Dictadura de los cuerpos delgados: cuando la presión social enferma

Hace menos de dos semanas, dos modelos de alrededor de 12 años, posaban para la nueva temporada infantil de la marca Ona Saez. No sonreían como lo hacen las niñas a esa edad y tampoco presentaban  un aspecto saludable. De hecho la firma tuvo que quitar las imágenes, porque cientos de usuarios de las redes sociales las criticaron por fomentar la delgadez extrema. Algunos hasta compararon las gráficas, con las fotos de niños en campos de concentración.

En un mundo donde las nuevas generaciones marchan por la igualdad en todas sus formas, y en donde el body positive (movimiento de aceptación del cuerpo) cada vez toma más fuerza, esa publicidad volvió a poner en foco un problema de años: la presión que generan los medios en las personas de todas las edades, para buscar esa delgadez que, aparentemente, los hará más completos y felices. Porque sólo los flacos aparecen así en las revistas y en la tele.

Pero el bombardeo no viene solo de publicidades con modelos y ropa diminuta, también proviene de programas con ídolos inalcanzables y de la propagación de una industria supuestamente dietética. Y a veces del mismo entorno familiar y laboral.  Así lo explicaron a El Diario de la República, profesionales de psicología, nutrición, gimnasia y producción televisiva. ¿Cuando se convierte en un problema?, cuando la obsesión por cumplir parámetros  de “flacura” se traduce en infelicidad, dietas crónicas, abuso de sustancias ilegales y trastornos alimentarios.

“Si vos estás viviendo en un medio donde todo el tiempo te están lanzando mensajes de que el cuerpo perfecto es el delgado, donde la persona gorda tal vez no consiga trabajo, donde el hombre se va a fijar en un estereotipo de mujer flaca porque es bella, y demás. Bueno, ahí está el problema. Tu desarrollo transcurre así , interpretás que el flaco tiene más oportunidades para. Tanto mujeres como varones”, dijo la especialista en psicología forense y técnica en droga dependencia, Monica Reyna.

Y siguió : “Cuando una persona está sana, física y psíquicamente, su mente no recibe demasiada influencia, porque tiene una opinión de cómo se ve y se siente. El problema es cuando tiene baja autoestima y una forma de procesar información que no es la correcta, cuando es altamente influenciable”.

No dejar que la imposición corporal afecte es más difícil para los más jóvenes. Y esto es porque  están en pleno proceso de definición y búsqueda de modelos a seguir, coincidieron los profesionales.

Una investigación realizada por la marca Dove, que lucha por la autoaceptación en sus propagandas, lanzó que la autoestima de las chicas argentinas de entre 9 y 17 años está por debajo del promedio mundial. La razón: se sienten presionadas en relación a su aspecto físico por la sociedad y los medios de comunicación. Los resultados surgieron de comparar el mismo estudio con cifras de Alemania, Canadá, Reino Unido, Estados Unidos, Italia, Francia, Brasil, China, Japón, India, Indonesia, Rusia y Tailandia.

“Tengo pacientes de todas las edades. Y un 30 por ciento de ellos vienen a mi consulta por temas que rondan la autoimagen, la autoestima, el sobrepeso. O también  la bulimia y la anorexia. Pero sobre todo tiene que ver con el esquema corporal. Buscan llegar a lo que ellos creen que es bello, pero tampoco es real esa imagen. En todos los trastornos hay una distorsión de lo real, las anoréxicas se ven gordas, aun siendo muy delgadas, y los gorditos dejan de mirarse en el espejo”, comentó Reyna.

Querer llegar a un estándar corporal, como lo explica Reyna, puede derivar a conductas extremas y dañinas para la salud. Desde seguir la última dieta de moda que pregona una famosa, a probar el nuevo suplemento bajo en calorías, o directamente dejar de comer.

En un estudio próximo a publicar sobre los dietantes crónicos, la doctora en psicología y docente de la Universidad Nacional de San Luis, María Fernanda Rivarola, detectó en una muestra al azar de 550 personas de diferentes edades y profesiones que 150 eran dietantes crónicos. Un síndrome en el que los individuos comienzan y dejan dietas a lo largo del tiempo.  De ese grupo más de 100 eran mujeres.  

“Ninguno hacía régimen por razones médicas, sino  para sentirse mejor, para pesar menos, y por miedo a engordar. Todos apuntaban a la imagen corporal”, resumió la especialista. Ante la pregunta de cuál es el peligro de ser un dietante crónico, respondió: “La conclusión madre que yo saqué es que son la antesala a los trastornos alimenticios. De ahí pueden caer en una anorexia, bulimia, o bulimia-anorexia, y en todos los matices que vos puedas encontrar. Es la restricción y la sobrealimentación”, concluyó. Y los datos la acompañan, según la Asociación de Lucha contra la Bulimia y Anorexia (Aluba), uno de cada veinticinco jóvenes argentinos sufre alguno de los dos trastornos.

El entorno familiar y social
Para Rivarola el cuerpo de las personas busca un equilibrio interno entre lo que siente y lo que viene de afuera. Por eso son tan importante, recalcó, los aprendizajes del seno familiar. La forma en que los individuos comen, si respetan las cuatro comidas, la organización de los padres, y las conductas  que los niños observan de ellos.

“Se comprobó que las hijas de mamás que han dietado toda su vida, o que han tenido problemas con su imagen corporal, tienen un 80 por ciento de posibilidades de tener alguna alteración con su imagen corporal. Vieron a sus mamás y siguieron un modelo”, señaló la psicóloga. 

Los amigos y el contexto social también afectan. Y más cuando las frases ‘estás más flaca’ es celebrada, en contraposición al ‘te veo más gordita’. “Son frases subjetivas que no le suman a nadie”, dijo Reyna.

Los cambios para modificar la mirada de uno mismo y no caer, o salir de los trastornos, son un todo que incluye la ayuda familiar, terapia psicológica y clínica, ejercicio y cambios de patrones de pensamientos, que con el tiempo se volvieron automáticos , enumeró Reyna.

“Laburar y deconstruir”

Recibida como productora de cine y tv en la Universidad de la Punta, y con una fuerte posición feminista, Yamila Bula opinó sobre los estereotipos que aparecen en la profesión que eligió.

“Claramente, a lo largo de la historia hubo y habrá distintos parámentos de modelos a seguir. Un cuerpo marcadamente delgado, femenino, y ya que estamos, por qué no flaco y rubio. Yo creo que la publicidad tiene una influencia muy fuerte en la sociedad y por eso por año hay cada vez más muertes por trastornos alimenticios”, afirmó.

Para la joven, llegar a ese modelo conlleva un camino de consumos de ropa, cremas, alimentos y demás fantasías innecesarias.

“Creo que hay otras elecciones. Una de las tareas del feminismo es deconstruir esas estructuras, incluso la de la misma mujer. Porque mujer no se hace, se nace. Una vez que rompamos todos esos esquemas que nos hacen infelices, a mujeres y hombres, podemos crear nuevos”, apuntó. Y agregó que en su rol de productora ella selecciona poner en escena personajes que rompan con todo lo que vemos en los medios.