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Las mil y una formas para aplicar agroquímicos

El INTA organizó una jornada para conocer cuáles son las mejores estrategias para realizar un trabajo eficaz en la época en que los suelos se encuentran descubiertos y con mayor tendencia a la aparición de malezas

Por redacción
| 16 de julio de 2017
En época de barbecho, cuando la tierra descansa entre la cosecha de un cultivo de verano y a la espera de otro de invierno, hay que optimizar los cuidados en las aplicaciones de agroquímicos, que cobran un papel fundamental para la salud de la nueva plantación, que siempre afrontará la amenaza que constituyen las malezas. Por eso el INTA organizó una jornada para tratar con los productores las mejores formas de aplicar agroquímicos  que ayuden a evitar riesgos para la salud de la población. Hay que recordar que San Luis tiene una de las leyes más restrictivas en materia de aplicación que establece 1.500 metros  de distancia de las primeras viviendas de una zona periurbana.

Para eso invitó a la proveedora de fitosanitarios Agro Spray, cuyos profesionales saben de aplicaciones y tienen la experiencia necesaria en diversas regiones del país. Las variables son muchas y todas apuntan a las buenas prácticas agrícolas, que van desde la calibración de las máquinas, pasan por las condiciones climáticas para evitar las derivas y terminan en las correctas mezclas de los químicos para evitar el crecimiento de malezas como el yuyo colorado, que cada vez está más expandido y presenta el problema de que es resistente al glifosato.

 

La Ley de Agroquímicos tuvo su punto álgido a comienzos de año, con la decisión del Gobierno de la Provincia de modificar las distancias en las zonas cercanas a las zonas urbanas como una medida de precaución. No obstante, no se deben descuidar las normas de seguridad que no sólo son en beneficio de la salud pública sino que también pretenden cuidar a los aplicadores, quienes tienen contacto directo, y, por supuesto, la economía de los productores.

 

A la actividad la realizaron en el campo del productor Julio Ramos, en la zona de La Cumbre, a unos pocos kilómetros de la ciudad capital, en donde hacen engorde de ganado en feedlot. En el predio se utilizan grandes extensiones para producir, exclusivamente, alimentos para los animales.

 

Las charlas estuvieron a cargo de dos ingenieros agrónomos del departamento de investigación y desarrollo de Agro Spray, Gonzalo Cardo y Leonel Mariotto; y por el INTA participaron Jorge Mercau, Esteban Suárez Follari y Jorge Garay.

 

Con la pulverizadora dentro del campo, el primero de los oradores, Gonzalo Cardo, detalló cómo deben ser los controles previos a la aplicación para poder detectar anomalías que puedan hacer que los químicos no cumplan su función y contaminen el medio ambiente. “Para el proceso de calibración, la máquina debe estar encendida. Generalmente comenzamos por el tanque, donde se depositan el o los químicos para medir la recirculación y la agitación, lo que genera problemas con los productos y las mezclas”, dijo en la apertura de la charla.

 

Otro punto relevante es la limpieza de la herramienta de trabajo para la seguridad de quienes la van a manipular. “Las rejillas que se encuentran en el pre mezclador, dentro del tanque, se observan para saber que no tengan ningún elemento que obstruya el paso o que pueda romper la máquina” aseguró, al tiempo que sostuvo que en muchos casos no se le da la debida importancia, siendo que se trata de un trabajo sencillo que puede evitar trastornos; y que hay otra en la parte de arriba del tanque que debe mirarse con el mismo fin.

 

Al momento de empezar a manipular los elementos del mosquito aplicador, el disertante destacó el uso de los elementos de seguridad para disminuir el contacto, entre los que se encuentran guantes de nitrilo y no otros que generalmente son impermeables al agua pero no a sustancias químicas. La máscara que cubre la boca y la nariz con filtros de carbono para vapores orgánicos es otra de las medidas de protección. En esos casos destacó que es necesario tomar precauciones en la conservación de las pastillas de carbono cuando no se utilizan. Por último, el traje y las botas para las aplicaciones son fundamentales, a pesar de que en las zonas más cálidas se genera resistencia a su utilización.

 

Las aplicadoras tienen filtros de línea que para su buen funcionamiento requieren del uso de estrategias que principalmente se apoyan en el tamaño. “A la máquina, que es encendida en los primeros procesos, se para y se revisan los filtros de línea, primarios y secundarios. Generalmente se observa que la secuencia de los filtros no es la adecuada. Cuando hablamos de secuencias, nos referimos al tamaño de los orificios por pulgada cuadrada que está identificado con distintos colores. La recomendación es que el final de la línea debe llevar el filtro más grande”, aseguró el ingeniero, que sin embargo destacó que eso también va a depender del producto que se use. Es decir que si se usa un químico granulado hay que poner en juego nuevas combinaciones, que cada productor a través de la prueba y el error, encontrará la experiencia necesaria para corregir el rumbo de su trabajo.  

 

“Lo que sigue es el control del botalón. Se pone la máquina con el máximo de presión para revisar que los picos no tengan pérdidas ni roturas. Se revisa a todo lo ancho, a esto se le agrega la mirada en las conexiones y en las dobladuras que pueda generar su uso. Eso incluye tener en cuenta la exposición al sol a los vientos y a  la resequedad de las mangueras por los productos corrosivos. Ver si las abrazaderas están flojas u oxidadas que va a depender del lote que puede estar más o menos exigido según sus condiciones. Otra prueba es la de controlar que el goteo que cae al suelo, al momento de apagarse la máquina, no dure más de cinco segundos. De no ser así puede tener un problema de elasticidad en la goma del antigoteo”, destacó al tiempo que explicó que se trata de un problema simple de corregir y que es clave hacerlo.

