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Una ex empleada doméstica incentiva huertas orgánicas en las favelas de Río

Regina Thcelli volcó a miles de personas a usar los métodos de Favela Orgánica: reaprovechan alimentos y producen a baja escala, para evitar depender de los precios de los supermercados.

Por redacción
| 02 de agosto de 2017
Regina Thcelli tiene 35 años, es cocinera y prefiere que no le digan chef. Foto: Télam.

En una Río de Janeiro militarizada y quebrada económicamente una mujer, que durante 11 años trabajó como empleada doméstica,  logró imponer un modelo de agricultura urbana. En las favelas cariocas incentivó a reaprovechar los alimentos y generar una producción de baja escala que evita la dependencia de los precios de la cadena de distribución tradicional en esas comunidades.

 

La vista del Océano Atlántico y de la costa de Copacabana es una de las más bellas de la ciudad maravillosa desde el Morro Babilonia donde se encuentra la favela Chapeu Mangueira, en el barrio de Leme, zona sur de Río, el lugar donde nació el proyecto Favela Orgánica.

 

Al frente está Regina Thcelli, de 35 años, una cocinera que dejó en su adolescencia el estado de Paraíba, en el nordeste del país, para intentar suerte como empleada doméstica en Río de Janeiro, y que se transformó en una estrella en Brasil que incluso tendrá un programa de televisión.

 

"La prioridad del proyecto es que las personas aprovechen el resto de los alimentos para hacer otras comidas. Lo demás es ayudar a quienes viven en las favelas de todo Brasil a que usen sus espacios de tierra o apenas macetas para plantar sus propios alimentos, condimentos o hierbas medicinales", dijo Tchelli durante una entrevista con Télam.

 

La mujer aprendió sobre comida orgánica sin proponérselo. En su tierra natal, Serraría, de 6.000 habitantes, la pobreza, la sequía y la falta de variedad obligaban a sus habitantes a reaprovechar la comida y a usar el suelo para algo que aún no sabían que se llamaba agricultura familiar.

 

El proyecto Favela Orgánica fue presentado por Tchelli hace cinco años cuando con la implementación del programa de pacificación de favelas por parte de la policía, se incentivó la puesta en marcha de iniciativas sostenibles para la comunidad.

 

La cocinera recibió entonces capacitación del estado de Río de Janeiro y decidió abandonar la casa donde había trabajado durante 11 años.

 

"Hace cinco años que dejé de ser empleada doméstica. El proyecto en el que participé incentivaba a los jóvenes a hacer cosas que beneficien la vida en las favelas. Desde ese momento que no paro", contó.

 

Su sustento lo consigue con las conferencias que da en todo Brasil, contratada por empresas, comunidades, gobiernos municipales y provinciales, lo que le permite financiar las clases y la asistencia 24 horas que prácticamente da a los habitantes de la favela de Río.

 

"La propuesta es convivir con la tierra. Logramos hacer con los vecinos que creían que era imposible pequeñas huertas en los pequeños lugares de tierra. Les enseñamos a la gente a cultivar sus alimentos y hierbas", dice.

 

Pone como ejemplo que la lógica de la publicidad de los alimentos industrializados a veces cambia las prioridades de los vecinos de la favela.

 

"A veces tenían plata para comprar una gaseosa en el mercadito pero creían que era un gasto comprar semillas o aprender a separar las semillas de las frutas para plantarlas y mantenerlas. Hasta que comienzan a ver los frutos", aseguró Tchelli, quien pide "por favor" no ser llamada "chef".

 

Una flor nació en la calle

 

Con los restos que muchos desprecian de las ferias de productores que a diario se arman en los barrios de todas las ciudades de Brasil, incluso en medio de los turistas de Copacabana e Ipanema, cuando bajan los precios para agotar el stock antes del cierre, la cocinera de la favela del Morro Babilonia consigue llevar a la comunidad la materia prima para generar nuevos productos, como salsas para pastas, risotos y ensaladas.

 

La crisis económica que golpea a Brasil y en particular a Río de Janeiro, donde los empleados públicos tienen sus salarios atrasados y el Estado se encuentran en calamidad financiera y de seguridad, volcó a miles de personas a usar los métodos de Favela Orgánica para evitar depender de las alteraciones del precio de los alimentos en las góndolas de los supermercados.

 

"Tener la huerta es un camino de alta productividad, que mantiene ocupados y preocupados a los jóvenes. Estudiamos los alimentos y de un tomate aprendemos a usar la cáscara, el interior y las semillas para plantarlas incluso en las escaleras y los pasillos de la comunidad", asegura Tchelli.

 

Unos 8.500 miembros del Ejército patrullan las calles de Río desde el pasado final de semana por un decreto del presidente Michel Temer, en el marco de la crisis de seguridad, ya que en el primer semestre del año crecieron 50% los robos y homicidios en la ciudad maravillosa y sus suburbios.

 

"La violencia se nota, en la favela y en los barrios ricos", comentó Tchelli, que también transmite el aprendizaje de la cocina orgánica en un programa del canal Futura, en la TV por cable.

 

Carlos Drummond de Andrade, el poeta de Minas Gerais cuya estatua de cobre forma parte del paseo por la costanera de Copacabana, parece inspirar con su poema más famoso, "La Flor y la Náusea", el trabajo de Tchelli: "Una flor nació en la calle/Pasen lejos los tranvías, los ómnibus y el río de acero del tránsito/ Puede ser fea, pero es una flor. Penetró el asfalto, el tedio, el asco y el odio".

 

(Pablo Giuliano) Télam

 

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