Apareció el Ángel del gol y Argentina ingresó a cuartos

En uno de los finales más emotivos que se recuerden para un partido del seleccionado argentino en un Mundial de fútbol, Argentina se aseguró ayer la permanencia en cuartos al ganarle a Suiza 1-0 con un gol agónico de Ángel Di María a tres minutos del final y después de que el alargue extendiera el juego a una hora y media.
Ni siquiera el gol, con la asistencia especial de Lionel Messi, inyectó la tranquilidad que se esperaba, sino que la tensión fue en alza cuando un cabezazo de Blerim Dzemali estrelló la pelota en la base de un palo del arco argentino y el rebote volvió a pegarle al jugador sin atinar a aprovechar el convite.
Argentina fue toda emoción en el final, impotencia durante todo el partido y carente de fútbol, mientras más de 60 mil personas en el estadio Itaquerao hicieron sentir por primera vez visitantes a los albicelestes entre los pocos suizos y la mayoría de brasileños. 
El seleccionado deberá viajar a Brasilia para afrontar el sábado los cuartos, a los que llega por tercera vez consecutiva.
Argentina siguió sin hallar las variantes para decodificar defensas prolijas, porque Suiza no fue más que eso y el aporte de un jugador que parece surgido de viejos arrabales: Xherdan Shaqiri, inteligente, habilidoso, pícaro y buen lector del juego, pero no tuvo con quien jugar porque sirvió tres pelotas y en dos el punta Josip Drmic las desperdició.
En el primer tiempo, donde Shaqiri tuvo más participación, el atacante del Bayern Munich enredó a Gago sobre una esquina, se desentendió de la marca del jugador de Boca y el centro atrás lo conectó Xhaka, pero Romero respondió y gracias a esa atajada el partido no se terminó en los 90 minutos.
Argentina no supo ni con 4-4-2, ni con Lavezzi y Di María cambiando por derecha e izquierda, ni con el 4-3-3 y encima perdió para el próximo partido a Marcos Rojo, con dos amarillas y lesionado. Higuaín tuvo un flash de cinco minutos en los que tuvo dos chances de cabeza pero Messi necesita más compañía.
Messi estuvo muy bien controlado por los volantes centrales Inler y Berhami, con los dos zagueros aportando y con Xhaka, luego reemplazado por Gelson Fernandes, trabajando en la contención por derecha. Cuando el rosarino vio que no podía combinar con sus compañeros, porque entre ellos y por la marca suiza no permitiría un equipo corto, intentó hacer la propia y estuvo cerca con ese remate que Bengaglio contuvo en dos tiempos.
Ya en el angustiante alargue de media hora, se fue rápido el primer parcial, y se iba también el segundo. Di María, que no había podido siquiera levantar un centro y había hecho pocas contribuciones a la causa de seguir en este Mundial, sobre el final tuvo un enganche por derecha y con zurda la metió en un ángulo pero Benaglio parecía estar en su día.
Pero en el minuto 117, a tres del cierre, Palacio dio un pase al medio, Messi arrastró la marca, desparramó al zaguero Schaar, esperó que los dos marcadores que quedaban se le fueran encima y dio el pase a la derecha, que Di María, con zurda abierta, convirtió al segundo palo.
Locura, tal locura que Higuaín se secó sus ojos luego del festejo en un córner que tapó la humanidad del otro rosarino, del Real Madrid, que se había ido hasta allí a dibujar su corazón.
Llegó un córner, un centro y un tiro libre, para no dar descanso a la angustia, que recién trocó por grito cuando Di María intentó hacer el segundo desde mitad de cancha y con el arco desguarnecido. Se fue por poco, pero no importó. Ya había logrado evitar que el sufrimiento se extendiera a los penales.