SAN LUIS - Jueves 09 de Mayo de 2024

SAN LUIS - Jueves 09 de Mayo de 2024

EN VIVO

Más forraje para tener vacas bien alimentadas

Por redacción
| 09 de abril de 2017
El principal pedido de los funcionarios a los productores fue que tengan paciencia y no lo hagan pastorear durante dos años.

Llegaron en silencio, con toda su humildad a cuestas, ávidos por saber un poco más de qué se trata el Plan Pasturas del que los nombraron beneficiarios, y también por llevarse algunas de esas bolsas con semillas de buffel grass que estaban prolijamente apiladas sobre una pared lateral del Salón de Usos Múltiples de Sol Puntano. Se trata de pequeños productores ganaderos, con un rango que va de los 30 a los 250 vientres (vacas y vaquillonas), la mayoría de zonas marginales donde las lluvias son esporádicas y los suelos no entregan muchas satisfacciones. Para ellos está destinado el plan que les permitirá multiplicar la cantidad de forraje para alimentar su ganado y producir más carne, además de beneficios complementarios como una mejora en los índices de preñez y de destete.

 


Desde el año pasado el Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción está proveyendo de pasturas megatérmicas a los departamentos Ayacucho, Junín, Belgrano y al norte de Pueyrredon, donde la cría de ganado se dificulta mucho más que en el sur, a la vera de la ruta 3 o en el corredor de la Autopista de las Serranías Puntanas, entre Fraga y Villa Mercedes. La idea es no limitarse a la entrega de las semillas, sino también enseñarle a estos pequeños productores cuál es la manera de sacarle mejor provecho, la época justa de implantación y las rutinas de pastoreo que permiten que no se agote rápidamente y mantenga su condición de pastura perenne.

 


El veterinario Víctor Iglesias, con el apoyo de Agustín Martínez, el jefe del programa que se encarga del plan, desgranaron todos estos temas ante un auditorio expectante y también contestaron las dudas que pudieran surgir. “La época de producción para el buffel grass va desde las primeras lluvias, ya que basta muy poca agua para implantarlas, hasta las primeras heladas, por lo que hay que sembrar antes de enero. Pero siempre depende de la zona, entrando enero es buena para Toro Negro, pero ya no para La Botija, porque la van a quemar las heladas tempranas del norte”, explicó Iglesias, mientras mostraba unas fotos de Alto Pencoso donde, con buenas precipitaciones, los campos se habían teñido de un verde impropio de tanta aridez histórica. Enseguida iba a exhibir una foto del buffel en Puesto Balzora, donde creció sin problemas con un régimen pluviométrico de menos de 100 milímetros anuales.

 


"Hay que permitir que genere espigas con semillas, para tener una buena resiembra natural. Y lo más importante: no pastorearla apenas se siembra, hay que esperar al menos dos años”, pidió Benítez, quien volvería varias veces sobre esa recomendación ya que los productores suelen ser impacientes. “La ven verde, alta y le meten las vacas, y resulta que la raíz todavía es muy corta, por lo que los animales la arrancan y la pierden para siempre”, agregó el profesional.

 


Hay que tener en cuenta las lluvias, la densidad (cinco kilos de semillas por hectárea con sistema de rolado) y la calidad de la semilla, que en el caso del plan es natural y no peleteada. El Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural le hizo exámenes de pureza y viabilidad que dieron muy bien, por lo que se puede utilizar con tranquilidad en ese aspecto. Otro ruego de los organizadores fue que elijan los lotes con menos pastizal natural, los más desertificados, porque “no es bueno reemplazar las pasturas nativas por esta megatérmica de origen africano, sino complementarlas, porque el buffel ensancha el campo”, según Martínez.

 


Al aumentar la oferta forrajera, naturalmente se mejoran los índices de preñez gracias a que las vacas están mejor alimentadas en ese período clave. Y de paso hay un beneficio ambiental, porque estas pasturas capturan el carbono de los gases de efecto invernadero. Además, como se dijo líneas arriba, son perennes, brindan cobertura a los suelos erosionados y mejoran su estructura.

 


“Son ideales para implantar en los peladales, suman producción en zonas inutilizadas durante años. Además, como primero salen en donde el agua corre, combaten la escorrentía”, agregó Iglesias, quien les informó que la variedad elegida de buffel es la Texas, porque tiene varias ventajas: “Resiste la sequía por sus raíces fuertes, produce en condiciones extremas, es perenne (12 a 15 años) de crecimiento estival y tiene un porte de hasta un metro y medio, lo que le permite resistir el pastoreo y también el fuego que puedan ocasionar las tormentas con rayos”.

