Felipe de Borbón ya es el rey de la peor España

El Ayuntamiento de Madrid engalanó sus calles con los colores de la bandera (rojo y amarillo) y más de 15 mil flores blancas para el recorrido que el rey Felipe VI hará desde el Congreso de los Diputados hasta el Palacio Real.

Felipe VI de Borbón se convirtió en el nuevo rey de España anoche, con la difícil misión de devolver la legitimidad a la monarquía y preservar la unidad del país ante el independentismo catalán y las dudas que una parte de la población tiene sobre la conveniencia de mantener a la monarquía parlamentaria como forma de gobierno.
Pocas horas antes su padre, Juan Carlos I, había firmado la ley que autorizaba su abdicación, poniendo fin a 39 años de reinado que permitieron a España afianzarse como una democracia moderna tras la dictadura franquista, pero empañados en los últimos tiempos por los escándalos y la crisis.
El texto entró en vigor a la medianoche española (19 en la Argentina) antes de la proclamación oficial del monarca, que se hará hoy a la mañana.
Felipe asumirá jurando fidelidad a la Constitución de 1978. La jornada, laica, sin invitados extranjeros y en ausencia del propio Juan Carlos —quiso ceder el protagonismo a su hijo—, tendrá la sobriedad que piden los tiempos de crisis y una ciudadanía algo hastiada de palacios y monarcas. 
El nuevo rey tendrá poco poder de decisión para abordar los grandes problemas del país. El más urgente parece ser el desafío independentista en Cataluña, la gran región del noreste cuyo gobierno regional convocó para el 9 de noviembre un referéndum al que Madrid niega validez legal. 
Para echar más leña al fuego, el Ayuntamiento de Barcelona aprobó ayer una moción que reclama un referéndum en todo el país para elegir entre monarquía y república.
Con la popularidad en sus mínimos históricos, sobre todo después de que su padre fue sorprendido cazando elefantes en África con una amante mientras en su país el desempleo batía récords, Felipe de Borbón y Grecia, príncipe de Asturias, deberá mostrar grandes dotes políticas para esquivar las demandas republicanas. Con una ventaja: es el miembro de la Casa Real mejor valorado. Tiene el apoyo de más del 66% de los españoles.
Amante de los deportes, estará al frente de un Estado embarcado en una política neoliberal que, en aras de equilibrar las finanzas públicas, llevó el ajuste, el desempleo y los desalojos a niveles desconocidos para los españoles que no vivieron la Guerra Civil.
Pese a esto, muchos de sus compatriotas ven una esperanza en este hombre de 46 años, más discreto y reservado que su padre. A veces desmedidas esperanzas.
"Ahora los españoles esperan casi todo de él: que arregle Cataluña, que arregle el paro (desempleo)", señaló Cote Villar, periodista del diario "El Mundo". 
"Es un gran soplo de aire fresco, pero hay un gran riesgo de decepción", afirmó Villar, y advirtió: "Al fin y al cabo, sigue siendo un rey de una monarquía parlamentaria que no puede hacer mucho".