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Una monja de Villa Mercedes habló sobre la Guerra de Siria: "Nos acostamos pensando que puede ser el último día"

Por redacción
| 28 de mayo de 2014
Testigo de la crueldad. La hermana Guadalupe, junto a la senadora Negre y el nuncio Tscherrig.

Cargada de imágenes llenas de violencia, dolor e impotencia, la hermana Guadalupe Rodrigo llegó ayer al Congreso de la Nación para dejar su crudo testimonio sobre el conflicto armado en Siria, país en el que integra la misión argentina de ayuda humanitaria. Criticó el accionar de las fuerzas rebeldes y fue contundente al reflejar el ánimo del pueblo y los voluntarios: "Nos acostamos pensando que puede ser el último día".

 

La hermana fue al Congreso de la Nación para dejar su crudo testimonio sobre el conflicto armado en Siria, país en el que integra la misión argentina de ayuda humanitaria.


La religiosa nacida en Villa Mercedes, de 41 años y perteneciente a la orden de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado, contó sus vivencias en la conferencia: "Experiencias vividas en Siria. El día a día de un pueblo que sufre el azote de la guerra", que fue organizada por los senadores nacionales por la Provincia de San Luis Adolfo Rodríguez Saá y Liliana Negre de Alonso, y que se realizó ayer en el Salón Azul del Senado Nacional.

 


"Yo no traigo mi testimonio personal sino el que vive el pueblo sirio. Vengo a contar lo que es vivir la guerra por dentro", dijo Rodrigo.

 


Entre quienes siguieron su relato estuvieron el nuncio apostólico de la Argentina, Emil Paul Tscherrig, el senador sanjuanino Roberto Basualdo, autoridades eclesiásticas y de colegios religiosos.

 


La hermana Guadalupe pasó mucho tiempo en Aleppo, una ciudad sitiada por las fuerzas rebeldes que intentan derrocar el régimen del presidente Bashar Al Assad. La religiosa aclaró que la visión occidental sobre el conflicto no es la real. "Los levantamientos rebeldes no fueron pacíficos. Los grupos terroristas usaron al pueblo, todos los días matan gente. Hubo situaciones como la de ver gente muerta puesta en bolsas y tiradas a la basura con carteles pegados que decían: 'No tocar, es cristiano".

 


La radiografía, acompañada de fotos, fue captando cada vez más al auditorio. "Nos acostamos pensando que puede ser el último día; el bombardeo puede ser en el lugar que estoy. Por lo tanto, al pensar todos lo mismo, viven con felicidad, con sonrisas que no suelo ver acá", dijo Rodrigo. Y pensó en voz alta: "Si pensáramos que puede ser el último día, todo sería distinto: no postergaríamos decisiones, no pensaríamos en pavadas".

 


Guadalupe dejó entrever que el desánimo y la resignación ganan terreno entre la población. "Ellos dicen que por la guerra piensan en el futuro de allá arriba, el del cielo, porque acá en la tierra se los han arrebatado".

 


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