Juan Aguirre: “Estamos a cuatro pasitos de llegar a la B Nacional”

Faltaban cinco minutos para terminar el partido. Juventud quedaba afuera del Argentino A de AFA. Treinta y cinco mil tucumanos gritaban y festejaban el pasaje a semifinal. Hasta que un chiquito habilidoso sacó un remate fortísimo y esquinado que se metió abajo junto al palo izquierdo de Pave: gol. Y de Juventud. Del Pini Aguirre. Clasificación.
El estadio que se venía abajo se transformó en una postal. El Pini no sabía con quien abrazarse. El grupo de jugadores que estaban a nada de quedar afuera pasaban del sufrimiento al éxtasis. Y todo gracias a un jugador clave, no sólo en este partido, sino también a lo largo de la temporada.
Aguirre llegó en silencio a Juventud. Vino de Defensores de Villa Ramallo, un equipo que no tiene mucha historia en el Argentino A. Muy poco sabían de él. Muy pocos se acordaban que cuando vino con el Granate le hizo un lío bárbaro al Juve. Sus gambetas endiabladas, sus diagonales, su velocidad y su repentización fueron una pesadilla para los defensores del equipo puntano. No hay que sufrir más, se sintió por El Bajo. Y fueron a buscar al Pini. Fue uno de los primeros en llegar. Con perfil bajo entrenó tímidamente en el predio de la calle Franco Pastore. Más de un nuevo compañero lo chicaneó de cuando jugaba en Ramallo. Y él, cabeza baja, apenas se animó a sonreír.
Y esas gambetas endiabladas se vinieron a vivir a San Luis. Juventud que lo sufrió lo comenzó a disfrutar. Con habilidad y despliegue, primero; con goles y de los claves, después, comenzó a meterse a la gente en el bolsillo. Lo empezaron a querer. El Pini, ese pibe humilde que estuvo alejado del fútbol un tiempo, que en algún momento de la vida pensó que se había terminado eso de jugar cada fin de semana, volvió con todo, pero por suerte para la gente de Juventud, decidió hacerlo en San Luis.
Lleva doce goles en el Argentino A. No es goleador. Lo suyo es abrir defensas, pero ahora le agregó goles. Se está acostumbrando a vestirse de goleador. Y en Tucumán se puso el traje de héroe.
Faltaban cinco minutos. Juventud quedaba afuera. No restaba mucho tiempo. El reloj le jugaba en contra al Juve. La gente en San Luis estaba con la cara larga. Faltaba muy poco y parecía una empresa imposible. Hasta que apareció el Pini. Se vistió de héroe, le regaló la clasificación al Juve y enmudeció a La Ciudadela.