Entre atracción y quejas, los tordos migraron a la Illia

Todos los días entre las 19 y las 20  el cielo de la avenida entre Mitre y Caseros oscurece totalmente. La nube que hace el efecto no es climática sino de plumas, aleteos y gritos. Y es que desde finales de diciembre un centenar de tordos eligieron la avenida para descansar en los árboles carolinos que rodean la calle. El escenario nocturno que resulta de una gran atracción para los turistas, no transmite lo mismo a los vecinos frentistas, que hartos de la suciedad, el ruido y el olor decidieron hoy comenzar con los reclamos al Municipio.

Los locatarios harán denuncias al municipio por el olor y la mugre de los pájaros.

“Son los pájaros que estaban en la plaza Pringles, los corrieron a tiros y volaron para acá. No están todo el día, llegan de noche y plagan los árboles. Cuando comienza la mañana el olor es insoportable, además no sabemos si los desechos que dejan producen infecciones o si tienen piojos”, dijo Pablo, dueño de la santería Gnomo Juan. El hombre comentó que es imposible quedarse afuera más de veinte minutos porque siempre caen suciedades de las aves. “Con mi señora pensamos hacer un reclamo en la Municipalidad mañana (por hoy) urgente. Para los turistas es todo un espectáculo y eso es bueno. Pero ellos están de visita y los que quedamos acá somos nosotros”, comentó mientras señalaba un auto con el techo lleno de inmundicias que estaba debajo de un carolino.

A pasos del local se encuentra Regional Hernández, su dueña Alejandra, coincidió con su vecino en más de un aspecto. “Es todo un entretenimiento. Vuelan de un lado a otro como si fuera un baile. Un día de lluvia estaban en hileras arriba de los cables y parecía una postal. Los turistas sacan fotos todo el tiempo y la gente de acá también. Todo muy bonito, eso sí, llega la mañana y por el hedor que queda es imposible respirar. No tengo idea de dónde vinieron, pero quiero que los saquen”.

Las quejas de Alejandra no terminaron ahí. La mujer responsabilizó directamente a la Municipalidad, sin embargo al igual que Pablo aún no elevó denuncias. “No hice ningún reclamo porque nunca encuentro respuestas. La semana pasada el cero ochocientos estaba desconectado. Y eso no es todo,  la recolección de los contenedores es muy esporádica. Colapsan de mugre y el olor acompaña al de los tordos”.

Del otro lado de la avenida el panorama cambia en opiniones y paisaje. Guillermo, dueño de un puesto de florería y gran observador,  explicó a El Diario de la República de dónde vienen las aves, su especie y el porqué del revoloteo constante. 

“Son en su mayoría tordos y también hay algunas golondrinas. Llegaron para este lado porque necesitan dormir en árboles frondosos y con ramas resistentes, y ese amparo lo encuentran en los carolinos que los protegen de las lluvias y las variaciones en el clima. Algunos llegaron porque los echaron de las plazas con estruendos y otros vienen de cercanías rurales”.

El florista además manifestó que el revoloteo constante que oscurece el cielo tiene que ver con una especie de pelea por el territorio. Primero llegan las golondrinas y luego los tordos que las superan en número, las confrontan y las corren para quedarse con los árboles. “Eso que para ellos es una trifulca, a los turistas les encanta. Sacan fotos y se van maravillados. La mayoría son de Buenos Aires, y eso no lo ven ni en sueños en la ciudad”.