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Asesinado en el semáforo: el hermano contó cómo ocurrió

Dijo que se trenzaron mano a mano con los dos ocupantes de otro auto, que escaparon. Buscan pistas de ellos. José Alejandro Rojo fue apuñalado en Aristóbulo del Valle y Sucre. 

Por redacción
| 17 de octubre de 2017
Pariente y testigo. Marcelo, con la foto de su hermano Alejandro, muerto de una puñalada. Compartían el oficio de electricistas. Foto: Nicolás Varvara.

Te apuñalaron— le dijo Juan Marcelo Rojo a su hermano José Alejandro. Era afirmación, no había margen a dudas: desde el pecho le brotaba sangre, tiñéndole de carmín las ropas ahí, en plena calle, cuando empezaba la mañana dominical.

 

—No te hagas problema. Estoy bien, puchero— le contestó el herido, quizás intentando, con ese término con el que solían llamarse entre ellos, quitarle dramatismo a lo que ocurría.

 

Fue lo único y lo último que el lesionado le expresó a su hermano. Después de esas palabras, se desvaneció y no volvió en sí nunca más. El conductor de otro auto le había dado una puñalada en el corazón, en medio de una pelea fugaz que se desató el domingo cerca de las 7:30, en Aristóbulo del Valle y Sucre. Fue, al parecer, por un problema de tránsito.

 

“La verdad es que no son conocidos, aunque los he visto, los he cruzado en algún lado. Por mi actividad conozco mucha gente, ando mucho en la calle –aseveró Marcelo, que es electricista–. Si los veo, si me los ponen adelante, puedo reconocerlos, a los dos”.

 

