SAN LUIS - Martes 14 de Mayo de 2024

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Ramos Mejía: "Es bajísimo lo que pagan por prestaciones"

Por redacción
| 19 de julio de 2015
Entrevista. Luego de operar, el doctor Agundez recibió a El Diario en la sala de la dirección.

En medio de las críticas, el director médico del sanatorio Ramos Mejía, Ricardo Agundez, recibió en su despacho a El Diario de la República. Firme, y por momentos indignado, reconoció que la prestación para los jubilados hace tiempo que colapsó, y atribuyó el caos en la salud a dos motivos esenciales: falta de plazas (camas) en todo el sistema público y privado, y falta de actualización en los pagos que realizan las obras sociales, como PAMI, por cada una de las prestaciones. 

 


—¿Por qué reciben tantas quejas del sector de los jubilados?
—Ni el hospital, ni las instituciones privadas pueden mantener solos un sistema con PAMI. Y nosotros estamos atendiendo 21 mil afiliados, porque recibimos a la gente de la capital, donde estamos hipercolapsados, más los del norte, donde dan un servicio pésimo. Entonces, si tengo setenta camas desde hace 40 años, y la cartera me subió de 14 mil a 24 mil (sumado con vecinos del interior), no tengo posibilidad de cubrirlos a todos. Además, pensemos que en el Ramos Mejía hacemos 250 cirugías por mes.
Necesitamos una ayuda urgente del Gobierno, porque la salud está pasando por una extrema pobreza, porque las obras sociales, en general, pagan mal y a destiempo.

 


—¿Y qué pasa en el resto de los centros de salud?
—Todos están sobrepasados: el hospital atiende indigentes, accidentes de tránsito, y no da abasto. El Sanatorio Rivadavia, no tiene PAMI, lo tiene lleno de distintas obras sociales y prepagas, y aún así, está en pérdida. Y la Clínica Italia atiende a todas las sindicales, con cuarenta camas. 

 


—¿Cómo viene la relación con PAMI?
—Hoy estamos un poco mejor, en el sentido que mejoramos la facturación. Pero igual, tenemos  que actualizar los valores, porque un medicamento que hoy vale 8 pesos, cuando me lo liquidan, sale casi el doble, y así no alcanzo a reponer ni la mitad.

 


—¿Cómo es el sistema de pago? 
—Hasta octubre de 2013 era por “capitación” (por persona). Pero era un sistema perverso, porque te dan un monto fijo por la cantidad de afiliados y tenías que hacerlo rendir de la mejor manera; y muchos disminuían la cantidad de prestaciones. Entonces PAMI se dio cuenta de que no funcionaba y pasó al sistema "por prestación”, donde pagan por cada atención. Pero el tema es que el valor es bajísimo.

 


—¿Lo mismo se da en todo el país? 
—El sistema de salud, en general, está en un momento crítico. Ahora, no sé si detrás de todo esto hay una gestión, sobre todo de las prepagas, donde hay dueños privados que manejan aranceles totalmente diferentes, por ejemplo, entre Buenos Aires y San Luis. Porque parece que nosotros somos del campo y ellos son los privilegiados. 
Claro, acá una consulta se paga en 160, 180 pesos. Y allá la están pagando por arriba de los 400 pesos. ¡Dios atiende en Buenos Aires, no, no, también tiene que atender en San Luis, porque acá también damos salud!

 


—¿Cómo toman las quejas que plantea la comunidad?
—Tienen que saber que manejamos un grupo de gente que es muy complicado. A nuestros abuelos hay que darles prioridad. Pasa que muchas veces vienen con una fractura de cadera, anémicos, deshidratados y en mal estado en general, lo que complica toda la cirugía. 
Así y todo, acá operamos más de 30 caderas por mes, y la tasa de mortalidad es muy inferior a la que da la Organización Mundial de la Salud. Es decir, no es que doy una mala prestación, sino la que puedo dar. Porque ninguno de mis cirujanos va a decir. “Ah, se va a morir…” No, tratamos de salvar todas las vidas.

 


—Y el sector de la guardia es otro punto de reclamos constantes…
—Tenemos una guardia donde por momentos se acumulan 70, 80 personas. Pero tenemos la guardia más grande de San Luis, de la parte privada, con 6 camas, oxígeno, desfibriladores, etcétera. Lógicamente, me encantaría tener una guardia más grande, con más médicos y camas. Pero para eso se necesita plata, que no la tenemos.

 


—¿Estuvieron por quebrar?
—No llegamos a quebrar, pero estuvimos a punto de hacerlo, hace un año y medio. 
El tema es que nadie nos ayuda: no tenemos créditos bancarios, nadie nos presta plata y tenemos que caer en el camino de la usura. Y después es muy difícil remontar esas situaciones. 
Igual, ahora estamos un poco mejor. Hemos gestionado un incremento en los valores de las prestaciones, que tiene que darse en el corto plazo, sí o sí, porque están quebrando muchísimas clínicas.

 


—Y en plena crisis, empezaron a derivar pacientes a Villa Mercedes...
—Hace cinco meses estuvimos en crisis, donde pararon muchos médicos porque, claro, no había plata y querían cobrar. Después “apareció” la plata y ahora sí, están los traumatólogos, ginecólogos, cirujanos, dermatólogos; estamos cumpliendo con todas las especialidades.

 


—¿Cómo se remonta esta situación?
—Nosotros creemos que damos una buena prestación, porque hemos reconvenido y recapitulado con PAMI algunas cosas que, por supuesto, necesitan mejoras.
Pero necesitamos más dinero para poder adecuarnos a los tiempos. Porque un aparato de rayos, a los 6 o 7 meses pasa a ser viejo. Y tengo que tener siempre la tecnología a la altura de los acontecimientos. Además, podríamos tener más camas, médicos para la guardia, etcétera. Y todo eso se consigue con más dinero.
Un abogado hace mal un escrito, lo rompe y lo vuelve hacer. Yo, cuando cometo un yerro en una cirugía, se me murió el paciente. Ésa es la diferencia. Entonces, no puede valer lo mismo un escrito que una intervención quirúrgica.

 


—¿Qué pensás del proyecto para la salud, de Alberto Rodríguez Saá?
—El otro día presté mucha atención al discurso de Alberto en Merlo. Y es lo mismo que estoy diciendo yo. Él interpretó perfectamente lo que está pasando con la salud en la provincia. Y si dice que vamos a tener hospitales escuelas para nuestros jubilados, perfecto, estoy totalmente de acuerdo. Sería una solución tanto para el sector público como privado. 
A mí me gustaría sentarme con el futuro gobernador para contarle la situación, con los números que manejamos. ¡Ojo!, no quiero ser llamado para ocupar un cargo público, sino para discutir sobre cómo mejorar esto, para crecer. 
Sería muy fácil para mí cerrar las puertas y ponerme unas playas de estacionamiento y un restaurante. Pero acá estoy.

 


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