mi objetivo era transmitir silencio. Entonces, entendí que no hay cómo transmitirlo, porque todos nosotros ya lo tenemos puesto, solo que nos permitimos invadir por los ruidos de los que formamos parte. Ahí desarrollé una técnica de meditación guiada que hace que estos ruidos se vayan. No empecé con el yoga clásico, sino con la meditación transmitida. Por ejemplo, la de mi abuelo. La primera técnica que he hecho fue la mía misma. Enseñé mi técnica durante más de dieciséis años y ahí fui a la India y me asocié con una parte de lo que tenía que ver con el yoga clásico, pero iba siempre a entregar lo mío. Lo que sí he recibido de allá fue la parte de la filosofía, por eso soy hinduista religiosa. Luego, con todo el proceso de desarrollo de técnicas psicofísicas, fundé una organización y hoy tenemos estudiantes y seguidores alrededor del mundo. Me hace muy feliz poder ser como un granito de arena. La Tatria, mi técnica inventada, es mi tradición, lo que yo transmito desde mi propia experiencia, ya que aprendí desde la observación personal.

 

"Dentro de las diferencias es que nos complementamos; si no, solamente nos aglomeraríamos".

 

Mataji, líder espiritual

 

―¿Cómo es el primer acercamiento a algo tan lejano y asociado a la India?

 

―El estado meditativo está en todos nosotros. Que no necesita que seamos, no necesita que tengamos religión para poder contemplarlo. El estado meditativo es uno solo, nadie medita más que nadie. Lo que sí, hay personas que pueden callar realmente más que otros. Hay personas que se pueden permitir invadirse menos por los ruidos. Entonces, esos pueden permanecer más tiempo en silencio y tener más claridad y discernimiento hacia sus propias vidas. Luego, pueden compartir un poco de ese discernimiento con los demás y eso depende de la religión y de todo. Si tenés algunas técnicas que puedan favorecer a bajar el diálogo mental y estar en contemplación de ese silencio, y es tu naturaleza en donde se manifiesta la verdad de su ser, más allá de los ruidos, de esa emoción, es mucho más fácil. Algunos pueden elegir el Tatri, la técnica de yoga clásica, mindfulness o solamente en contemplación de la naturaleza, pintar, enfocarse en algo. El estado meditativo es el estar, dentro de la práctica meditativa, desde cualquier orden; nadie te puede enseñar a medir lo que ya es. Las técnicas sirven para disminuir el diálogo y el ruido. Entonces te lleva a la unidireccionalidad de la mente, recargarte en lo que sería el hinduismo. Y esa unidireccionalidad de la mente que puede llevar, voluntariamente, a lo que es la concentración suprema, a mantener la mente en una sola cosa. En un momento, obviamente, por estar en ese estado de observación de un solo punto hace como un estallido, un reseteo y el vaciamiento súbito. Si podés sostener eso, esa sensación se expande dentro tuyo. Te sentís conectado con todo. Pero si no podés, ese segundo de conciencia de que pudiste, que ya se fue cuando te das cuenta, eso ya es suficiente para que la mente haga un reseteo. Después hay que volver a empezar y cuanto más practicás, más vas a poder sentir ese estado de vacío y plenitud al mismo tiempo.

 

 

―¿Cómo es el trabajo con las generaciones nuevas y más con todo el tema de la ansiedad?

 

 ―De las personas con las que yo he trabajado y guiado toda mi vida, los más estresados son los que más se relajan, porque son los que más necesitan hacerlo. Cuando ellos se identifican con la técnica, sea la que yo imparto o con cualquier otra. Es muy interesante, porque a veces tienen la premisa de que como están muy tensos no van a poder hacerlo. Todas esas técnicas son complementarias, no son opositoras. No existe una mejor que la otra, existe la que te resuena y la que no te resuena. Entonces, cuando vos te identificás y empatizás con una técnica, usala, porque te va a servir. Puede ser que no te sirva para toda la vida, pero te va a servir por un momento, hasta que te des cuenta de que no te sirve más. Y ahí cambiás. Por eso existen tantas. En relación a los jóvenes, tengo personas o muy jóvenes o muy grandes, no hay un intermedio; les sirve a ambos grupos de la misma forma. Mejora la memoria, disminuye los ataques de pánico, que hoy estamos bombardeados a nivel sociocultural y superestimulados por todos lados. Hay mucho pánico, mucho estrés y muy pocos momentos de ocio y aburrimiento para que la mente pueda procesar las informaciones y las emociones. Esos espacios de práctica te dan tiempo con vos mismo para poder tener un proceso de elaboración emocional, psíquico e incluso de descanso físico.

