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“En la casa o en el mando de una empresa, la mujer hace logística”

Por redacción
| 09 de marzo de 2014
Aprendió a negociar en un mundo de hombres.

Empecé con todos mis miedos y temores, sin saber si me iba a ir bien o mal. Pero lo intenté. Siempre es preferible eso, hacer el esfuerzo por algo, aunque te tome toda la vida, pero intentarlo al menos y no quedarse con la duda. Creo que me fue bien”, admite como con cierta timidez Adriana Puebla, y vaya que no está errada. Estuvo casada y formó su familia, cuando pensó que su historia ya estaba escrita se divorció y decidió salir en búsqueda de un trabajo. Con mucha dedicación, esfuerzo y, por supuesto, algo de olfato para los negocios, le dio una sorpresa a la vida y fundó una compañía que hoy le brinda servicio logístico a más de 40 empresas nacionales e internacionales.

 

Adriana Puebla, de ama de casa a exitosa empresaria.


Definir lo que Adriana hace es difícil, sobre todo porque no hay muchas mujeres que hacen lo que ella. “Me levanto a las seis de la mañana y nunca sé cuándo terminará mi día. Hay tareas que nos demandan toda una jornada. Pero siempre hago un corte al mediodía para almorzar con mi hijo y llevarlo a la escuela”, subraya entre las tantas cosas que tiene en su cabeza.

 


Su vivienda del barrio Colegiales habla por ella. Es una mujer de gustos sencillos que prefiere invertir a tener, con el primer estirón, un gran palacio. “Estaba por arreglar la casa (risas), pero en lugar de poner los ladrillos acá, para mejorarla, elegí colocarlos en esto”, confiesa y muestra un folleto ilustrado con un hotel que construye en la avenida Mitre. “Se llamará ‘Áreas’ y tendrá cuarenta habitaciones. Lo empezamos hace tres años y nos gustaría tenerlo listo para fin de año”.

 


La historia de esta próspera empresaria de 43 años tiene sus raíces en Justo Daract. “Éramos siete hermanos que veníamos de una familia de ferroviarios. Hice hasta cuarto año de la Tecnicatura de Químico Nacional en la EPED Nº 16 y abandoné porque me casé”, cuenta.

 


Como su marido era de Villa Mercedes, ella lo acompañó y se instalaron, no muy lejos de donde reside ahora, en un barrio. “Tuvimos un hijo que ahora tiene doce años, pero después de quince de matrimonio nos separamos”, prosigue.

 


Esa decisión la llevó a valerse por sí misma, a descubrirse y descubrir hasta dónde una mujer independiente puede llegar. “Tuve que salir a remarla. Como mi ex esposo se dedicaba al transporte, hubo un año en que lo ayudé en eso e hice un par de trabajos que me llevaron a conocer algunas fábricas, como Arcor”, relata.

 


Fue astuta y rápida para notar lo que otros no vieron. “Vi que las industrias no invierten mucho espacio en depósitos y tampoco lo hacen con otras herramientas, como autoelevadores, porque les conviene tercerizar ese servicio. Entonces, se me ocurrió que podía dedicarme a eso”, cuenta.

 


El primero en tenderle una mano fue su cuñado y único socio, Sandro, quien trabajó mucho tiempo en la Zona Franca, y la asesoró sobre transporte y almacenamiento.

 


“Cuando gasté todos nuestros ahorros para comprar un autoelevador y alquilarlo, a veces no dormía pensando en quién lo rentaría. Pero comenzaron a hacerlo. Empezamos a necesitar cada vez más, compramos otros y hoy es nuestro rubro más fuerte. Tenemos una flota de cuarenta máquinas”, repasa todavía sin creer en su suerte.

 


“Fundamos ‘SEL, Servicios Logísticos Integrales’ en marzo de 2003. Los primeros en contratarnos fueron de Converflex”, recuerda mientras mira a su socio. El boca a boca en el universo fabril los ayudó a hacerse conocidos y tener una carta de 42 clientes (Aceitera General Deheza, Arcor, Bagley, Glucovil, Kraft Foods, Ledesma, Ribeiro, Rama Caída, Tarjeta Naranja, Thyssen, Tersuave, entre otras firmas).

 


Las necesidades de esas compañías transcienden muchas veces las fronteras de la provincia. Y Adriana supo amoldarse bien. En la actualidad tiene siete depósitos repartidos entre Villa Mercedes, San Luis y San Juan.

 


“Tuve suerte”, dice por momentos Adriana para referirse al grupo de empleados que nunca le falló. Sin embargo, Sandro sabe que para moverse y sobrevivir en un ámbito donde la mayoría, gerentes y obreros, son hombres hace falta un poco más que buena fortuna, hace falta carácter y convicción, y su socia lo tiene. “Ella se ha sentado en la mesa con grandes empresarios y les ha hablado de igual a igual sin problemas”, comenta.

 


“Es bravo a veces (risas). Creo los tiempos han cambiado y aunque podemos tener diferencias creo que ya no tienen tan en cuenta si sos una mujer o un hombre, simplemente buscan que vos les des la solución que necesitan”, reflexiona la empresaria.

 


“Si vamos al caso –Adriana se suelta como si formara parte de un club del que hay que sentirse orgullosa-, creo que todas las madres y amas de casa hacen su propia logística con el sueldo que les ingresa para saber cómo llegar a fin de mes. Eso tiene un valor fundamental, saber cómo te vas a organizar todos los días con el almuerzo o la cena, los chicos. La función de la mujer es maravillosa, en la casa todo gira por ella”.

 


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