Todas las edades, empapadas en una voz que sabe a bondad

Basta que Abel Pintos levante una mano para que el delirio se apodere de la Sociedad Española. Ni hablar cuando canta, o cuando baila con sus movimientos de marioneta humana, o cuando se queda en silencio mirando a la platea. Todo parece ser un motivador para que el público (en su mayoría femenino, obvio) entregue ovación tras ovación.

Diego Sosa y el propio artista afirmaron que el 14 de setiembre, Abel Pintos regresará a la provincia para presentar su nuevo disco en el anfiteatro Ave Fénix.

Entre todos los gritos juntos asoman las canciones de un artista que está muy por encima de la media de los cantantes melódicos de América Latina. Porque Abel hace rato dejó de ser un exponente del folclore para convertirse en una estrella de la canción, que, además, está en su mejor momento.

De aquel gurrumín que asomaba temeroso a los escenarios invitado por León Gieco, o de aquel adolescente de morra y acné cuidado; quedan nada más que el nombre y algunas canciones. Desde “Revolución” y tras la confirmación de “Sueño dorado”, Pintos se erigió como un artista de masas, que si bien tiene numerosas seguidores adolescentes, cada vez más consigue la atención de un público más adulto.

Sin embargo, es la efervescencia sub 17 la que dominó el recital del domingo en el centro de San Luis. En el escenario, Abel habló de Dios, de la Virgen y de vivencias espirituales, pero en las tribunas los pedidos de las chicas son mucho más carnales.

Sobre el escenario -y fuera de él- Pintos se cuida de no ser polémico en sus declaraciones, de no decir nada que hiera susceptibilidades.

El recital empezó con “A Dios”, que no es una canción mística, sino una de amor. El tema es el último track del disco más nuevo de Pintos, editado hace sólo dos meses, pero ya todos la conocen y la cantaron. Si sucedió eso con casi un estreno, con “No me olvides”, “Todo está en vos”, “Cactus” y “Sueño dorado” –temas más viejos, con alta rotación radial- la respuesta de la gente fue aún más sonora.

Las reacciones del público también fueron parte del espectáculo. No hubo forma que la gente mantuviera sus asientos, pese a los esfuerzos del personal de Diego Sosa Manager Group, la empresa que organizó el show, por ubicar a los espectadores. Recién al sexto tema, consiguieron que la mayoría se sentara, pero fue hasta que el cantante se abrió la campera de cuero y de nuevo hubo una adoración de pie.

Cuando llegó el momento de “La llave”, una de las canciones que sobrevivirá la obra de Pintos, el público se paró nuevamente y no hubo forma de sentarlos hasta el final. Abel terminó el tema, se puso las manos en la nuca, se quedó en silencio, abrió su sonrisa y recibió la ovación. Pareció disfrutar el momento.

Tanto, que de inmediato tomó la guitarra y se quedó solo para hacer “Flores en el río” y “Motivos”, una de las tres canciones de su nuevo disco que pasaron por el recital. Al principio, el artista aclaró que el concierto no sería la presentación oficial de “Abel”, su reciente trabajo discográfico, sino un repaso por su carrera.

Y eso fue exactamente, aunque en el camino encontró algunas modificaciones, como una versión acelerada de “Bella flor” –que mostró todo lo que puede dar la banda que acompaña a Abel- y una en slow de “Por una gota de tu voz”.