Mariano González tenía 13 años. La apendicitis que le diagnosticaron el jueves en el sanatorio Ramos Mejía, donde el miércoles se habían negado a atenderlo, fue operada de urgencia ese mismo día. Y los médicos dijeron que salió bien. Pero enseguida, cuando su mamá recién alcanzaba a verlo, el chico se descompensó y lo volvieron a quirófano. Murió un rato después.
Su familia, arrasada por el dolor, también está golpeada por la perplejidad: los médicos del sanatorio primero, y dos forenses ayer, cuando hicieron la autopsia, llegaron a la conclusión de que el adolescente murió por un edema agudo de pulmón, originado en una falla cardiaca. Pero no saben qué la produjo. Un rato antes de operarlo le habían hecho un electrocardiograma y, al parecer, no arrojó ninguna anormalidad.
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