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"Las afiliadas a la obra social demandan más que los hombres"

Por redacción
| 09 de marzo de 2014

Todavía queda mucho camino por recorrer hasta que las mujeres ocupen igual cantidad de cargos jerárquicos que sus pares los hombres, sin embargo no es una novedad para el género femenino la transición de la vida privada a la pública.

 

Marisa Pannocchia comenzó la carrera pública siendo muy joven, a los 19 años ya era pasante mientras estudiaba abogacía.


Una de las jóvenes funcionarias del Gobierno, Marisa Pannocchia, coordinadora de DOSEP,  accedió a una entrevista con el Diario de La República, para conversar sobre la mujer y su relación con los puestos de mando, la toma de decisiones y la responsabilidad social, desde su propia experiencia. 

 


—En los más de diez años que llevás en la Administración Pública ¿Qué actitud percibís que toma la mujer cuando está en un puesto de jerarquía?

 


—Voy a hablar de mi caso en particular. Al ser yo muy exigente conmigo misma, entonces también exijo cuando me toca coordinar equipos. Una tiene que ser fuerte con quienes son fuertes y débil con quienes son débiles. Hay personas que necesitan que una ponga los límites y hay otras que necesitan que estés a la par. Es el caso del afiliado que viene con un problema de salud y se altera. Con él hay que sensibilizarse, escucharlo y tranquilizarlo, para pedirle que nos deje coordinarle la atención médica. No se puede adoptar una única postura en el trato para con todos. Quizás el hecho de estar trabajando en la Administración Pública desde los 19, y en distintos lugares, me permite saber cómo manejarme con otras áreas. Eso, la verdad, es muy ventajoso, porque muchas veces si no sabés cómo coordinar se te queda alguna gestión a medio camino y no lográs el objetivo. Acá manejamos urgencias, no son cosas que puedan esperar de un día para el otro. Si bien el equipo que me acompaña está disponible de lunes a viernes, las emergencias te llegan cualquier día y a cualquier hora. La experiencia tiene esa ventaja: que me permite conocer el funcionamiento y lo que hace cada uno para poder negociar.

 


—¿Qué otras aptitudes aprendiste en DOSEP?

 


—Antes que nada, te hace mirar la vida desde otra perspectiva. Estoy más cerca de los inconvenientes de las personas, porque todo afiliado que viene lo hace con un problema y nada menos que de salud. Entonces cambiás tu predisposición al ver que tus dificultades son mínimas comparadas con las de otros. Además, aprendés a enfocar la vida desde otro punto de vista. Tu carácter cambia, profundizás algunos sentimientos y en la contención. Cuando una persona se acerca, una la escucha y ve de qué manera puede canalizar esa problemática, eso es casi un 80 por ciento de la tarea.

 


—¿Cómo es la relación de las afiliadas y la salud?

 


—La afiliada mujer es más demandante que el hombre, será que la mujer es la que se encarga de los trámites de salud. Si es el esposo el que necesita algo, viene la mujer, si son los hijos, lo mismo. Ella es la que toma la responsabilidad y lleva delante los trámites. Excepcionalmente recurre el hombre.

 


—¿A lo largo de tu vida laboral tuviste que enfrentarte a algún tipo de prejuicio de género?

 


—En principio no, porque por ahí he tenido la oportunidad de coordinar reuniones en las que sólo hay hombres, pero una sabe bien el rol que cumple y qué es lo que quiere, entonces directamente me enfoco en ese objetivo y los prejuicios los dejo de lado. Me pongo en una situación de igualdad para que todos estemos hablando de lo mismo. Lo demás desaparece, no tiene que ver con que sea mujer o no. Si entrás a una reunión con inseguridades no vas a lograr transmitir lo que querías. Me parece que es una cuestión de actitud.

 


—¿Qué es lo que más te gusta de ser mujer?

 


—En primer lugar, creo que las mujeres somos unas bendecidas por Dios, desde el momento en que podemos dar vida a un ser, y con eso todo lo que viene después, el amor de madre que es incondicional, la sensibilidad que tiene la mujer que es muy distinta a la del hombre. La capacidad de hacer una multiplicidad de actividades a la vez. Yo puedo estar acá, pero no tengo que descuidar mi casa, a mi hija, la comida, entonces es como que nosotras tenemos todo coordinado, todo implementado. No nos podemos olvidar de nada. También creo que estos últimos tiempos hubo un cambio generacional en la sociedad y de cultura, por eso vemos una equiparación de la mujer con el hombre y viceversa. La constitución de la familia en sí ha cambiado mucho y tiene que ver también con los roles de la mujer y del hombre en el trabajo y en la casa. Si bien la mujer se ha insertado mucho en el ámbito laboral, trabajando y ocupando cargos de importancia, el hombre también ayuda y acompaña a la mujer en el hogar, cosa que antes quizás no hacía. Se trata de encontrar un equilibrio.

 



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