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Caso García Campoy: la pólvora no ayudó a saber quién disparó

Por redacción
| 03 de julio de 2014
Muerte inexplicable. La investigación volverá hoy al lugar del hecho: Harán una reconstrucción. | Delfor Rodríguez

Si hubieran hallado restos de pólvora en las manos de Carlos Andrés García Campoy, o en las de uno de los dos gendarmes investigados por su muerte, la Justicia hubiera estado más cerca de saber si el joven de 20 años, que hasta el año pasado vivió en San Luis, se suicidó, como dicen los suboficiales de Gendarmería, o lo mataron ellos.
Pero la pericia para hallar rastros de la deflagración producida por el disparo dio negativo tanto en las manos de la víctima como en las de ambos sospechosos, confirmó ayer a este medio el abogado de la familia García Campoy, Federico Catanese.
El resultado del estudio privó al juez federal de Mendoza, Walter Bento, de un indicio importante para saber cómo ocurrió la muerte de Andrés, el viernes 13 de junio, durante un operativo de control de Gendarmería en la ruta nacional 7, en Luján de Cuyo.
Una explicación posible para el hecho de que ni a Andrés ni a los gendarmes no les hayan encontrado rastros de pólvora puede ser que –como han explicado expertos en balística– esa pericia no siempre da un resultado certero. Eso depende, en algunos casos, del calibre del arma empleada.
Catanese, que junto a la familia del joven muerto rechaza la hipótesis del suicidio, no descarta otro motivo para que el estudio les haya dado negativo a los efectivos de seguridad: que se hayan lavado las manos antes de que les hicieran la prueba.
Para repasar la secuencia del hecho y revisar los puntos débiles de la única versión que hay, la de los gendarmes, el juez Bento dispuso hacer hoy, a las dos de la tarde, una reconstrucción del incidente mortal.
Catanese dijo que tres actores ocuparán los roles de los dos sospechosos, que pararon al joven automovilista en un control, y el de Andrés, que quedó muerto de un tiro en la nuca, en el asiento trasero de su Peugeot 504 verde.
Días atrás los dos gendarmes investigados repitieron en el juzgado, durante sendas declaraciones indagatorias, el mismo relato que habían dado el día del hecho.
En resumidas cuentas, reiteraron que habían parado al conductor del 504 para controlar su documentación y el automovilista se había estacionado en la banquina. Uno aseguró que notó nervioso al joven, aunque no se resistió al control.
Luego de examinar sus documentos le pidieron que abriera el baúl, donde sólo encontraron unos bidones vacíos, aparte del tubo de GNC (Andrés había renovado la oblea del equipo de gas unas horas antes, lo cual para su familia es otro indicativo de que no era un potencial suicida).
Cuando le pidieron que abriera la puerta trasera lo hizo, pero sacó una carabina, declararon. Supuestamente el estudiante los insultó, les dijo algo así como “mirá lo que tengo para vos” y disparó al aire.
Los imputados de “Homicidio calificado”, que permanecen en libertad, dijeron que ellos corrieron como doscientos metros para ponerse a salvo y en eso escucharon otro tiro. Cuando volvieron, vieron que el joven se había matado de un disparo en la cabeza.
“Pero hallaron una sola vaina servida, que estaba dentro del arma”, dijo Catanese.

 


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