Le ganaron de mano al herrero que fue a asegurar una casa

Tres jóvenes, uno de ellos menor, aprovecharon que una vecina se había ido a pasar el fin de semana a Merlo para desvalijar su casa. Entraron por una puerta balcón apenas unas horas antes de que un herrero que la víctima había contratado llegara a reforzar la seguridad en esa entrada.
Aunque el robo fue descubierto cuando ya habían pasado diez horas, la Policía no tardó en hallar pistas y recuperar un sesenta por ciento de los objetos sustraídos, destacó el jefe de la Comisaría 7ª de San Luis, comisario Juan Carlos Leyes.

Los acusados estaban cambiando de lugar uno de los objetos robados cuando los descubrieron.

Hace apenas un mes Natalia Soledad Sánchez Cristófaro, una empleada pública de 36 años, se mudó a la casa 11 de la manzana 369 del barrio 137 Viviendas, en la zona noreste de San Luis.
El viernes a las diez de la noche viajó a Merlo. Le dejó las llaves de su casa a su hermana Cintia, que vive al frente, en la manzana 368, porque el sábado iría Gustavo Quiroga, un herrero de confianza, a instalarle una reja en una puerta balcón.
A las diez y media de ese día, Quiroga la llamó al celular. Al entrar con las llaves que le había dado Cintia había descubierto que la puerta balcón que tenía que asegurar estaba abierta y forzada.
En realidad, comprobaron después, no había sido ésa la primera opción elegida por los ladrones. Habían violentado la puerta de calle, pero no habían logrado abrirla.
Natalia adelantó su regreso de Merlo. Cuando revisó su casa, comprobó que le habían robado un televisor LED de 32 pulgadas, un minicomponente, un reproductor de DVD, un nebulizador, una pava eléctrica, un taladro, una lijadora, un destornillador eléctrico, una bordeadora, una notebook, tres mil pesos, una tablet, una netbook de las que entrega el gobierno provincial, una bicicleta de nena, una parrilla sin estrenar, 25 pares de calzados, siete kilos de asado, vinos, alimentos,  herramientas y utensilios.
Apenas recibió el alerta del robo, el Comando Radioeléctrico recorrió la zona. Una patrulla sorprendió a dos jóvenes cerca de la casa donde habían robado. Los vieron ocultar una bordeadora debajo de unas chapas, en el fondo de una vivienda, y cuando les preguntaron por qué lo hacían, dijeron que era para evitar que se las robaran.
Al oficial no lo convenció la explicación y llamó al personal de la Comisaría 7ª.
“Esa casa está a cincuenta metros en diagonal del domicilio de la damnificada y no tiene cierre perimetral, por eso el policía pudo ver cuando escondían la bordeadora”, detalló la oficial principal Nadia Guzmán, de la Seccional 7ª.
Llamaron a la puerta y los atendió la dueña, madre de Oscar Ojeda, de 21 años, uno de los jóvenes sorprendidos ocultando la herramienta. El otro es su amigo, Emiliano Pereyra, de 18.
La mujer les permitió entrar con dos testigos. En un dormitorio hallaron cinco cajas de zapatos y la dueña de casa reconoció que no eran suyos. En el fondo hallaron la bordeadora, la bicicleta rodado 14, la parrilla sin estrenar, el nebulizador y otros objetos robados de la casa de Sánchez Cristófaro.
Más tarde hallaron otra parte del botín, en una casa desocupada de la manzana 372. Y una mujer entregó en la comisaría a su hijo de 17 años, que tenía la notebook.