Poder decir adiós es crecer!

Una presión que me atormentaba mucho desde aquel fatídico 15 de mayo de 2010, cuando Gustavo Cerati sufrió un ACV en Caracas, era tener el borrador listo de su necrológica, “porque puede pasar en cualquier momento” me decían los periodistas especializados. Y tenían razón.
Ahí vamos!
Más allá del fanatismo que uno carga y el cariño que se siente por alguien que nos entra por el oído a través del parlante, conocer las letras y (tal vez) usarlas en algún grafitti o una reseña, la verdad es que no la hacía por la simple razón que no la quería escribir. Porque en mi egoísmo extremo no lo dejaba ir. No quería que se fuera. “Era irreversible”, decían, y parece que tenía que ser así. Su fuerza natural hizo lo que pudo.
Es difícil pero hay que sacar todo de adentro (que será imposible) pero ayuda descargarse.
Una vuelta por el universo, alto cada vez más alto, y a escribir lo primero que sale, si total una vez publicado lo veo y pienso en qué otras cosas tendría que haber puesto.
Ahora empezarán con el ranking de sus canciones, todos usarán sus frases y se sentirán ceratianos expertos (gracias a Wikipedia) pero con los años, el dolor pasa y la música quedará. Lo peor es que se nos van los próceres del Rock Nacional. Si no terminamos de llorar a Luca Prodan que se fue Fede Moura, años después ‘Pappo’ Napolitano y el flaco Spinetta, el último es Gustavo (perdón por los olvidos pero es por nombrar algunos). La pérdida se compensa con el talento, y de eso tenemos bastante.
Vamos a una que sepamos todos y a recordarlo con alegría, si hasta al lento más profundo el tipo la ponía toda la onda.
Ahora está en un lugar con parlantes.
Chau Gustavo, gracias por venir…

Murió Gustavo Cerati