"Octoberfest" en La Joaquina: el agua no opacó la fiesta de la cerveza

En una imaginaria batalla de líquidos, la cerveza le ganó al agua de lluvia. Pese al frío y las tormentas que rondaron el clima puntano durante todo el fin de semana, el Oktoberfest de La Joaquina fue un éxito de convocatoria que en algunos momentos –y a juzgar por la inestabilidad del cielo- superó las presunciones.
Les pasó, por ejemplo, a Bruno y Guillermo, los representantes de "Innsbruck", una cerveza mercedina, que llevaron tres barriles y poco después de la medianoche se quedaron sin más producto para los clientes, que seguían pidiendo. “Unos amigos de acá nos dijeron que el clima estaba feo y por eso pensamos que no iba a venir tanta gente”, dijo Bruno, un cordobés de Huinca Renancó que hace varios años se instaló en Mercedes y hace siete empezó a fabricar cerveza artesanal.
Por primera vez en la reunión de La Joaquina (habían venido antes a una celebración del día de San Patricio), la marca –que debe su nombre a la ciudad austríaca donde nació la abuela de Bruno- se puede encontrar por ahora en algunos comercios de Mercedes y en bares de Mina Clavero. “Nuestro objetivo es entrar en el mercado puntano”, dijo el dueño.
A pocos metros de ese stand, se instaló el de “Kerze”, una de las etiquetas más reconocidas de la provincia, que vendió como pan caliente (o cerveza fría) su producto y algunos elementos extras que llevaron como vasos y remeras.
A la manera de Walter White, el increíble personaje central de “Breaking bad”, a los realizadores de cerveza artesanal les gusta decir que “cocinan” su producto. Y es la cantidad de litros semanales que les permiten hacer sus equipos, lo que diferencia una fábrica instalada de una en crecimiento.
Una pinta –la medida más común para la cerveza, equivalente a poco menos de medio litro- se vendió en el “October…” a 40 pesos, diez pesos menos de lo que costaba un choripán hecho por una escuela de cocina y el diez por ciento de lo que salía una más bien flácida picada en algunos de los comercios del lugar.
A diferencia de años anteriores, en esta edición las mesas estuvieron más cerca de la línea de los puestos y había más gastronomía alemana para acompañar a las cervezas. “Franccesca”, “Paso del rey”, “Rohjan” y “Conde negro” fueron algunas de las marcas que acompañaron el emprendimiento del paseo de compras de Juana Koslay.
Las manos de las cientos de personas que charlaban en los pasillos no tenían sólo vasos plásticos porque algunos se animaron a llevar sus propios contendores –réplicas de barriles o de chopp alemanes- para ir llenándolos a medida que pasaba la noche.
Tanto el viernes como en la jornada final de anoche, la música fue un acompañamiento constante para los catadores. En la primera, la psicodelia de “Elefantes efervescentes” sorprendió a más de uno que no lo conocía, y “Los rehenes voluntarios” hicieron un encendido set que empezó con “Cowboy”, de “Los ratones paranoicos”, y terminó con “El viejo”, de Pappo. En la despedida estuvieron “4 monos”, “Cinco palacios” y “Feedback”.