 


Lo que no toleran es anegamientos ni salinidad, tampoco temperaturas menores a cinco grados bajo cero. “Hay que sembrarlas en áreas degradadas, para recuperarlas”, aconsejó el veterinario, quien las recomendó diferidas en vacas secas en los primeros 180 días de gestación, porque así “mantienen el peso”.

 


En cuanto a la técnica de siembra, al ser muy livianas hay que tener cuidado los días de viento, “porque se la van a terminar implantando al vecino”, dijo Iglesias con una sonrisa cómplice. Con una densidad que va de los 5 a los 7 kilos por hectárea, tienen una calidad forrajera capaz de producir de 2.000 a 3.000 kilos de materia seca, y hasta 800 en un monte degradado. “Con 30 días en pastoreo, los animales ganan entre 650 y 700 gramos diarios, con un 10 a 11% de proteína bruta y un 65% de digestibilidad”. A los 60 días, según los estudios, la proteína bruta baja al 6% y la digestibilidad al 48%, mientras que diferida esos valores se establecen en 4% y 40%, por lo que es conveniente darla suplementada.

 


“Hay que implantarla con rolo y cajón sembrador, remueve el suelo con fachinal (soto bosque) y airea la tierra. También se puede sembrar al voleo, o con el método de encerrar los animales en el lote para que rompan con sus pezuñas la tierra y luego sembrarla al voleo”, describió el veterinario, quien destacó que en un sistema de cría “complementa el pastizal natural, se usa de octubre a mayo que es la época de parición y servicio por lo que mejora el manejo en la época crítica, permite el uso de pastizal natural diferido, se puede usar en la recría y brinda de ocho a 10 kilos de materia seca por milímetro de lluvia”.

 


Una pregunta clave que hizo el auditorio fue cuándo se le pueden ‘echar’ los animales. “Hay que olvidarse del buffel durante el primer año, incluso les recomiendo apotrerar con boyeros para que ni se acerquen. El segundo año hay que hacer lo mismo porque debe desarrollarse la raíz y recién el tercero se puede pastorear en primavera. Después de heladas y antes de las lluvias de primavera se puede comer diferida, pero no al ras”.

 


“Hay que manejar el pastoreo, no dejarlo encañar porque baja mucho la digestibilidad”, explicó Iglesias, quien les recordó que el primer año fueron 99 los productores que recibieron semillas y las usaron de diferentes modos. “Inviertan en represas y alambradas para crecer, combinen con otras pasturas”, agregó. En los mejores planteos se comprobó que la carga animal puede llegar a uno cada dos hectáreas, aunque el cálculo promedio dio uno cada 5 ó 6 hectáreas. “Influyen el manejo, la sanidad y las lluvias”, dijo el jefe del programa.

 


Varios preguntaron si, al igual que en 2016, el Gobierno iba a contratar un servicio de sembrado, a lo que Martínez contestó que eso no iba a pasar con ellos, “porque no tienen completa la documentación de los campos o de rentas, entonces el Estado no puede ingresar ni intervenir. En todos los casos de la gente que está acá, el compromiso fue entregar las semillas. Sí vamos a enviar técnicos del Ministerio para asesorarlos dónde es mejor sembrar con rolo, pero primero tienen que pedir autorización a Medio Ambiente”.

 


Una clase de ganadería

 


Previamente a la charla sobre la utilización del buffel, Iglesias habló largo y tendido sobre cuestiones ganaderas, como para introducir luego la importancia del forraje en estos pequeños sistemas de explotación que son mayoría en San Luis. “Hay que saber cómo se comportan las vacas antes de conocer sobre megatérmicas y entender la importancia de una vaca bien comida”, justificó.

 


Entonces arrancó con un breve repaso de lo que implica la ganadería para la economía argentina. “Hay 105 millones de hectáreas involucradas en este proceso, cuatro veces más que el agro, se generan dos millones de empleos y se faenan 12 millones de cabezas al año, de las que el país consume el 96%, que representan 2,7 millones de toneladas res con hueso”, englobó.

 


Según los números exhibidos, las 23 millones de vacas del rodeo nacional producen 14 millones de terneros al año, por lo que “algo anda mal si el porcentaje de preñez es tan bajo, y lo mismo pasa con el de destete, que está en el 60% promedio”, lo que implica que “hay muchas vacas que están de turistas en los campos”, completó.

 


Por eso propuso mejorar la eficacia de los rodeos de cría a partir de una ampliación de la base forrajera, ya que hoy la Argentina “tiene la comida justa”. Y les mostró a los productores puntanos cuáles son las perspectivas del negocio en el corto plazo: “Más demanda interna, fuerte competencia del pollo y el cerdo en la mesa de los argentinos, mejores precios y más demanda externa a precios altos, porque hay países como Japón en los que la carne es un lujo que se vende en fetas”.

