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Hernán Piquín llevó su historia de amor a Estancia Grande

Por redacción
| 22 de enero de 2017
Piquín y su ballet, aplaudidos de pie. | Foto: -Marina Balbo

Cuando Hernán Piquín se puso en la piel de Freddie Mercury empezó un recorrido homenaje a músicos populares que marcaron su vida. Hace dos años, el prestigioso bailarín presentó “Let it be”, el show en el que las canciones de “Los Beatles” conducen un hilo argumental con una historia de amor por delante.

 


A diferencia del show que tuvo al líder de “Queen” como protagonista, en el espectáculo que presentó el sábado en “Gran Charlie”, Piquín no interpreta a la estrella sino a un hombre enamorado que tiene la carga del sufrimiento sobre sus hombros, siempre caídos, con una cara de angustia que domina buena parte de la trama.

 


No es para menos. La mujer que ama tiene dueño, un padre que no acepta los cambios y muy pocas chances de sobrellevar la relación. En esa especie de Romeo y Julieta mostrados desde el lado amable de la psicodelia y con final trágico como elemento coincidente se apoya buena parte de la trama que atrapó a los puntanos.

 


El fondo musical es de por sí inmejorable y, además, una garantía absoluta. Los clásicos de los 4 de Liverpool se suceden uno tras otro y consiguen la adherencia de inmediato. “Hey Jude”, “Twist and shouts”, “Yesterday”, “Something” y el bonus track de “Imagine” –que pertenece en rigor a la discografía solista de John Lennon- son mucho más que simples títulos. Son, también más que simples canciones. En definitiva son clásicos la historia de la música universal.

 


Piquín y su ballet interpretaron esos ritmos despojados de los movimientos del baile clásico y más cerca del estilizado. En sus dos últimos espectáculos, Hernán priorizó estilos más populares de danza y dejó un poco de lado lo estrictamente relacionado con su formación y con el género que le abrió las puertas.

 


Por supuesto que al bailarín le sale bien ese cambio, como también sale airoso de los muchos momentos actuados de “Let it be”, que en proporción son casi la mitad. Hasta tuvo tiempo de mirar muy mal a una espectadora sentada en la primera fila que sacó una foto con flash con su celular.

 


Cada uno de los muchos cuadros que completaron casi dos horas de espectáculo estuvieron marcados no sólo por las canciones, sino también por el clima, por una pantalla que proyectó las diversas escenografías y por el vestuario, muy inclinado hacia los colores vivos de la época de “Sargent Peppers”.

 


Uno en particular, que mostró al protagonista con el torso desnudo tirado en su cama, en pleno pensamiento angustiado por el amor que no puede conquistar, recordó a una notable escena de “Aniceto”, la película con la que el enorme Leonardo Favio se despidió del cine argentino y de la que Piquín fue figura excluyente.

 


En “Let it be” da la impresión de que todos los protagonistas centrales sufren. Sufre el personaje de Piquín al principio porque no puede conquistar a la mujer de la se enamoró. Sufre ella también porque está atada a una relación sin sentido. Sufre el novio engañado de la joven (un personaje que tiene muchos buenos contrapuntos con Hernán, el más notable, una pelea de bar). Y sufre –aunque con cierto toque de comedia- la pretendiente del protagonista, una mujer rechazada a veces con violencia.

 

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