 

 

―¿Cómo es la contención después de hacer una sesión de meditación? ¿Por qué suelen aparecer manifestaciones del inconsciente?

 

―Tengo formaciones en el área de psicología, neuropsicología, biología molecular, criminología y psicología forense. Me dedico mucho a estudiar y dentro de esos aspectos, todo lo que viene de forma natural, que no es provocado por una palabra o por una situación, viene porque estás listo para afrontarlo. Todo lo que va para el material inconsciente o que fue sublimado es porque la persona estaba sin recursos para afrontarlo. Cuando hacés una práctica, vas acomodando toda la información física y vas juntando preguntas con respuestas internamente. Es una indagación contemplativa después de la meditación; entonces, quizás viene el conflicto, pero con la solución en la mayoría de las veces. No es que ha sido engatillado por algo externo. No hay ni que pensar en cómo afrontarlo, porque eso se afronta solo, ya vienen juntos. No es algo que uno va a buscar la pregunta, porque eso directamente no se hace. La meditación es el silencio y hay muchas personas que lo confunden con lo que es visualización, que es una práctica muy importante, pero también hay que tener mucho cuidado, porque la persona está muy susceptible y hay que entender qué tipo de palabras usar. Porque no puedo guiarte con mi susceptibilidad o con mis creencias; tengo que guiarte al vacío suficiente para que puedas comprender tu propio ser. Hay que conectarse con la técnica filosofía, religión o lo que sea que te haga menos ruido, que te conecte con la certeza y no con las dudas. Hay creencias que a una persona pueden generarle mucho más conflictos que solución. Porque el objetivo no es ir hacia afuera, es ir hacia adentro. También suelo impartir que somos seres diferentes y es necesario que seamos así; dentro de esas diferencias es que nos complementamos, si no, solamente nos aglomeraríamos.

 

 

―¿Qué rol juega la religión?

 

―Soy hinduista porque me gusta, pero podría ser ateísta. Si no sintiera todo lo que siento, como lo siento, y si no hubiese vivido todo lo que viví hasta aquí, tranquilamente sería ateísta. Es más, tengo personas que me siguen que son ateístas y en el hinduismo hay vertientes que son ateístas. He visto ateos que viven a Dios y a lo divino mucho más que personas que se dicen creyentes; entonces, la religión clásicamente a nivel original viene a reconectarnos con lo divino de donde provenimos, no importa la forma en que uno pueda transcribirlo. Pero, lamentablemente, nosotros, como animales intelectuales, al contrario de usar el intelecto para cuidarnos mutuamente y unificarnos con respeto, creamos una creencia de competencia, de que uno tiene que ser mejor. La verdad es propia, pero nunca va a haber una absoluta, sino que se complementan.

 

 

―¿Cómo combinar algo que distrae tanto como las redes sociales con la meditación?

 

―Hoy, por todo lo que hago y viajo, la tecnología y las conexiones online me favorecen muchísimo, y a las personas que necesitan ese vínculo. Uno no tiene separación con eso a nivel técnico. Doy formaciones online y prácticas online, y hay proyectos sociales creados que se difunden online. Mucha gente se amparó en momentos difíciles en los últimos cinco o seis años a través de la tecnología. Así que para mí es una herramienta; como todo, es la forma en que lo usás y no tiene por qué ser perjudicial. Por ejemplo, a veces dicen que la plata es incompatible con lo espiritual, pero no lo es. La plata es una herramienta; como la tecnología, es qué haces con ella. Si nos conectamos con eso creyendo que nos posee o nos pertenece, estamos perdidos. Si nuestros cuerpos son perecederos y temporales, todo eso más. Uno lo que no puede es permitir ser absorbido ni por la tecnología ni por la plata. Pero nada es bueno o malo; hay herramientas necesarias, hago uso de ellas cuando es preciso.

 

Ya tenemos puesto el silencio, solo que nos permitimos invadir por los ruidos de los que formamos parte".

 

Mataji, líder espiritual

 

 

―Viniste varias veces a San Luis.

 

―Me encanta esta provincia y Argentina; soy una apasionada por este país. Es mi lugar espiritual en el mundo. Digo eso y la India, es chocante, pero es así. San Luis tiene una estructura geográfica fantástica. También estudié gestión ambiental y aquí tienen muchos cristales, montañas, mucho verde, la temperatura es muy favorable para mí, que sufro mucho por el calor, y las personas también son muy amables, receptivas y abiertas a lo espiritual. Aquí también tienen muchos asentamientos de pueblos originarios. Me encanta todo eso y hay una energía fantástica.

 

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