La Policía está en plena misión de corroborar si existió el asalto que un sereno denunció días atrás en la Subcomisaría 9ª de Paso Grande. El empleado que cuida las máquinas que la empresa Luxma usa en la construcción del acueducto San Martín, en el departamento de igual nombre, asentó la semana pasada que dos encapuchados vestidos como policías le cortaron el dedo índice derecho a la altura de la falange distal, próxima a la uña, cuando intentaban robarse una pala mecánica. Pero los peritos no hallaron ni una gota de sangre al inspeccionar la escena ni en el auto del denunciante, quien aseguró que tras la amputación condujo su vehículo hasta el centro de salud de Las Chacras.
La ausencia de rastros hemáticos generó extrañeza entre los investigadores y sorprendió también al médico que revisó al sereno Carlos Adrián Vílchez. “Efectivamente tiene una lesión. Nos entrevistamos con el doctor y la enfermera que lo vieron. Y les llamó la atención que esta herida no fuera sangrante, cuando habitualmente genera una abundante hemorragia”, comentó ayer el jefe de la Subcomisaría 9ª de Paso Grande, oficial principal Ramón Escudero.
Vílchez, un vecino de Villa Praga que tiene 42 años, les contó a los agentes que el martes pasado, a las 18, entró a cumplir su turno en el sitio donde guardan a diario la maquinaria afectada a la obra. Está en el paraje Alto del Molle, entre Las Chacras de San Martín y Potrerillos, en zona rural. Vílchez “es la única persona que trabaja allí en ese turno, que empieza a las 18 y concluye a las 8. El predio, que está al costado de la ruta Nº 40, no está cerrado. Él no tiene una casilla. Explicó que a veces suele permanecer adentro de alguna de las máquinas y otras, en su propio auto”, resumió Escudero.
El denunciante refirió que a las 21:30, cuando andaba a pie por el terreno, vio un auto negro, quizás un Volkswagen Bora o un Voyage, que pasó por la ruta y se detuvo a unos 20 ó 30 metros. Manifestó que un hombre se bajó y le pidió ayuda porque supuestamente se le había pinchado un neumático. “Él relató que se acercó y no se dio cuenta que estaba encapuchado. Y que luego se bajó la otra persona, le dijo ‘esto es un asalto, no te muevas’ y lo cruzaron hacia el predio. Describió que ambas personas vestían ropas azules, como de policías, y que tenían toda la cara tapada, sólo se le veían los ojos”, dijo el oficial principal.
Vílchez aseguró que los encapuchados le exigieron –e insistieron– para que les entregara las llaves de una máquina en particular, una pala mecánica. “Él contó que les explicó que no le dejan ninguna llave. Y aseveró que en determinado momento, cerca de una tranquera, le doblaron el brazo derecho hacia atrás y sintió que le cortaron el dedo”, narró.
El hombre indicó que después de lesionarlo, los extraños escaparon sin llevarse nada, aunque antes de irse rompieron el vidrio de la máquina que pretendían llevarse. Vílchez dijo que corrió a un campo situado al frente, cruzó un alambrado, se ocultó detrás de una piedra y así, agazapado, vio que los asaltantes se subían al Volkswagen.
Denunció que tras verlos irse, él salió, se subió a su vehículo y manejó hasta el centro médico, distante unos 15 kilómetros hacia el oeste.
Al inspeccionar la escena, los peritos “no encontraron ni una gota de sangre, ni en el sitio donde dice que fue lesionado, ni en la ruta que refiere haber cruzado ni en el campo donde expresa que se escondió. Y en su auto tampoco había (rastros de sangre), ni en el asiento, ni en el volante ni en la palanca de cambio, que tiene que haber accionado al conducir”, razonó. “No encontramos nada en el lugar del hecho. Es llamativo. Trabajamos en varias hipótesis. No se descarta nada”, acotó Escudero.
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