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Hay 100 consultas por mes en la ciudad sobre fertilidad asistida

Por redacción
| 01 de noviembre de 2015
| Costosos. Los procedimientos reproductivos pueden valer unos sesenta mil pesos para quienes no tengan cobertura social.

¿Y vos para cuándo?, ¡Mirá que se te pasa el tren! La pregunta sobre la maternidad o paternidad nunca pasó de moda. Lo que sí cambió fue el momento en que mujeres y hombres eligen tener hijos y lo hacen al pasar los 30. Mientras que algunas parejas lo logran en los primeros intentos, otras recurren al médico. Allí traspasan la barrera y pasan a conformar el más de diez por ciento de matrimonios en edad reproductiva con problemas de fertilidad. Para ellos hay una alternativa: los tratamientos de fertilización asistida. En San Luis los dos únicos especialistas de salud reproductiva reciben, entre ambos, alrededor de cien consultas por mes. Pero sólo el cincuenta por ciento accede  a los tratamientos. El resto abandona la posibilidad de ser padres principalmente por las trabas que las obras sociales ponen a su cobertura. 
“Las obras sociales antiguamente no estaban obligadas a cubrir discapacidades, la infertilidad era considerada como tal. Fueron años interminables de lucha, pero desde hace dos contamos con una ley nacional que obliga a los prestadores de servicios de salud y al Estado provincial a brindar atención médica al grupo de pacientes que sufre problemas a la hora de fecundar. Ahora lo único que falta es que la cumplan en San Luis”, dijo Eliseo Catapano, médico ginecólogo especialista en salud reproductiva. 
La ley de fertilización asistida a  la que hace referencia es la 26.862. Fue aprobada por el Congreso Nacional en 2013 y garantiza el acceso de toda persona mayor de edad a las técnicas de reproducción médica de baja y alta complejidad. Todas comprendidas en el Programa Médico Obligatorio. En 2014 los legisladores dieron un paso más y aprobaron el proyecto que promueve la regulación de las técnicas  y los plazos para conservación de embriones y gametas. Según Catapano, las dos únicas provincias que cumplen con la ley casi completamente, son Córdoba y Buenos Aires. Ambos territorios tienen hospitales públicos que brindan el servicio a las personas que no poseen obra social o prepaga. 
En San Luis sólo está la opción de realizar los tratamientos de baja complejidad (la alta dejó de efectuarse en el 2006), donde la fecundación es buscada al estimular la ovulación, y con relaciones sexuales programadas. Si esas etapas no funcionan, el paso siguiente es la inseminación intrauterina. “En la inseminación intrauterina se coloca el semen del  varón, a través de una cánula, en el útero de la mujer cuando está ovulando. Hay más posibilidad de embarazo de esta forma que en relaciones habituales. Si durante tres meses seguidos de realizar la inseminación no hay gestación,  hay que continuar con la alta complejidad. Como en la provincia este método aún no está, los pacientes viajan a otros distritos”, apuntó Martín Olivera, también ginecólogo y especialista en medicina reproductiva.
Explicó que para realizar las técnicas de alta complejidad (in vitro) es indispensable  un laboratorio con tecnología y personal especializado. En esta etapa, lo que hacen, es extraer mediante punción los óvulos de la mujer, le inyectan semen y dejan en reposo el cultivo en incubadoras especiales. Cuando el embrión está listo, lo transfieren al útero. 
Olivera explicó que recibe unas cincuenta consultas por mes sobre tratamientos de fertilidad. "En su mayoría son parejas, pero también vienen mujeres solteras. Coinciden en las edades, todas pasan los 30 y en menor proporción los 40. De esas visitas sólo la mitad termina accediendo a tratamientos de alta o baja complejidad. Hay obras sociales que no autorizan los métodos de un día para el otro y otras que ponen un cupo. En Dosep hay gente que está haciendo un expediente ahora y que recién va a poder efectuar el tratamiento en marzo del año que viene.  Y esto es todo un problema, porque cuanto más grande es la mujer, menos chance tiene de quedar embarazada”, dijo. 
Su colega Catapano, que atiende un número similar, fue un poco más duro: “Algunas mutuales les dicen ‘sí yo le voy a cubrir el tratamiento, pero en Buenos Aires’. Entonces la pareja  viaja a ver a un  doctor que no conoce, con una mortificación previa de papeles. 

 

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