 

¿Qué pasa si no se controlan estos puntos y el manómetro de la cabina me indica que todo funciona correctamente?, preguntó el disertante a los técnicos que atentamente lo escuchaban. “La forma correcta de control es pasar por cada sección y cada boquilla, con  manómetro en mano para ver si en el promedio total está desgastada o no para medir el caudal que larga”, afirmó el especialista y destacó que con ese chequeo se previene el despilfarro de agroquímicos al momento de las aplicaciones.

 

En el paso final y una vez corregidas las falencias (si puede ser en el momento) viene lo que ellos llaman el tarjeteo en donde se hacen las pruebas a campo con tarjetas hidrosensibles que son colocadas en los puntos por donde pasará la máquina aplicadora. “Lo que aquí se busca es analizar la calidad de la aplicación, de acuerdo al objetivo de trabajo. En este caso estamos en un barbecho. Aquí (y también en cualquier otro momento) debo determinar qué cantidad de gotas necesito por centímetro cuadrado, qué tipo de producto utilizaré  y tener en cuenta las condiciones ambientales. Y debo determinar, según el tamaño de la maleza, a qué altura voy a usar el botalón. Estos son los pasos para hacer la calibración de la aplicación”, explicó, al momento que añadió que cuando hablan de calidad se tienen en cuenta el tamaño, el diámetro, el número de impacto y uniformidad de aplicación.

 

“Por un lado se debe tener presente el objetivo de trabajo. No es lo mismo necesitar mayor cantidad de gotas por centímetro cuadrado que la idea de pulverizar. Por otra parte están las condiciones ambientales. En San Luis la humedad suele ser baja y los vientos altos, las dos cosas dificultan la aplicación y condicionan lograr un trabajo óptimo. En el medio las herramientas son variadas. Por ejemplo usar las horas del día en que la humedad relativa aumenta y en donde se puede trabajar mejor. Por eso es necesario, al planificar la logística, considerar la estrategia de control, prever las pocas horas de trabajo, y, en algunos casos aumentarlas un poco, utilizando pastillas menos propensas a la deriva o  productos que ayuden a evitar la evaporación”, dijo Mercau.

 

Los controles químicos no son la única manera de prevenir las malezas, al hablar de la necesidad de un manejo integrado de las mismas, el ingeniero Garay, destacó el rol de los cultivos de cobertura y de distintos principios activos. "Los cultivos de cobertura son una herramienta que puede ayudar a un control eficaz y reducir la necesidad de aplicaciones de agroquímicos. En campos donde el problema es rama negra tienen muy buenos resultados, y también podría reducir la emergencia de las primeras camadas del yuyo colorado", destacó basado en su experiencia en la provincia”.

 

En este punto, Mercau agregó que en algunas campañas, y en particular en tres de las cuatro últimas, el fin del verano y del otoño fue muy húmedo, con perfiles que quedaron completamente cargados hasta casi dos metros. "Es ese escenario, el objetivo del barbecho, de 'cuidar el agua' para que el cultivo siguiente pierda relevancia, porque la siembra será en noviembre o diciembre, según el caso y se espera que se carguen los perfiles. Así que se abre la oportunidad de 'usar el agua' con un cultivo de cobertura que dará dos beneficios: por un lado evitar la pérdida de agua en profundidad, que origina problemas ambientales como el del Río Nuevo en Villa Mercedes o los de la Cuenca de La Petra en la zona de El Durazno, y por otro, controlar las malezas, reduciendo el uso de agroquímicos y de esa forma el impacto de la agricultura en el ambiente. Lo que no debemos permitir es que esa cantidad de agua quede a disposición de malezas sin control, porque las poblaciones crecerán, y ese gran tamaño en primavera hará más difíciles los controles en una época que es complicada para las aplicaciones".  En ese sentido, Jorge Garay, comentó la necesidad de utilizar herbicidas residuales, en base al conocimiento de los lotes. "Tener buenos cultivos de grano, es otra forma de reducir el problema de malezas y la necesidad de herbicidas", agregó Mercau. Un cultivo sembrado en la fecha correcta, con la densidad y fertilización adecuada es un fuerte competidor de las malezas, y reduce el crecimiento de sus poblaciones”.

 

Como cierre de la jornada, Mercau destacó la importancia de propiciar espacios para el aprendizaje de todos los actores involucrados para una mejor agricultura en San Luis. “La simplificación que hicimos de los sistemas agrícolas nos trajo aparejado en los últimos años (por suerte mucho después de lo que algunos preveían) el surgimiento de problemas como las malezas, que se adaptan a un sistema muy previsible de manejo. Realizar un trabajo más integral, con el uso de estrategias variadas, está lejos de tratarse del seguimiento de un manual. Requiere del monitoreo y aprendizaje por parte de los productores y sus equipos técnicos. Es un gran desafío para quienes desarrollamos tecnologías para el manejo, y también para quienes tienen la responsabilidad de regular algunas prácticas, como el uso de agroquímicos en defensa de intereses que trascienden las tranqueras de los campos, pero que también los involucra. Como en cualquier proceso educativo el éxito requiere de una dosis importante de confianza de unos con otros y en el convencimiento de saber que perseguimos objetivos comunes”, concluyó.

 

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