Después de pedir socorro a mucha gente que pasaba y de ver cómo seguían de largo, indiferentes, Marcelo vio que dos taxistas pararon. Con la ayuda de una colcha verde, entre los tres subieron a Alejandro al asiento trasero de su vehículo, un Peugeot 408 gris, y lo llevaron al Hospital San Luis, donde murió cerca de las 8. La Policía llegó cuando ya lo habían cargado. “Me voy, me lo llevo, me lo llevo”, insistió el pariente, que optó por no aguardar la ambulancia, que demoraba. 
El conductor del otro auto –sería un Gol Trend blanco, con vidrios polarizados y patente nueva, que empieza con A, según lo que recuerda Marcelo– escapó junto a su cómplice después de darle la estocada a su hermano. Ahora, los investigadores de la División Homicidios buscan y chequean datos para dar con los ocupantes del Gol y con el rodado. 
El domingo pasado era el primer Día de la Madre que Verónica Beatriz Rojo pasaba sin su hijo José Marcelo Polanco, muerto en un choque en el cruce de las rutas provinciales 20 y 9, el 5 de febrero de este año, contó la única hermana mujer del hombre asesinado. Son cuatro en total.
Por eso, ella y sus tres hermanos habían acordado reunirse bien temprano en el cementerio parque Jardín del Recuerdo, en la zona sur, para acompañarla en ese día especialmente doloroso para ella. Hacia allá iban Juan Marcelo y José Alejandro cuando tuvieron el encontronazo con los dos ocupantes de otro vehículo, en la mencionada esquina, explicaron los hermanos. 
“Alejandro dejó cuatro hijos. Los más grandes tienen 14 y 12, y los más pequeños, de su última pareja, tienen 7 y 2 años. A la gente que pueda aportar algún dato para ubicar al otro auto y a los hombres que iban en él le pedimos que tenga piedad, que piense en los hijos de mi hermano y colabore. Lo que queremos es que se haga justicia”, expresó Verónica, profundamente golpeada por las pérdidas que sufrió este año. 
Los familiares reconstruyeron ayer, en diálogo exclusivo con El Diario, cómo fueron las horas previas de Alejandro. “Tenemos un campo en la zona de Villa de la Quebrada. Mis padres y yo estábamos allá. Alejandro fue a saludar como a las 12 de la noche, por el Día de la Madre. Yo ya estaba durmiendo, no lo vi, pero él estuvo”, narró Verónica. 
Luego regresó a San Luis y “estuvo con unos amigos, jugando al truco (durante la madrugada). Después se vino a mi casa a saludarme”, en inmediaciones a la Clínica Italia, continuó Marcelo. Como era temprano para salir al cementerio, se quedaron un rato ahí, esperando que se hiciera la hora, dijo. 
Según indicó, cuando salieron de su domicilio, iban a buscar a un conocido de él que vive en 25 de Agosto y Sucre, a quien habían invitado a ir al campo. Es que, después de ir al cementerio, todos los hermanos tenían previsto ir a Villa de Quebrada, a pasar juntos el domingo. 
“Por eso, para ir hasta la casa de este amigo, tomamos por Aristóbulo hacia el este. Nunca llegamos a buscarlo, porque todo ocurrió en el semáforo de Aristóbulo y Sucre. En realidad, empezó unas cuadras antes, en donde está el anterior semáforo –Ndp: en Don Bosco–. Ellos venían adelante. La luz se puso en verde y mi hermano, que conducía, le tocó la bocina, porque no salía. No se movía el auto. Alejandro hizo marcha atrás, para pasarlo por el costado. Y cuando iba avanzando por el lateral, el Gol aceleró y mi hermano también. Cuando lo hizo, el otro conductor le tiró el auto encima, como para que se fuera hacia la vereda contraria, la izquierda”, relató. 
Alejandro frenó el Peugeot y se puso atrás. Ambos vehículos avanzaron un trecho más, hacia el siguiente semáforo, en Aristóbulo del Valle y Sucre. “Cuando el Gol paró, mi hermano se bajó, para hablarlo. Ahí empezó el disturbio. Se bajó una segunda persona, que iba sentada en el asiento del acompañante. Yo descendí también. Era un hombre grande”, refirió el hermano del fallecido.
Según explicó Marcelo, fue un ‘mano a mano’: el conductor del Gol se trenzó con su hermano, y él, con el acompañante del otro rodado, cada uno en su respectivo lateral. “Alejandro estaba a la izquierda y yo, a la derecha –referenció–. Cuando levanté la vista, en un momento, veo que mi hermano retrocedía. A mi entender, ese hombre le pegó una primera puñalada en el brazo izquierdo, mientras todavía estaba adentro del auto. Cuando el conductor ya se había bajado, vi que mi hermano cayó sobre el capó del auto de él, que lo tenía contra el capó”. 
Al ver que estaba mal, Marcelo dejó de pelear con el otro hombre y fue hacia donde estaba Alejandro. “Él alcanzó a hacer unos pasos. Vi que lo habían apuñalado y me dijo que estaba bien. Cuando lo agarré para llevarlo al auto y de ahí al hospital, se desvaneció. Grité pidiendo ayuda, porque no podía cargarlo solo. Nadie paraba, todos pasaban. Sólo frenaron dos taxistas, que me ayudaron a ponerlo en el asiento trasero”, narró. De ahí, se fue al hospital, con una patrulla escoltándolo. 
Cuando logró, finalmente, ubicar a su hermano para trasladarlo, los hombres del Gol ya no estaban. “Lo que sí, cuando me di vuelta para auxiliar a mi hermano, el hombre con el que yo peleaba estaba tirado en el piso. Me fui por delante del auto y ahí Alejandro hizo unos pasos. El acompañante le sacó el cuchillo al que apuñaló a mi hermano, y me quiso encarar a mí, porque le pegué. Cuando se me acercó, le dije ‘mirá lo que hiciste, hijo de p...”, relató. “Se asustaron al ver a mi hermano bañado en sangre” y huyeron, dijo. Interpretó que por eso no lo atacaron a él. 
En el apuro por salir, mientras él trataba de subir a su pariente al Peugeot, “se metieron los dos por la puerta del lado del acompañante y doblaron en Sucre”, hacia el sur, contó. Ahí los perdió de vista.  

 

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