 


Para cubrir ese mercado ávido de carne hay que aumentar el peso de faena, y puso como ejemplo la Cuota 481, en la que participa la Argentina para venderle carne engordada a corral a la Unión Europea: “Piden animales de 420 kilos con edad de dos dientes o incluso diente de leche. Hay que mejorar los índices físicos y amigarse con la tecnología”.

 


Ya específicamente sobre San Luis, mostró el régimen de lluvias de cada región como un paso importante para tener en cuenta para usar pasturas. Así, los productores confirmaron lo que ya sabían: sus regiones (Ayacucho, Belgrano, Pueyrredon) tienen poca agua que cae del cielo,  pero hay soluciones, ya que “las pasturas megatérmicas se dan bien en el noroeste, porque aguantan con pocas precipitaciones y con oscilaciones térmicas importantes, siempre que el termómetro no caiga por debajo de los cinco grados bajo cero”.

 


Según Iglesias, los desafíos de hoy  son mejorar la eficiencia (subir los índices de destete), bajar las pérdidas tontas y evitables y mejorar los índices físicos (porcentajes de preñez, parición y destete), que se traduce en más eficiencia del stock en cuanto a kilos por hectárea y por año. “Tienen que entender que deben preñar, parir y destetar un ternero más pesado que el de hoy, porque eso se traducirá en más dinero. Las pérdidas entre el tacto y el parto están en el orden del 4 al 6%, y del parto al destete entre el 3 y el 4%. Si las vacas tienen una mala nutrición con el ternero al pie no ciclan ni se alzan, necesitan energía, más proteínas, más fibras. La energía es vital, es la vida, la da el maíz; la proteína mejora las defensas, la puede brindar el expeller de soja; y la fibra es fundamental para producir leche, está en los pastos que hacen que funcione el rumen”, detalló.

 


El agua fue otro capítulo importante, recomendó tener calidad y accesibilidad porque los animales toman el 10% de su peso por día, son muchos litros. Y pidió “no escatimar las el forraje en primavera y verano para que tengan reservas energéticas y guarden en la grasa”. Ese forraje es el que determina el manejo y la producción, es una limitante de importancia. “Tenemos que conocer el pastizal con el que contamos, cuándo pastorearlo, diferenciar las especies y nunca reemplazarlo por las pasturas implantadas. Como los requerimientos nutricionales de un rodeo de cría varían durante el año, hay que acomodarlo al ciclo de pasturas, manejar las cargas, poner atención a los apotreramientos y las aguadas”.

 


El veterinario pidió ordenar los rodeos de cría por categoría, condición corporal, preñez y estado fisiológico. “Un servicio estacionado baja las pérdidas entre un 10 y un 12%, el otoño es la época adecuada para hacer un balance forrajero”, dijo. “Una vaca come el 3% de su peso vivo, unos 12 kilos diarios. Y recuerden que los requerimientos nutricionales trepan al doble en parición y lactancia, por lo que el manejo del rodeo a campo natural va a depender de la carga animal (según la materia seca). El animal, en el pastoreo, elige lo más palatable, y encima nosotros tenemos tendencia a sobre cargar los lotes, por lo que van a preñar menos”, advirtió.

 


  Tras mostrar esquemas sobre cómo distribuir bien las aguadas y fotos de boyeros para apotrerar, se refirió a los ajustes que hay que hacer con la carga animal: “El balance forrajero estará dado por la oferta y la demanda del rodeo. Hay que prestar atención a la condición corporal. ¿Qué vemos? La punta de nalga, la punta de anca, la cavidad de la encoladura. Hay una escala para calificar la condición que va de 1 a 5, si nuestros animales están entre 1 y 2 la preñez no va a estar por encima del 40%, en 3 puede establecer en 60%, con casos extremos de un 90%, pero con más de 3 ya es una vaca de carnicería, no me sirve”.

 


En cuanto a las pérdidas consideradas tontas o evitables, las dividió en aquellas que cuestan kilos de carne y las que se producen por mala sanidad. “Buen trato es buen negocio se dice en el campo y tienen razón. Un ternero hoy cuesta $5.760 en promedio, comparen con lo que sale un complejo de vacunas, es nada, 75 pesos, después se van a preguntar, ¿por qué no empecé por ahí? Hay que proteger al ternero vacunando a la madre, después recibe calostro y se inmuniza. La sanidad no es un gasto, es una inversión”, finalizó.

 


LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo